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Fiestas del mundo: Santa Águeda o la inversión de los géneros

08FEB2018

Las mujeres se convierten, alrededor del 5 de febrero, en las grandes protagonistas de una fiesta durante la cual se invierten los papeles tradicionales. Y es que, en muchas localidades catalanas, es tradición que, esos días, las mujeres ejerzan un poder que, hasta hace poco, la historia les había negado.

Quizás en un mundo donde las fronteras entre géneros se van desdibujando poco a poco, la fiesta acabe perdiendo su sentido en el futuro, pero hoy, cuando a pesar de las luchas y la concienciación de la sociedad todavía persisten las diferencias, santa Águeda encarna la valentía femenina y, especialmente, una actitud decidida que enlaza perfectamente con las reivindicaciones por los derechos de las mujeres.

Todo tiene su origen en la historia de santa Águeda de Catania, una joven bellísima que habría vivido hacia el siglo III y que habría sido martirizada durante una de las persecuciones decretadas por el emperador Decio. Quintianus, procónsul de Sicilia, pretendía a la muchacha, que rehusó repetidamente al romano debido a sus convicciones religiosas. Molesto, el procónsul habría enviado a la joven a trabajar a un prostíbulo donde, de forma milagrosa, habría logrado conservar su virginidad.

Enfurecido, el romano ordenó que la santa fuera torturada de una forma especialmente cruel: cortándole los pechos con unas grandes tenazas, un hecho que la víctima, con gran valentía, reprochó a su torturador recordándole que un pecho como los suyos lo había alimentado siendo niño. Finalmente, fue quemada entre carbones ardientes y murió exhalando, según dice la tradición, un gran grito de alegría.

Las circunstancias del martirio hacen que se invoque a la santa como protección contra las erupciones volcánicas, pero también para tener leche tras el parto, contra el mal de pecho, el cáncer de mama y, también, contra las agresiones de género.

La fiesta, con un marcado carácter femenino, aún está muy viva en muchas poblaciones. Y en algunas es especialmente relevante, como por ejemplo en la Ribera d'Ebre y, especialmente, en Riba-Roja, donde se conoce como santa Agda. Allí, el fin de semana anterior al 5 de febrero ya empiezan las celebraciones, con la elección de una alcaldesa y dos concejales que tomarán las riendas de la localidad durante los días de la fiesta y representarán a todas las mujeres del pueblo en el ejercicio del poder local.

Bailes, verbenas y un pregón a cargo de una habitante del pueblo que viva fuera son elementos destacados de la fiesta, que incluye una merienda de mujeres y, el mismo día 5, una procesión de las llamadas "santagderes". Estas "santagderes" se dirigen a la iglesia para ofrecer a la santa unos grandes panes en forma de pecho femenino que portan sobre la cabeza y que son bendecidos por el cura antes de ser repartidos entre las asistentes, en la creencia que alivian o previenen los males de pecho.

Entre las muchas poblaciones que celebran intensamente la fiesta de santa Águeda, está Torà (en La Segarra), donde se elige a una alcaldesa y también se organiza una cena de mujeres durante el cual se consume un pan en forma de pene, además de unos panecillos en forma de pecho. La cena está servida por un grupo de hombres. Y si durante la fiesta los propios hombres eligen a la alcaldesa que se encargará de presidir los actos del año siguiente, ellas eligen por su parte al hombre más guapo y simpático del pueblo y le hacen un regalo.

¿Cuál es el origen de la fiesta? En muchos casos se ha renovado y modernizado, pero la celebración tiene un origen ancestral que posiblemente arranque del periodo anterior al cristianismo, del tiempo de los romanos. En aquella época, existían las llamadas Matronales, una fiesta que conmemoraba el rapto de las Sabinas en los orígenes de Roma. Durante este periodo festivo, las mujeres estaban autorizadas a comportarse con los hombres del mismo modo que ellos lo hacían con ellas durante el año, de forma que tenían no sólo el derecho a tomar la iniciativa en materia sexual sino que incluso podían hacerles objetos de agresiones. Sin estos extremos, por supuesto, la inversión de papeles que representaba aquella fiesta se ha mantenido hasta hoy cuando, por desgracia, todavía no ha perdido su sentido completamente.

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Museu Etnològic i de Cultures del Món

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