En el ámbito global

Pero ¿no ha pasado ya la Tierra por muchos cambios climáticos? ¿Por qué nos tiene que preocupar ahora?

La respuesta a esta pregunta está formada por varios argumentos que se complementan:

  • Porque es el primer cambio climático causado por la actividad humana, mientras que los anteriores fueron provocados por causas naturales.
  • Porque es el más rápido de todos los que se han vivido hasta ahora.
  • Porque está suponiendo un incremento de la temperatura media que tiene claros y graves efectos sobre los ecosistemas y las personas.
  • Porque es injusto y provoca desigualdades. No todos los países tienen la misma responsabilidad en la generación de gases de efecto invernadero, y no todos tienen la misma capacidad de adaptación. De hecho, los más afectados y con más dificultades para adaptarse son los que menos han contribuido al problema. Pasa a ser, pues, una problemática que trasciende los aspectos estrictamente ambientales para convertirse en una cuestión ética y de responsabilidad.

Cuando hablamos de gases de efecto invernadero, ¿hablamos solo de CO2? ¿Cómo se miden estos gases?

Para medir los gases causantes del cambio climático actual se utiliza una medida normalizada, que es el CO2 equivalente. Cada uno de los gases de efecto invernadero tiene un potencial de calentamiento global que indica la capacidad que tiene de contribuir a este. La relación es la siguiente: 1 el CO2, 25 el CH4 y 298 el N2O. De manera que la fórmula final es esta: CO2 + 25xCH4 + 298xN2O = CO2eq. Así pues, cuando normalmente se habla de x toneladas de CO2, en realidad se hace referencia al CO2eq.

¿Cuáles son los gases de efecto invernadero?

Los gases de efecto invernadero se encuentran de manera natural en la composición de la atmósfera, pero la actividad humana ha hecho aumentar su concentración natural. Son los siguientes:

  • Dióxido de carbono (CO2): se produce en grandes cantidades en los incendios forestales y las erupciones volcánicas. El exceso actual se debe al uso de combustibles fósiles (petróleo, carbón y gas natural) para obtener energía y utilizarla para hacer funcionar automóviles, calefacciones, centrales térmicas, industrias… 
  • Metano (CH4): se genera como resultado de la actividad agrícola y ganadera. También en los vertederos y en zonas húmedas y pantanosas.
  • Óxido de nitrógeno: se libera de los abonos de los cultivos, de los excrementos y del ganado.
  • Vapor de agua.
  • Gases originados directamente por la actividad humana: clorofluorocarbonos (CFC) de origen industrial, utilizados en circuitos de aire acondicionado, espráis, extintores…, y hexafluoruro de azufre.

¿Los gases de efecto invernadero son, pues, gases contaminantes?

La presencia de CO2 y de otros gases de efecto invernadero en la atmósfera es natural y, de hecho, es una de las causas que permite la vida en la Tierra, ya que mantiene una temperatura óptima. La concentración de estos gases es fruto de un equilibrio entre las fuentes emisoras y los imbornales (procesos que los absorben o que fijan los gases).

El problema no es que sean sustancias contaminantes, sino que estamos aumentando su concentración y, por lo tanto, la capacidad de retención del calor que refleja la Tierra. Desde la Revolución Industrial, se han incrementado sustancialmente las fuentes antropogénicas, mientras que la mayor parte de imbornales (océano, vegetación, litología) tienen un ciclo mucho más lento. Así pues, las emisiones actuales pueden tardar decenios o siglos en ser absorbidas.

El uso de combustibles fósiles ha generado tanto este calentamiento global como el aumento de la contaminación atmosférica y, por lo tanto, una peor calidad del aire. El cambio climático consiste en un fenómeno de ámbito global, mientras que la contaminación actúa más a escala local, cuando la excesiva emisión de ciertos gases provoca que se acumulen en concentraciones que afectan perjudicialmente a nuestra salud. Se trata de los óxidos de nitrógeno o de las partículas en suspensión.

Finalmente, cuando nos referimos al ozono también hay que diferenciar entre:

  • La pérdida de la capa de ozono en la estratosfera (considerado como ozono bueno a grandes altitudes, que permite la vida vegetal y animal en la Tierra gracias a la absorción de la radiación UV), relacionada con el uso de compuestos de cloro como los aerosoles, gases refrigerantes, etcétera.
  • La presencia de ozono troposférico en la ciudad (considerado como ozono malo a bajas altitudes, que causa irritación y perjudica a las plantas y los animales por su poder oxidante, y que además también es un gas de efecto invernadero). Este ozono se forma cuando los gases de óxido de nitrógeno de las emisiones industriales y de los vehículos reaccionan con los compuestos orgánicos volátiles (carbono que contienen productos químicos que se evaporan fácilmente en el aire, como los disolventes de pintura). 

Efecto invernadero, calentamiento global, cambio climático… ¿Estamos hablando de lo mismo?

El efecto invernadero es un fenómeno natural que permite la vida en la Tierra. Tiene relación con la capacidad de absorción y el porcentaje de reflexión de la radiación solar en forma de calor y su retención en la atmósfera por parte de los gases de efecto invernadero (CO2, N2O, CH4), que representan el 1 % de la composición de la atmósfera. El incremento en la emisión de estos gases a partir de las actividades antrópicas produce el calentamiento global, el incremento de la temperatura media de la Tierra (actualmente 15 ºC) y, como consecuencia, cambios en el clima y otros efectos:

  • Disminución de la nieve y el hielo (incremento del albedo).
  • Incremento de la temperatura de los océanos (disminución de la capacidad de imbornal).
  • Acidificación de los océanos.
  • Incremento del nivel del mar.
  • Incremento de fenómenos meteorológicos extremos.

Para acabar la relación entre estos conceptos se puede afirmar, pues, que el desequilibrio que se genera en la composición de la atmósfera es el que provoca el calentamiento, y este aspecto está suponiendo un cambio climático en todo el planeta.

¿Se puede ser neutro en carbono o cero CO2?

Cualquier actividad que haya utilizado energía no procedente de fuentes renovables (solar, eólica) provoca emisiones de CO2. También generan emisiones de gases de efecto invernadero algunas actividades agrícolas o ganaderas. Por lo tanto, todavía es muy difícil encontrar productos o servicios “cero emisiones”, a no ser que no requieran energía o que esta provenga de fuentes renovables. Lo que sí que se puede hacer es compensar estas emisiones, es decir, calcular la cantidad de gases de efecto invernadero emitidos al fabricar un producto o hacer una actividad (por ejemplo, un viaje en avión) e invertir en un proyecto que permita reducir la misma cantidad de emisiones.

Huella de carbono, mochila ecológica, huella ecológica… ¿son lo mismo? ¿Qué nos dicen las etiquetas?

La huella de carbono de un producto es el cálculo de las emisiones (del carbono) asociadas a su fabricación desde que se extraen los materiales hasta que acaba su vida útil. Se trata, pues, de gramos de CO2eq asociados a la existencia del producto o servicio en cuestión.

En cambio, cuando se habla de huella ecológica se hace referencia a la superficie necesaria de la Tierra para cubrir las necesidades de una persona, sociedad, etcétera. Y en el caso de mochila ecológica, se tienen en cuenta también otros elementos como el consumo de agua, la emisión de contaminantes, la ocupación de suelo, etcétera.

¿Qué implica el Acuerdo de París?

El Acuerdo de París corresponde a la 21.ª sesión de la Conferencia de las Partes (COP) y 11.ª sesión de la Conferencia de las Partes en calidad de reunión de las Partes en el Protocolo de Kioto (CMP, por sus siglas en inglés), que se celebró del 30 de noviembre al 12 de diciembre de 2015 en París, Francia.

 

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático concluyó con la adopción de un acuerdo histórico para combatir el cambio climático e impulsar medidas e inversiones para un futuro bajo en emisiones de carbono, resiliente y sostenible.

El Acuerdo de París tiene como objetivo mantener el aumento de la temperatura de este siglo muy por debajo de los 2 ºC y reforzar la capacidad para afrontar los impactos del cambio climático.

Los resultados de la Conferencia de las Partes (COP 21) cubren áreas cruciales consideradas esenciales para la política climática:

  • Mitigación: reducir las emisiones lo bastante rápido para conseguir el objetivo de temperatura.
  • Un sistema de transparencia y de balance global y una contabilidad para la acción climática.
  • Adaptación: fortalecer la capacidad de los países para hacer frente a los impactos climáticos. 
  • Pérdidas y daños: fortalecer la habilidad para recuperarse de los impactos climáticos. 
  • Apoyo: incluido el apoyo financiero para que las naciones construyan futuros limpios y resilientes.

Más información: https://canviclimatic.gencat.cat/ca/oficina/actuacio_internacional/acord_paris/

¿Son las energías renovables la solución?

Las energías renovables son un pilar fundamental para reducir las emisiones del sistema energético. Ahora bien, ante la necesidad de acelerar las tasas de reducción de emisiones, hay que abordar también otros frentes, como, por ejemplo:

  • El sistema de producción de alimentos, ya que la agricultura y la ganadería tienen un peso importante en las emisiones de metano y óxidos de nitrógeno, que actualmente aumentan con más rapidez que el CO2.
  • El mantenimiento y la regeneración de los bosques de todo el mundo.
  • Una transformación del sistema social de una magnitud similar a los cambios tecnológicos para poder alcanzar los niveles de mitigación necesarios. Eso incluye la manera en que trabajamos, cómo nos desplazamos y lo que comemos, entre otros.

Concretamente sobre Barcelona y el Plan Clima

¿Qué puede hacer una ciudad como Barcelona ante un problema global como el cambio climático?

Las ciudades representan parte del problema del cambio climático, ya que concentran buena parte de las emisiones y del consumo energético de todo el mundo, pero, por eso mismo, también son una parte clave de la solución.

En términos generales, gran parte de las ciudades ya están recibiendo los impactos asociados al cambio climático, como los efectos sobre la salud, el aumento de las temperaturas, el agravamiento del efecto isla de calor, más periodos de sequía y más inundaciones, más olas de calor, el incremento del nivel del mar, la disminución de los recursos hídricos, etcétera. Las actuaciones de las administraciones locales son muy importantes para la gestión de la cuestión del cambio climático tanto en el ámbito local, en la medida en que mejoran las condiciones de vida de la ciudadanía, como a escala global, puesto que las concentraciones urbanas en todo el mundo engloban hoy ya más del 54 % de los habitantes del planeta y, en la Unión Europea, un 74 % de la población vive en áreas urbanas, donde se consume el 75 % de la energía.

Las ciudades y sus ámbitos metropolitanos representan un enlace intenso entre la urbanización, el uso de la energía y las emisiones de gases de efecto invernadero. La densidad urbana y la organización espacial son factores clave que influyen en el consumo de energía, especialmente en los sectores del transporte y de los edificios.

¿Cuál es el sector donde se podría conseguir más impacto en términos de mitigación del cambio climático?

El sector de la movilidad y el transporte es el principal emisor de gases de efecto invernadero y donde hay que centrar los esfuerzos principalmente. Reducir la movilidad motorizada hacia transportes alternativos, sobre todo hacia el uso de transporte público colectivo, e incrementar los desplazamientos a pie y en bicicleta son los ámbitos con los que se podrían alcanzar resultados más significativos y de manera más rápida. Los edificios residenciales, comerciales y de servicios también representan un volumen significativo de consumo de energía y emisiones. La mejora energética de los edificios es otra de las acciones prioritarias que hay que impulsar.

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¿Cuáles son los dos retos más importantes que tendrá que afrontar Barcelona en relación con el cambio climático?

El aumento de las olas de calor y la disminución de la disponibilidad de agua para el consumo. Las olas de calor serán más numerosas, pero también intensas y más largas. También se incrementarán las temperaturas nocturnas, sobre todo en los barrios más próximos al litoral. El primer reto que afrontar serán las olas de calor. En los últimos 34 años, la ciudad ya ha sufrido ocho. La de más intensidad fue en 1982, pero la más larga corresponde a la ola del año 2003, con 13 días de duración.

El incremento de las temperaturas nocturnas podría dificultar el descanso y la recuperación de las personas. Los barrios situados más cerca del litoral podrían ser los más afectados por el aumento de las temperaturas nocturnas. Estos incrementos pueden comportar consecuencias para la salud, ya que el periodo de descanso nocturno es el momento en el que las personas se recuperan de todo el día.

Por otra parte, para el 2050 se espera que se reduzcan los recursos hídricos disponibles y que aumente la demanda un 4 %. La ciudad necesitará 18 hm3 de agua adicionales al año.

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¿Cuáles son los retos más importantes de justicia climática que tendrá que afrontar Barcelona en relación con el cambio climático?

Desde la perspectiva de la justicia climática, los retos más importantes que impondrá el cambio climático serán afrontar la pobreza energética, los problemas de salud vinculados a las olas de calor y el encarecimiento de la alimentación. Con el cambio climático, y dadas las dinámicas demográficas y socioeconómicas de la ciudad, la población más vulnerable ante la pobreza energética aumentará.

Aunque las previsiones a futuro hablan de la reducción de la demanda energética vinculada a la calefacción de los edificios, la demanda de suministros energéticos e hídricos aumentará con el cambio climático (sistemas de ventilación y refrigeración, higiene corporal y limpieza de la ropa). Los hogares tendrán que hacer frente a un mayor gasto para cubrir sus demandas de electricidad y de agua (no de gas). En los próximos años aumentarán los hogares con personas menores dependientes y los hogares unipersonales, por el crecimiento de los movimientos migratorios y por el envejecimiento de la población.

En definitiva, la pobreza energética deberá redefinirse con el cambio climático: se reducirá la demanda energética por calefacción, pero crecerá la demanda de agua y de electricidad para poder ventilar y aclimatar los espacios. La población más vulnerable ante la pobreza energética aumentará, dadas las dinámicas demográficas y socioeconómicas de la ciudad.