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Fiestas de alrededor del mundo - La Passejà de Sant Onofre

31MAYO2018

¿Una procesión nocturna y con fuegos artificiales? A nadie le sorprenderá saber que eso ocurre en Valencia, una de las comunidades con una tradición pirotécnica más arragigada. La fiesta es el premio que se ganó san Onofre... ¡por hacer llover!

El escenario de la fiesta es el municipio de Quart de Poblet, un pequeño ayuntamiento de la Horta Oeste de Valencia donde, desde el año 1723, cada 9 de junio se celebra una de las procesiones menos usuales. Y es que posiblemente habéis visto muchas ceremonias de raíz religiosa del mismo estilo, pero pocas durante la noche y, aún menos, acompañadas del despliegue pirotécnico que forma parte de la Passejà de sant Onofre.

Todo empezó a principios del siglo XVIII, en un Quart de Poblet eminentemente agrícola y ganadero, un mundo en el que la lluvia resultaba un elemento imprescindible para garantizar la supervivencia de la población. De ahí la preocupación creciente que se fue desatando en 1723, al ver que la lluvia no llegaba. La temporada de lluvias casi había terminado sin dejar el agua necesaria, los ríos bajaban con muy poco caudal y las acequias estaban vacías. ¿Qué se podía hacer más que rezar?

Los habitantes de la localidad lo hicieron y la noche del 9 de junio, la noche anterior a la fiesta de san Onofre, el 10 de junio,  vieron finalmente cómo se formaban grandes nubes que anunciaban la lluvia que estaba a punto de caer. Lo atribuyeron rápidamente a san Onofre, un santo nacido en el siglo IV o V que vivió como eremita en el desierto y al cual se consideraba patrón de los hortelanos. Dice la leyenda que un ángel le daba pan cada día y, los domingos, la comunión,

Con muchos devotos en Barcelona y en València, el santo tenía una ermita dedicada en Quart de Poblet. Allá se dirigieron los aldeanos para agradecer la lluvia cuando, de repente, comprobaron asustados que no sólo caía agua sino también un granizo que, con toda probabilidad, echaría a perder la cosecha.

Ahora bien, al salir del pueblo y dirigirse a los campos, los habitantes de Quart se dieron cuenta que, gracias a la intervención de san Onofre, el granizo caía sólo en las calles y plazas del pueblo, pero no en los campos, que recibían únicamente la lluvia benefactora. No es extraño que, en agradecimiento, aquella misma noche los aldeanos sacaran de la ermita la imagen que representa a san Onofre recibiendo la comunión de manos del ángel y que, para mostrar alegría y agradecimiento, acompañaran el paseo con petardos.

La imagen original ya no existe, pero aún hoy el santo (una reproducción del que se perdió durante la Guerra Civil realizada en los años 40), sigue sacándose en procesión el día 9 de junio al caer el sol. Los vecinos y vecinas acompañan el santo, en una procesión encabezada por los coeters, que sujetan con grandes pinzas o tenazas de madera unos cohetes o fuegos artificiales que constantemente sueltan un gran chorro de chispas. Situados a ambos lados de la calle durante el trayecto, los coeters forman ruedas de fuego en algunos puntos del recorrido, todo al sonido de la música que hacen básicamente los tabals y las dulzainas. Ellos abren el desfile, que se cierra con una banda que señala, con su música potente, la importancia de la fiesta.

 

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Museu Etnològic i de Cultures del Món

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