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Magda Bolumar instalando la arpillera en La Ricarda, en 1966
Arpillera sin título, 1969-1970
Arpillera sin título, 1969-1970
Arpillera sin título, 1981

‘Arpilleras 1960-1980’, escultura, pintura y arte textil a la vez

La Galería Marc Domènech reivindica la figura de Magda Bolumar con una treintena de piezas que muestran su evolución.

En el argot textil, una charpellera es la pieza fabricada con varios tipos de estopa (cáñamo, yute o rafia) y cosida con una urdimbre muy clara que se suele utilizar para la fabricación de sacos. En los años sesenta, Magda Bolumar se especializó en la confección de arpilleras artísticas de grandes dimensiones que utilizaba como forma de expresión plástica y como lienzo para sus composiciones pictóricas.

Sus obras parten normalmente de la tela de saco, que es manipulada –desfilándola, trenzándola, calándola…– y posteriormente complementada clavando otros fragmentos de tela, cuerdas e hilos. El procedimiento, por tanto, casi es más cercano al de una escultura en bajorrelieve que al de las artes textiles. Compositivamente, se encuentran conexiones claras con el constructivismo de Kandinsky, de Paul Klee y de los artistas de la Bauhaus en el uso de los colores primarios y las formas geométricas en suspensión.

Bolumar (Caldes d'Estrac, 1936) inició su trayectoria a finales de los años cuarenta en el estudio del pintor Rafael Estrany y en la Escuela de Artes y Oficios de Mataró. Allí conoció al escultor Moisès Villèlia, con quien formará el grupo Art Actual y contraerá matrimonio más adelante. A mediados de los años 50, entró en contacto con los miembros del prestigioso Club 49 y del grupo Dau al Set como Joan Brossa, Joan Perucho, Joan Prats o Corredor Mateus, y participó en diversas exposiciones colectivas e individuales.

El crítico Cirici Pellicer definía sus piezas como una confluencia de elementos orgánicos y constructivos caracterizados por el ritmo y la armonía con que Bolumar pone en juego la luz cromática y los valores energéticos del color para expresar una visión cosmogónica del mundo, y en la que las sujeciones de los nervios fibrosos representan “puntos de concentración de fuerza”. Como explica Bernat Puigdollers en el catálogo de la exposición, “estas grandes charpelleras se abren como puertas a una nueva dimensión, son ventanas de evasión, espacios abiertos que arrebatan límites a los muros. Los colores vivos, contrastados en la oscuridad del fondo, aportan luz al espacio, casi como si se tratara de una gran vidriera abierta al exterior”.

En 1966 realizó la mayor charpellera hecha hasta entonces por encargo del matrimonio Gomis-Bertrand. La obra se instaló en el salón de su casa, en La Ricarda, en el delta del Llobregat. Al año siguiente, Bolumar se trasladó a París y de 1970 a 1972 residió en Ecuador. Poco después rehabilitó la masía de Can Dillaire, en el municipio pirenaico de Molló, donde sigue trabajando en su estudio.

En 2019, la Galería Marc Domènech le dedicó la exposición Magda Bolumar. Papeles. Años 60 y 70, y en el 2021 incluyó algunas de sus charpelleras en la muestra colectiva Aquellas pequeñas cosas... (III). Ahora, la propia galería vuelve a reivindicar su figura y trayectoria con Magda Bolumar. Arpilleras 1960-1980. Se exhiben una treintena de creaciones sobre ropa, una práctica artística de un lirismo profundo que tan pronto evoca un mundo cósmico y onírico como representa ramificaciones surgidas de la naturaleza a partir de entramados y estructuras geométricas de gran tensión compositiva.

Fecha de publicación: Viernes, 17 Diciembre 2021
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