Paul Berrondo adapta la obra maestra de Tennessee Williams

La trama de Un tranvía llamado Deseo, de Tennessee Williams, es suficientemente conocida, ya sea porque se ha asistido a alguna de las adaptaciones teatrales que se han hecho, se ha leído el libro o se ha visto la película estrenada en 1951 con dirección de Elia Kazan y protagonizada por Vivien Leigh y Marlon Brando. La hija de una familia de ricos terratenientes visita a su hermana pequeña, que vive en uno de los barrios más degradados de Nueva Orleans con un hombre de modos rudos. El encuentro, que tenía que ser breve, se convierte en una bomba de relojería que estalla desenmascarando los delirios y miserias de los personajes, así como la realidad y los vicios de buena parte de la sociedad norteamericana. Paul Berrondo propone ahora una nueva dramaturgia; le ha dado la vuelta el título, para convertirlo en Desig. Un tramvia, y presentará el montaje, que él mismo dirige, del 30 de noviembre al 18 de diciembre en el Centre de les Arts Lliures de la Fundació Joan Brossa.

Berrondo ha querido trabajar el texto como un juego de espejos de los cuatro personajes principales, que interpretan Cristina Brondo, Iván Hermés, Maria Lanau y Sergio Matamala. El dramaturgo ha indagado, según explica, en "cómo se entrelazan sus deseos, hasta llegar a la imagen más cruda de sí mismos, que les enfrentará con sus propios monstruos". Berrondo manifiesta su atracción por la obra de Williams por "cómo su poesía surge de una prosa directa y realista", y considera el texto, publicado en 1947, de una gran actualidad, puesto que trata cuestiones como las violencias machistas, los estigmas en torno a la salud mental y los prejuicios sobre las clases sociales.

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