Acerca de Arcadi Olilveres

Presidente de Justícia i Pau

Barcelona y el espíritu de paz

La ciudad ha demostrado vivir intensamente el valor de la paz y tener voluntad de preservarlo. Pero empañando este panorama aún quedan algunas nubes que deberemos tratar de alejar, al margen de los nuevos retos que se presenten.

Foto: Pere Virgili

Mosaico humano con el símbolo de la campaña “Aturem la guerra” [Paremos la guerra], contra la invasión de Irak por las tropas de Estados Unidos y Gran Bretaña; plaza de Catalunya, 10 de abril de 2003.
Foto: Pere Virgili

En una época en que los enfrentamientos bélicos siguen presentes con toda su fuerza, en que el gasto militar ha alcanzado dimensiones fuera de la razón, en que los ejércitos se privatizan, en que las tácticas de guerra se digitalizan y la banalización de la muerte llega incluso a los juegos infantiles, debemos preguntarnos si los ciudadanos somos capaces de reaccionar ante estas situaciones. Evidentemente, no se trata de ningún paraíso; sin embargo, merece la pena tomar algunos ejemplos de lo que, en este ámbito, ha sucedido históricamente en Barcelona, focalizándolo en los últimos treinta años.

Foto: Frederic Balell / AFB

La movilización de reservistas para ir a combatir a Marruecos, en julio de 1909, donde el día 9 había comenzado la Guerra de Melilla, fue el detonante de la Semana Trágica. En la foto, embarco de tropas con destino a Melilla en el puerto de Barcelona.
Foto: Frederic Balell / AFB

La ciudad ya había vivido protestas en contra del servicio militar desde mucho tiempo antes. En 1773 se produjo un encierro en la catedral en contra del alistamiento ordenado por Carlos III, al que, finalmente, el Ejército tuvo que renunciar. En 1845 y 1870 se produjeron nuevas acciones en contra del reclutamiento, hasta que tuvo lugar el importante estallido que representó la Semana Trágica de julio de 1909, en que la huelga general del día 26 expresó el rechazo popular al envío de tropas a la guerra colonial de Marruecos. Posteriormente, el advenimiento de la Segunda República facilitó la aparición de diferentes organizaciones pacifistas, algunas de las cuales se afiliaron a la Internacional de Resistentes a la Guerra.1

Foto: Robert Ramos

Participantes en la Marcha de la Libertad, nombre genérico de un conjunto de marchas no violentas que se llevaron a cabo por los caminos de Cataluña en el verano de 1976 para reclamar el Estatuto de autonomía, las libertades políticas y la amnistía. Dio pie a la creación del Casal de la Pau de Barcelona, núcleo de numerosas actividades pacifistas de los años ochenta.
Foto: Robert Ramos

Las entidades y organizaciones pacifistas no actuaron durante la Guerra Civil y se limitaron a actividades de carácter humanitario. Ya estaba bastante avanzada la dictadura franquista cuando aparecieron los que serían los primeros protagonistas del movimiento por la paz en Cataluña, prácticamente todos ubicados en Barcelona: Pax Christi y Amics de l’Arca en los años cincuenta, Justícia i Pau y el Institut Víctor Seix de Polemologia en los años sesenta, y los distintos grupos de objetores de conciencia y las acciones no violentas en los años setenta, con la figura destacada de Lluís M. Xirinacs. Será a partir de los años ochenta cuando se vivirá en Barcelona el estallido del pacifismo que sigue plenamente vigente hoy en día. Contribuirán a ello los colectivos organizados que hemos mencionado, pero también la disconformidad con una serie de guerras. Igualmente estarán presentes el debate sobre la entrada y la posterior permanencia de España en la OTAN, las luchas y las acciones en contra del servicio militar, la no aceptación de las dimensiones económicas del militarismo y el florecimiento de diferentes expresiones de la cultura de paz.

Asimismo, puede afirmarse que esta amplia visión pacifista, en el caso de Barcelona, se ha visto completada con una perspectiva de la paz en sentido positivo. Es decir, entendiéndola no solo como ausencia de guerra, sino también como la conjunción de diferentes elementos que pretenden desterrar cualquier aspecto de violencia estructural. De acuerdo con esta concepción, la paz comprendería forzosamente la justicia social, el desarrollo de los pueblos, el respeto por los derechos humanos, la asistencia a las víctimas de los conflictos y la preocupación por la supervivencia del planeta. Veamos a continuación el amplio repertorio ciudadano de movimientos, acciones, centros de estudio, publicaciones, etc., que llevan años trabajando en esta dirección, así como algunas reticencias que se nos presentan al respecto.

La campaña anti-OTAN

Foto: Pérez de Rozas / AFB

Manifestación organizada por el Comité Antinuclear de Cataluña en la Rambla de Catalunya, en marzo de 1979.
Foto: Pérez de Rozas / AFB

El Casal de la Pau de Barcelona fue el núcleo generador de una parte importante de las actividades pacifistas de los años ochenta. Se creó en 1976 tras la realización, a lo largo de diferentes caminos de Cataluña, de la iniciativa no violenta –oficialmente prohibida– conocida como la Marcha de la Libertad. En el Casal convivían Pax Christi, Amics de l’Arca, objetores de conciencia y los miembros del Comité Antinuclear de Catalunya (CANC). Uno de los grupos de objetores de conciencia, el Grupo de Acción Directa No-violenta anti-OTAN (GANVA), fue el primero en realizar acciones anti-OTAN desde 1978. A partir de 1983 facilitaría la formación de la Coordinadora por el Desarme y la Desnuclearización Totales (CDDT), de donde surgiría un año más tarde la Coordinadora de Cataluña de Organizaciones Pacifistas (CCOP), que llevaría el peso de la campaña por el “no” a la OTAN en el referéndum por la salida de la organización del año 1986.

Foto: Pilar Aymerich

Las primeras Jornadas Catalanas de la Mujer en el paraninfo de la Universidad de Barcelona, en mayo de 1976, un momento fundacional del movimiento feminista catalán.
Foto: Pilar Aymerich

Durante los años previos al referéndum Barcelona hervía de acciones antimilitaristas, impulsadas, entre muchos otros, por los objetores, el colectivo GANVA (desde 1981 rebautizado como Grupo Antimilitarista de Barcelona, GAMBA), Justicía i Pau, el CANC, la vocalía de mujeres, los sindicatos y los partidos situados a la izquierda del PSC. Recordemos la manifestación en contra de la entrada de España en la OTAN del 18 de octubre de 1981, la marcha de las antorchas del 21 de octubre de 1983 –en la que, además de la salida de la OTAN, se reclamaba el cierre de las bases norteamericanas en España y se protestaba contra los euromisiles–, la cadena humana por la paz del 20 de mayo de 1984, la marcha de columnas del 2 de diciembre de 1984 y la manifestación contra la visita del presidente norteamericano Reagan del 5 de mayo de 1985.

La campaña del “sí” en el referéndum sobre la OTAN se podría estudiar como modelo de manipulación informativa y desenfoque democrático, ya que convirtió la consulta en un plebiscito de confianza a favor de Felipe González, quien había transformado radicalmente su propuesta inicial de salida en la de una permanencia con tres condiciones que jamás se han llegado a cumplir. Aunque el “no” ganó en Cataluña, Euskadi y Canarias, es evidente que el resultado afectaría a un movimiento que se recondujo hacia nuevas propuestas. En unos primeros momentos se produjeron acciones de protesta en pro del desmantelamiento de las bases norteamericanas y manifestaciones en Barcelona en contra de los ataques de Estados Unidos en Libia y de su intervención en Nicaragua.

Otro elemento nacido unos años antes fue tomando fuerza en paralelo a la campaña anti-OTAN: la objeción de conciencia al servicio militar. Su tratamiento experimentó un cambio radical a partir de la aprobación por parte del Gobierno español, en octubre de 1983, del proyecto de la Ley Reguladora de la Objeción de Conciencia y de la Prestación Social Sustitutoria (LOC), que recibiría el visto bueno parlamentario el 28 de diciembre de 1984. La LOC, por su carácter cerrado y represivo, fue rechazada mayoritariamente por el pacifismo catalán y dio pie, ya en su período de tramitación, a acciones de distinta índole, como la protesta realizada en el castillo de Montjuïc el 9 de abril de 1984 a cargo del Movimiento de Objeción de Conciencia (MOC). En octubre se creó, también en Barcelona, la Coordinadora Mili-KK, que organizó varias acciones contra la semana de las fuerzas armadas y los abusos que se producían durante el servicio militar, así como un trabajo de denuncia de la situación en los cuarteles.

Foto: Pepe Encinas

Protesta contra el ingreso de España en la OTAN, el 2 de marzo de 1986.
Foto: Pepe Encinas

El tema de la objeción de conciencia se complementó con la creación en Barcelona, en 1983, de la Asamblea de Objeción Fiscal, una organización que, mediante prácticas de desobediencia parcial a la ley del IRPF, pretendía denunciar el absurdo gasto militar y las inversiones armamentísticas derivadas de la integración de España en la OTAN. Más adelante, dada la imposibilidad de aceptar los términos de la ley de objeción de conciencia, a partir de 1987 adquirió toda su fuerza el movimiento de insumisión, un elemento básico de presión que culminó el 9 de marzo de 2001 con la supresión del servicio militar obligatorio.

Educación por la paz

Al mismo tiempo se fue expandiendo en el ámbito barcelonés un proceso de reflexión interna que condujo a un intenso trabajo de formación, de investigación y de edición que podríamos integrar genéricamente bajo el nombre de educación por la paz. En este sentido cabe destacar la aparición, en fechas muy próximas (1983 y 1984), de la Fundación por la Paz, del Seminario Permanente de Educadores y Educadoras por la Paz de la Facultad de Formación del Profesorado de la Universidad de Barcelona, de la Sección de Estudios sobre Paz y Conflictos del CIDOB y de la Universidad Internacional de la Paz, ubicada en Sant Cugat del Vallès, que se añadirían a las labores pedagógicas de Justícia i Pau. En el terreno de la cultura de la paz, cabe también referirse a diferentes publicaciones periódicas de carácter pacifista, o sencillamente críticas con el militarismo, que aparecieron en esa época, editadas casi siempre desde Barcelona, como La Puça i el General, por parte del GANVA, y, al margen de los boletines de las entidades mencionadas, La Puça i el General, Mientras Tanto, Pissarra Pacifista, El Viejo Topo, BIEN – Boletín de Información sobre Energía Nuclear, En Peu de Pau, Per la Pau y Sobre Pau.

En este balance resulta igualmente imprescindible resaltar el importante papel del feminismo en la lucha por la paz, tal como se desarrolló en Barcelona. De las II Jornadas Catalanas de la Mujer, de mayo de 1982, surgió DOAN (Mujeres Antimilitaristas), que otorgaba un contenido más amplio a la lucha por la paz con la negación a engendrar hijos para la guerra y a mantener los gastos militares en lugar de los sociales. Más tarde se organizaron acciones contrarias a la incorporación de mujeres al ejército y manifestaciones y acciones frente a la fábrica Pegaso de Barcelona, que producía material de guerra.

Las guerras de los años noventa

La siguiente etapa a considerar, ya entrados los años noventa, consistió en gran medida en acciones contra las múltiples guerras de la década. Fue pionera la que se produjo a raíz de la primera conflagración de Irak. La aportación española, con logística y puesta del territorio a disposición de los aliados, motivó manifestaciones entre julio de 1990 y febrero de 1991. También cabe destacar los dos casos de deserción que se dieron en Cataluña, protagonizados por dos tripulantes de corbetas que zarpaban hacia el Golfo. Recordemos aquí la publicación de ocho ediciones del Diari de la Pau, desde enero hasta abril de 1991, que permitió presentar una visión bastante diferente a la que exhibían, muy en línea gubernamental, los grandes medios de comunicación locales.

La guerra en la antigua Yugoslavia propició más adelante el nacimiento de acciones de solidaridad con las víctimas. En 1995 el Ayuntamiento creó el Distrito XI (añadiendo Sarajevo a los diez distritos de la ciudad) y, en febrero de 1996, se abrió una embajada de democracia local barcelonesa en la capital bosnia, bajo el paraguas del Consejo de Europa. La embajada canalizaba las ayudas procedentes de Cataluña y promovió la rehabilitación de 1.647 pisos. El distrito funcionó hasta 2004.

También vinculada a las acciones en contra de la guerra, la que tuvo lugar el 15 de febrero para rechazar el inminente ataque a Irak representa posiblemente el punto álgido del antibelicismo en Barcelona y, por extensión, en toda Cataluña. Efectivamente, tras constatar que había contado con una asistencia de más de un millón de personas, el presidente estadounidense George H. Bush pronunció su célebre frase: “La manifestación de Barcelona no podrá detener la guerra”. Caceroladas y multiplicidad de acciones promovidas por la activísima plataforma “Aturem la guerra” [Paremos la guerra] continuaron sucediéndose en la ciudad durante febrero y marzo de 2003.

En los últimos años, la presencia pública del pacifismo catalán quizás no se ha notado tanto, pero eso no significa que haya habido inacción. Algunos elementos nos demuestran que Barcelona es un magnífico espejo de una amplia variedad de preocupaciones antibelicistas y de una voluntad de progreso de la paz. Citaremos algunos, sin ánimo de ser exhaustivos.

La tradición no violenta sigue presente con la labor de Artesans de la Pau, que desde 1981 realizan cada jueves un acto de presencia silenciosa de media hora en la plaza de Sant Jaume, en una reivindicación permanente frente a los conflictos armados del momento. En una línea similar, un elevado número de catalanes se han implicado como miembros de las Brigadas Internacionales de Paz (BIP) para defender in situ a las víctimas de la violencia y a todas aquellas personas que trabajan en defensa de los derechos humanos.

La educación por la paz también se hace presente en la Escuela de Cultura de Paz de la Universidad Autónoma de Barcelona; en la celebración anual del Día Escolar de la No Violencia y de la Paz (DENIP), que suele conmemorarse en el barrio del Poblenou ante de la estatua de bronce de Gandhi esculpida por Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz 1980, y también en las acciones de la Fundación por la Paz, que ya en 1999 promovió la campaña “Por la paz: no a la investigación militar”, en colaboración con la citada Escuela de Cultura de Paz, Justícia i Pau y otras entidades, como el Centro Unesco y la Asociación para las Naciones Unidas.

Otra faceta que no podemos dejar de mencionar es el otorgamiento anual de premios de reconocimiento a personas e instituciones que trabajan en este ámbito. Recordemos los que han creado la Asociación para las Naciones Unidas, la Fundación Comín, el Instituto Catalán Internacional por la Paz (ICIP) y el Instituto Víctor Seix de Polemología, creado en 1967 y que, por tanto, cumplirá su cincuenta aniversario en breve.

Como acción por la paz muy significativa surgida durante las tres últimas décadas, cabe referirse a la celebración del Parlamento de las Religiones, llevado a cabo en el ámbito del Foro de las Culturas de 2004. Campañas como las de ciudades desnuclearizadas, en contra de las minas antipersona y para la erradicación de las bombas de racimo serían otras iniciativas a tener en cuenta. Tampoco podemos olvidar las acciones permanentes de solidaridad que se llevan a término desde hace muchos años con los pueblos víctimas de la opresión y de las guerras, de las que a menudo han surgido comités de solidaridad y asociaciones como Stop Mare Mortum, que, complementando la labor de SOS Racismo, se preocupa intensamente por la suerte de los refugiados –¿por qué no inmigrantes?–, tal como ya se había hecho en 1978 con la creación de la Asociación Catalana de Solidaridad y Ayuda a los Refugiados (ACSAR), a raíz del exilio motivado por las dictaduras latinoamericanas.

Estudios sobre el armamentismo

El tema del armamentismo ha merecido también una dedicación especial. A los antiguos trabajos de la Cátedra Unesco de la UAB se añadió desde 1987 la Campaña Contra el Comercio de Armas (C3A), promovida inicialmente por Justícia i Pau y la Fundación por la Paz, y transformada posteriormente en el Centro Delàs de Estudios por la Paz. El centro, actualmente una institución independiente, se dedica a cuestiones de economía de la defensa denunciando el gasto militar, la I+D con fines de guerra, la industria y el comercio de armamento. Durante los últimos años ha dedicado una atención especial a la llamada banca armada y a la financiación de la fabricación de máquinas de guerra.

Foto: Pere Virgili

Manifestación en favor de los refugiados realizada el 19 de junio de 2016 bajo el lema “Abrid fronteras, queremos acoger”.
Foto: Pere Virgili

El largo trabajo realizado ha permitido la institucionalización de algunas de las entidades implicadas en el pacifismo. En un primer momento aparecieron varias federaciones catalanas de las que más tarde surgió Lafede.cat – Organizaciones para la Justicia Global. Por otra parte, la aprobación en 2003 por el Parlamento de Cataluña de la Ley de Fomento de la Paz dio pie a la creación del Consejo Catalán de Fomento de la Paz y del Instituto Catalán Internacional por la Paz (ICIP), dedicado a la investigación y al fomento de la paz, publicaciones y archivo. En una línea paralela, en 2009 el Ayuntamiento de Barcelona creó el Centro de Investigación Internacional para la Paz de Barcelona (CRIPB) como centro de formación en gestión de crisis y operaciones de paz en todo el mundo.

La ciudad ha demostrado vivir intensamente el valor de la paz y tener voluntad de preservarla. Podemos sentirnos satisfechos, pero no completamente. Al margen de los retos que en un futuro puedan presentarse, quedan todavía algunas nubes que deberemos tratar de ir alejando durante los próximos meses. Mencionemos a título de ejemplo la potenciación de algunas industrias de componentes de tecnología militar que se han radicado en el distrito 22@, la contradictoria permanencia de las fuerzas armadas en los salones de la Infancia y de la Enseñanza, la presencia de proyectos de I+D militar en algunas universidades con sede en Barcelona, la visita periódica a la ciudad de buques de guerra y las maniobras militares que siguen siendo frecuentes en la sierra de Collserola. Elementos que no nos permiten afirmar definitivamente que Barcelona “vive en espíritu de paz”.

Nota bibliográfica

1. Estas informaciones y otras que aparecen en el artículo se han extraído del libro de Enric Prat Moviéndose por la paz, Hacer Editorial, Barcelona, 2006. Se trata de un estudio exhaustivo y muy bien documentado sobre el movimiento por la paz en España en las décadas de los años ochenta y noventa del siglo pasado. También resulta un buen complemento el trabajo de Xavier Garí Els primers col·lectius i organitzacions per la pau i la no-violència sorgits a Catalunya, Universitat Autònoma de Barcelona, Bellaterra, 2002 (tesis de maestría).