Dorota Gawęda y Eglé Kulbokaité: “Nos fascina cómo la ciencia funciona bajo el esfuerzo colectivo, más allá de la vida individual”

Después de una primera parte de su residencia artística en el Laboratorio Europeo de Física de Partículas (el CERN de Ginebra), el dúo ganador del Premio Collide en su edición de 2021 ha estado en Barcelona durante el mes de noviembre para completar dicha residencia en Hangar, Centro de Producción e Investigación Artística. Con ellas hablamos de Gusła (la propuesta con que han ganado el premio), de su relación con la ciencia y de su trabajo en general.
¿En qué se basa vuestra práctica artística?
En nuestra práctica colaborativa, investigamos la difuminación de los límites y miramos hacia lo desconocido, con el objetivo de desafiar la promesa ilusoria de la subjetividad como un todo y separada del entorno, que se percibe individualmente y se imagina socialmente. Pretendemos abordar la fragilidad de las dicotomías y subrayar la porosidad de los constructos de nuestra comprensión habitual del mundo. Nos interesan las narrativas alternativas de construcción del mundo que pueden ofrecernos la (ciencia) ficción, los cuentos populares y las fábulas. Vemos que los conceptos y las teorías de la física sirven como una de esas herramientas de construcción narrativa.
¿De dónde surge vuestro interés por la física cuántica?
Nuestro interés por la física de partículas deriva de nuestra continua lectura de la teoría (eco)feminista y queer, concretamente de escritoras como Luciana Parisi y Denise Ferreira da Silva, con su énfasis específico en el potencial liberador que la física cuántica puede ofrecer para el pensamiento y las relaciones sociales. En particular, Denise Ferreira da Silva hace un llamamiento al desaprendizaje cuántico, un profundo cuestionamiento que la física cuántica nos exige: a través de la física, descubrimos que el universo no respeta nuestras nociones intuitivas sobre la subjetividad, la objetividad, la conocibilidad, la categorización e incluso la propia existencia. Nos interesa además cómo la física cuántica introdujo una inestabilidad del conocimiento en el mundo científico y cómo abrió el vocabulario científico a ciertos rasgos de rareza e incluso de magia. Esperamos que el compromiso con la mecánica cuántica tenga el potencial de romper los patrones normativos del comportamiento humano y negociar nuevas formas de relacionarse con el mundo natural para encontrar nuevos patrones. Nuestro proyecto busca relaciones extrañas entre partículas, seres y pensamientos.
Vuestra investigación tiende un puente entre campos aparentemente dispares, como el folclore y la tecnología, la ciencia y la magia… En este sentido, ¿qué puede aportar a vuestro trabajo un premio como Collide?
Los espíritus de la creencia vernácula sirven para demostrar que el pasado no es en realidad pasado del todo y que los ahogados, quemados y enterrados -siempre han vivido- en el tiempo cíclico, y en el paisaje. Los cuerpos, las almas y los espíritus intersticiales ocupan zonas liminales, contaminadas, al borde del mundo: pantanos, suelos y vertidos. Nos interesan esos espacios y estados intermedios; por ejemplo, el momento en que las leyes de la física clásica se derrumban en el límite del mundo cuántico. La rareza, como forma de pensar manifestada en las fábulas y observable dentro de las interacciones de la física fundamental, nos proporciona una visión ecológica del mundo en la que lo humano y la naturaleza, lo humano y lo no humano, están completamente imbricados, siempre inestables a punto de convertirse en otros.
Lo que recorre tanto las interacciones fundamentales como el folclore báltico y eslavo es una sensación de inquietud, que puede aplicarse tanto a entidades sobrenaturales (como los demonios del paisaje) como a fenómenos naturales (como el agujero negro). Además, existe un interesante paralelismo entre la ciencia (al menos las leyes cuánticas) cuando se observan los elementos básicos de la naturaleza: la observación modifica el objeto que se observa de manera que no es posible desligar el proceso de observación de lo observado. Del mismo modo, el arte surge en un proceso discursivo y a través de momentos de compromiso del público con la obra de arte. Es interesante ver estos paralelismos y sumamente estimulante mantener esas conversaciones con los científicos.
Gusła es la propuesta con la que habéis ganado el Premio Collide ¿Cómo se ha desarrollado hasta ahora?
La palabra “gusła” se traduce del polaco como “brujería” y “conjuro”, derivado del ámbito del folclore rural; se realiza en los cruces de caminos como medio para convocar a las almas perdidas, haciendo surgir lo invisible y lo que no se ve del entorno. El proyecto que proponemos, en su forma final, combinará los medios espacio-temporales con los que solemos trabajar, como la escultura, la instalación, el olor y el vídeo, intentando conjurar lo que está fuera del lugar y del tiempo, inspirado tanto en las historias tomadas de las creencias vernáculas bálticas y eslavas como en los procesos y teorías de la ciencia fundamental. Ambos métodos para entender el mundo permiten visualizar y comprender lo invisible, ambos miran el entorno a micro y macroescala, es decir, en la física se intenta entender el universo a través de sus partículas fundamentales invisibles al ojo. Nuestras ideas se están desarrollando poco a poco en una narrativa de ciencia ficción de invocaciones cuánticas. Estamos empezando a trabajar en el guion y en el storyboard para el nuevo trabajo de vídeo, y esperamos que antes de que acabe el mes de noviembre consigamos capturar algunas secuencias aquí en Barcelona.
No es la primera vez que abordáis este concepto de “rareza” en una de vuestras obras.
Nuestra propuesta de proyecto Gusła es, en cierto sentido, una continuación de nuestra serie de vídeos Mouthless, de la que se han terminado dos partes y la tercera está actualmente en producción. Los vídeos pretenden considerar una serie de urgencias que vemos entrelazadas en la ecología del paisaje, incluyendo la acumulación primitiva; las historias de la deforestación europea; la teoría ecofeminista; los seres folclóricos no muertos originarios de las culturas eslavas y bálticas conectados con el suelo, el pantano y las aguas terrestres; y la redefinición histórica de la relación del individuo y la tierra. En nuestro trabajo, la rareza impregna tanto el contenido como la forma; un montaje o unión de dos o más referencias, estéticas o conceptos que aparentemente no van juntos pretende desestabilizar la certeza del sentido del conocimiento. Húmedo como el musgo, se cuela en las grietas de los textos escritos, en las fisuras de la historia y florece en la reconfortante oscuridad, intrincadamente orgánica.
Al inicio de vuestra residencia combinada, ¿qué esperábais de la ciencia y su influencia en Gusła?
Comenzamos la residencia con el objetivo de desarrollar una narrativa folclórica de ciencia ficción de invocaciones cuánticas. Gusła invocará a los demonios eslavos de los pantanos y los bordes del bosque, los personajes que viven en el medio y tientan a la gente más allá de la línea de seguridad. La narrativa conjuradora servirá de hilo conductor para una serie de obras de vídeo y un conjunto de entornos y objetos escultóricos que se activarán performativamente. Con la escritura de guiones compuesta por la multiplicidad de citas, esperamos hacer referencia a los conceptos de la física y aludir a nuestra extensa lista de lecturas, donde la teoría (eco)feminista y queer se encuentra con la ciencia ficción, interpretada y encarnada de formas inesperadas ya sea a través de canciones, cantos o lecturas en voz alta. Como parte del programa de residencia del CERN Collide, esperábamos, en primer lugar, relacionarnos con la comunidad científica del CERN y averiguar más sobre las teorías y los conceptos para pensar en futuros potenciales para las estructuras de la narración.
¿Y con qué os encontrasteis al entrar en el CERN?
Comenzamos nuestra residencia con viajes subterráneos a los experimentos ATLAS y CMS, con la suerte de poder visitarlos en marzo y abril de 2022, antes de que los experimentos cerraran para los próximos años de investigación. Esto en sí mismo fue una experiencia increíble de un mundo subterráneo al que rara vez se puede acceder, como en los cuentos mitológicos; pero también muy diferente a las fábulas que suelen inspirar nuestra práctica. El ritual del descenso, la dimensión estética de los ambientes y la grandiosidad y la complejidad tecnológica de la maquinaria utilizada en los experimentos le dejan a una la sensación de no tener herramientas suficientes para su completa comprensión.
¿Qué personas os inspiraron y os abrieron nuevas puertas?
Tras la primera semana de conversaciones con miembros de la comunidad científica, nos pareció fascinante cómo la ciencia funciona bajo la premisa del esfuerzo colectivo más allá de la vida individual. Comprendimos que lo mejor es entrar en este mundo con la mente abierta. Nuestro objetivo es entender cómo la rareza entra en el mundo de la física de partículas tanto en el lenguaje (es decir, la introducción de nomenclatura como “quark extraño”) como en los procesos de investigación experimental. Ya en nuestra primera semana en el CERN, también mantuvimos conversaciones desafiantes con los físicos teóricos Michelangelo Mangano y John Ellis, que nos abrieron las puertas a teorías como la Violación de la Paridad de Chien-Shiung Wu.
¿Cómo vuestra estancia en el CERN orientó la residencia en Barcelona?
Nuestro planteamiento de la residencia consistió en recoger todo lo posible durante el mes de mayo que se pudiera conceptualizar y concretar en el cuerpo de la producción, de cara al mes en residencia en el Hangar de Barcelona, en noviembre, y en el mes final en el CERN, en 2023.
¿Y cómo ha sido la experiencia en Hangar?
Hemos estado muy ocupadas durante las primeras semanas de nuestra estancia aquí en Barcelona. Hemos tenido muchas conversaciones inspiradoras con profesionales de la ciencia y la producción cultural. En estos encuentros, hemos hablado de cómo la ciencia sondea lo intermedio y lo invisible. Creemos que muchas de estas reuniones enriquecen nuestro trabajo y complican nuestra forma de pensar filtrándose en el proyecto, que es lo que esperábamos. Consideramos que la posibilidad de trabajar fuera de nuestro contexto habitual es especialmente enriquecedora y una residencia es una oportunidad única para hacerlo.
Durante la estancia en Barcelona, ¿qué centros de investigación habéis podido visitar?
Durante nuestra estancia hemos mantenido una serie de reuniones e intercambios muy beneficiosos para nuestra investigación. En el Barcelona Supercomputing Center (BSC), en una conversación con Artur García y sus colegas, nos enteramos de los desarrollos futuros de la computación (cuántica). Esta conversación se complementó con un interesante diálogo con José Ignacio Latorre, director del Centro de Tecnologías Cuánticas de Singapur, en el que descubrimos más sobre las posibles implicaciones de las tecnologías de computación cuántica en el tejido sociopolítico del mundo.
En el Instituto de Ciencias Fotónicas (ICFO), Lydia Sanmartí nos presentó el centro y aprendimos más sobre la biofotónica de molécula única, así como de nanoelectrónica y nanomecánica cuántica, con los científicos Lukas Lau y Stefan Forstner, respectivamente.
En el Instituto de Ciencias del Cosmos (ICCUB), mantuvimos un inspirador debate sobre los límites de la realidad y las liminalidades entre cultura y naturaleza con los científicos Xavier Luri, Toni Bertólez y Pablo Bueno.
¿Qué han aportado estas visitas a vuestro proyecto?
Cada una de las visitas y conversaciones ha permitido ampliar nuestra investigación y comprensión de los puntos de énfasis en el campo de la física. A lo largo de las mismas, hemos recopilado historias y notas que formarán una narrativa para un proyecto de vídeo ampliado.