Volver

Obra de Antoni Tàpies titulada Portes i fletxes, de 1987, fotografiada per FotoGasull

La espiritualidad de las primeras cosas

Una retrospectiva de Tàpies entre 1958 y 1988 muestra la convivencia y el paso de las pinturas matéricas a los objetos y barnices.

Hasta el 30 de abril de 2023 se puede visitar en la Fundació Antoni Tàpies la exposición El abono que fecunda la tierra. Tàpies (1958-1988), comisariada por Núria Homs.

Todo comienza en 1958, cuando Tàpies ya había captado la atención del público europeo y americano. El pintor irrumpió en los círculos artísticos internacionales con las llamadas "pinturas matéricas", unas obras de superficies opacas con apariencia de muro con las que logró la madurez. Estas obras son un claro ejemplo del espíritu de su tiempo. Resuenan fenómenos como el impacto de la bomba atómica y los nuevos descubrimientos de la física, el interés por el arte de los niños y los enfermos mentales, la fascinación por el arte de los llamados pueblos primitivos o la atención a los graffiti y los espacios urbanos periféricos y degradados.

A menudo se ha descrito Tàpies como pintor informalista y abstracto, pero no es así. A finales de la década de 1950, ambas corrientes empezaban a dejar paso a una nueva generación de artistas que, bajo la influencia de Marcel Duchamp, trataban de ampliar la noción de realismo. Tàpies participaba de estas inquietudes y en la década de 1960 aumentó de forma exponencial su trabajo con objetos como una extensión del primitivismo de las pinturas matéricas “hacia todo lo no-industrial, no-diseñado ni racionalizado”, en palabras del director del Museo Reina Sofía, Manuel J. Borja-Villel.

A las materias y objetos se añadieron, a finales de la década de 1970, unas obras más luminosas en las que el barniz adquiría mayor visibilidad y ofrecía unas transparencias que hacían de contrapeso a la opacidad de los muros, sin renunciar, sin embargo, a seguir representando aquellas partes del cuerpo o funciones fisiológicas consideradas desagradables y repulsivas.

La exposición documenta esta vertiente espiritual de Tàpies. La revalorización de las primeras cosas, lo natural y lo ordinario: la paja, el polvo, las partes del cuerpo menos atractivas. El autor se sitúa en los primeros escalones para alcanzar la iluminación. Los elementos repulsivos que se encuentran en su obra persiguen despertar la conciencia del espectador, removerle el alma, de modo que el arte se convierta en abono del conocimiento y el espíritu crítico.

La entrada para ver El abono que fecunda la tierra. Tàpies (1958-1988) cuesta 8 euros y se puede adquirir de forma anticipada en este enlace.

Fecha de publicación: Jueves, 20 Octubre 2022
  • Comparte