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Imagen de un detalle de la exposición Cosas peqeñas y grandes. Ligereza y fortaleza en la obra de Susana Solano

El mundo afectivo y perdurable de la escultura

Susana Solano expone obras inspiradas en los recuerdos y vínculos de sus viajes con su universo personal.

La obra escultórica de Susana Solano goza de una gran proyección y reconocimiento internacional. A lo largo de su carrera ha participado en certámenes como Documenta de Kassel VIII y IX (1987 y 1992) y la Bienal de Venecia (1988 y 1993), y ha sido galardonada con el Special Prize del museo The Utsukushi-Ga-Hara de Tokio (1985), el Premio Nacional de las Artes Plásticas (1988) o el Premio GAC por su trayectoria artística (2015), entre otros.

Nacida en Barcelona en 1946, Solano estudió en la Facultad de Bellas Artes, donde después impartió clase. Aquí tiene los recuerdos familiares y de infancia, pero su vida ha seguido caminos que la han alejado de la ciudad en la que creció. Según sus palabras, los caminos más memorables los recorrió en África, pero también en Yemen y Siria. Viajar le ha servido para valorar el regreso y dar sentido a la vuelta a casa.

La exposición Cosas pequeñas y grandes. Ligereza y fortaleza en la obra de Susana Solano, que se puede visitar hasta el 28 de octubre en la galería Artur Ramon, muestra algunos de los vínculos entre su obra y estos territorios. En ocasiones, este vínculo se insinúa de forma implícita a través de los materiales o las formas de las piezas, y otras veces se expresa de forma explícita a través de fotografías en blanco y negro tomadas por ella misma.

Como explica la comisaria de la exposición, la arquitecta Marta Llorente, “son territorios de lejanía que se unen a los del tiempo pasado, en el país de la infancia, a miles de recuerdos”. De esta forma, hurgando y construyendo puentes con su universo personal y familiar, Susana Solano acerca sus creaciones artísticas al mundo afectivo del espectador. Las obras que ha pensado y fabricado se ven cercanas, como en una casa. Y aunque son muy diversas –por sus materiales, formas y tamaños– crean un diálogo entre ellas: cada pieza sugiere un espacio propio dentro del espacio compartido. Así, las obras de gran formato explican la razón de ser de las pequeñas, joyas y miniaturas escultóricas, y todas ellas están enlazadas por los recuerdos y vivencias de su autora. Por eso forman parte de un mismo mundo, su mundo, “un mundo de cosas”, tal y como lo habría definido el poeta Rainer Maria Rilke, plenamente consciente de que, desde Gustave Rodin, la escultura ha perdido su pedestal y su lugar en las conmemoraciones para convertirse en objeto emocional con vocación de perdurabilidad. Y aquí reside su fortaleza.

Fecha de publicación: Viernes, 23 Septiembre 2022
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