Polvo de cometa

Tener una visión clara del cielo estrellado es difícil en la ciudad. Edificios, contaminación atmosférica y contaminación lumínica hacen que sea un trabajo realmente difícil relajarse observando el firmamento. Las personas con más ambición astronómica aprovechan para ir a zonas con menos polución, ya sea en azoteas, colinas o zonas de la sierra de Collserola alejadas de la metrópoli. Cada año, del 9 al 13 de agosto, se produce un fenómeno muy especial: la lluvia de las Perseidas, también conocido como lágrimas de San Lorenzo. ¡Cazarlas es todo un reto!

En 1992, el cometa Swift-Tuttle se acercó a la órbita de la Tierra. Dejó restos de minúsculas partículas suspendidas en el espacio que alimentaron el rastro de polvo que el propio cometa había dejado unos 133 años antes y que, durante un corto período del verano, interactúa con la atmósfera terrestre. Cada año, hacia finales de la primera quincena de agosto, la Tierra, en el recorrido que traza alrededor del Sol, cruza la región del espacio donde se encuentran estos restos de polvo.

Al penetrar en la atmósfera, estas diminutas partículas (tan grandes como la cabeza de una aguja) se calientan hasta llegar a la incandescencia, ya que lo hacen a mucha velocidad. En consecuencia, brillan y se encienden convirtiéndose en las estrellas fugaces que vemos desde la superficie. Los que se pueden contemplar alrededor del día de San Lorenzo pueden llegar a exceder las 100 estrellas fugaces por hora. Por esta razón, al fenómeno se le considera una lluvia de estrellas que, por la fecha en que se produce, han sido denominadas como lágrimas de San Lorenzo. También se conocen como Perseidas, puesto que su punto de origen se encuentra en la dirección que marca la constelación de Perseo.

No os perdáis ni una estrella fugaz durante las fechas señaladas. Solo se puede vivir este fenómeno durante estos días de verano. ¿Cuántos podéis cazar? ¡Poneros a prueba!