Acerca de Griselda Oliver Alabau

Filóloga and journalist

Un paisaje lingüístico diverso

La globalización ha impulsado la movilidad y el intercambio cultural en todo el mundo. En Cataluña se hablan más de trescientas lenguas. Barcelona, que aglutina gran parte de la inmigración que llega al territorio, se ha convertido en un mosaico muy diverso de culturas y lenguas.

Según el Padrón Municipal de Habitantes, actualmente en Barcelona viven 347.897 personas de origen extranjero, muchas de las cuales no conocen la realidad catalana cuando llegan. Creen que el castellano es la lengua que se habla aquí y suele ser la primera que aprenden. En algunos casos después deciden estudiar catalán, porque facilita la vida en la ciudad. Otros simplemente lo hacen para regularizar su situación, ya que necesitan acreditar unos conocimientos mínimos de catalán para conseguir el certificado de arraigo.

Ahora bien, los forasteros tienen dificultades para encontrar un espacio en el que practicar el catalán y suelen experimentar el trato social en castellano, sobre todo en grandes ciudades como Barcelona, ya que la ciudadanía local está acostumbrada a asignar el uso del castellano a los recién llegados. Aunque inicien una conversación en catalán, la mayoría de los autóctonos les responden en castellano, lo que les puede generar cierta frustración y que desistan de aprender el catalán.

Presentamos una muestra de diferentes colectivos para descubrir cómo se han adaptado a una ciudad multilingüe como Barcelona.

Británicos, en busca de calidad de vida

El clima mediterráneo y la calidad de vida –la vida fuera de casa, la comida, las relaciones sociales– son fundamentales para la decisión de los británicos de vivir en Barcelona: representan el 2,44 % de la población extranjera. Viven considerablemente repartidos, aunque se concentran en los distritos de L’Eixample, Ciutat Vella, Sant Martí y Gràcia.

Pese a que la mayoría de británicos residentes en la ciudad suelen tener trabajos relacionados con la lengua inglesa, el idioma no es obstáculo para integrarse y, de hecho, suelen relacionarse con la población local y forman muchas parejas mixtas. Según los datos de 2011 del censo de población y viviendas del Idescat, el 72,1 % de los británicos entiende el catalán.

Los brasileños, una comunidad abierta

Los brasileños son, en general, una comunidad abierta con mucha capacidad de integración. Viven dispersos por toda la ciudad. Las dimensiones y la diversidad de la comunidad son considerables, como su país de origen: un 2,1 % de la población extranjera de Barcelona procede del Brasil. Sin embargo, estos datos deben ser relativizados, puesto que hay personas que poseen la doble nacionalidad.

Como el portugués es también una lengua románica, a los brasileños les es más fácil aprender el catalán y el castellano que a otros colectivos. “Las personas con estudios probablemente estudiaron algo de castellano al plantearse venir a vivir a Barcelona, pero no catalán”, aclara Andréia Moroni, doctoranda de Sociolingüística y presidenta de la Associação de Pais de Brasileirinhos na Catalunha. Quienes carecen de estudios suelen hablar solo en castellano, aunque también los hay que “no llegan a hablar ninguna de las dos lenguas y se quedan en un punto intermedio, que no es ni catalán ni castellano, lo cual, por otra parte, no les representa ningún problema para vivir aquí”, según Moroni.

El pragmatismo italiano

Los italianos representan el 9,16 % de la población inmigrada en Barcelona, aunque en este caso también hay que relativizar el dato debido a la doble nacionalidad de algunos miembros del colectivo. Viven en áreas tan distintas como Ciutat Vella, L’Eixample, Gràcia, Sants-Montjuïc o Sarrià-Sant Gervasi, y no en comunidades cerradas.

Suelen utilizar el castellano en las relaciones interpersonales y en contextos de ocio. Según Nicola Vaiarello, investigador visitante del Centro Universitario de Sociolingüística y Comunicación (CUSC-UB), que ha realizado un doctorado sobre los italianos en contextos educativos plurilingües, tras esta actitud hay un discurso de utilidad: “La relación que establecen con el catalán como lengua regional está influida por la situación de sus lenguas de origen”, asegura, ya que en Italia hay una serie de lenguas regionales y dialectos sin estatus oficial. “Si tuviesen ese estatus, el hecho se traduciría en un mayor prestigio para la lengua respectiva y, en un contexto multilingüe, en una actitud más positiva hacia una situación como la catalana”, observa.

El Pakistán hermético

La inmigración pakistaní, que representa en Barcelona el 7,42 % de la población foránea, tiene habitualmente motivos económicos y laborales. La mayoría son jóvenes, practican el islam –si bien también hay comunidades cristianas minoritarias– y hablan punyabi, una lengua mayoritaria en Pakistán, pero no oficial: el urdu es la lengua oficial y de prestigio y la que se enseña en la escuela.

Como la prioridad de este colectivo es encontrar trabajo, la cuestión de la lengua es secundaria y el interés por realizar cursos de catalán está enfocado a obtener el certificado de arraigo. A estos factores se suma un tercero: “Si no amas tu lengua, es difícil entender la situación del catalán, ya que ves el castellano como la lengua de prestigio”, observa Imanol Larrea, doctorando que ha estudiado el caso de los pakistaníes en Barcelona. Pero también hay quien considera el catalán como una vía para integrarse: así la Asociación de Trabajadores Pakistaníes, finalista de la edición de 2016 del premio Martí Gasull a la ejemplaridad en defensa de la lengua, que otorga la entidad privada Plataforma per la Llengua.

La sensibilidad amazigh

La mayoría de la población amazigh, procedente del norte de África, especialmente del Marruecos y Argelia –el 4,78% y el 0,64% de la población inmigrante en Barcelona, respectivamente–, se concentra en poblaciones de las dos primeras coronas metropolitanas como Cornellà de Llobregat, Sant Joan Despí y Sabadell, y en el barrio de Torre Baró .

Es un colectivo que conserva notablemente sus costumbres, sobre todo en cuanto a las relaciones interpersonales, tradiciones y religión –practican un islam popular mezclado con costumbres locales–, pero tienen una mentalidad abierta, participan en la vida social y muestran especial sensibilidad hacia la cuestión lingüística debido a su propia especificidad como colectivo en sus países de origen. Las personas con pocos o nulos estudios y que han venido por motivos laborales suelen limitarse a aprender el castellano, mientras que los universitarios sienten una mayor atracción por el catalán, tal como observan Äl·la N Ayt Lhu (Abdellah Ihmadi) y Aziz Baha, secretario y presidente de la Casa Amaziga de Cataluña, respectivamente.

Japoneses, un colectivo monolingüe

Los japoneses forman una población poco numerosa y mal conocida en Barcelona: representan el 0,58 % de la población extranjera y viven en distritos como Sarrià-Sant Gervasi o Les Corts. Su grado de integración varía en función de los motivos que los condujeron a migrar.

Por un lado se cuentan los que están de paso, trabajadores enviados por empresas japonesas o profesores del Colegio Japonés, que se esfuerzan por mantener sus costumbres de origen. No suelen apuntarse a cursos de catalán y priorizan el castellano, lo que refleja la ideología monolingüe de Japón. Y en segundo lugar están los que se instalan aquí por razones familiares, culturales o académicas y se adaptan a las costumbres locales, que combinan con las suyas. Se apuntan a cursos de catalán “por curiosidad”, pero no lo utilizan como lengua habitual: “La segunda generación de emigrantes japoneses o las parejas mixtas, en cambio, sí suelen tenerlo como lengua habitual”, explica Makiko Fukuda, profesora de Traducción e Interpretación en la Universidad Autónoma de Barcelona y experta en transmisión lingüística en el seno de familias mixtas.


(Nota: En las fotos superiores, de izquierda a derecha, Javed Ilyas, fundador y presidente de la Asociación de Trabajadores Pakistaníes, ante la sede social de la entidad en la calle del Robador, y Andréia Moroni, presidenta de la Associação de Pais de Brasileirinhos na Catalunha. El investigador italiano Nicola Vaiarello, la profesora japonesa Makiko Fukuda y, juntos en la última foto, Aziz Baha y Äl·la N Ayt Lhu, presidente y secretario de la Casa Amaziga de Cataluña, respectivamente.)

El arte de la palabra como herramienta de transformación

El arte atraviesa fronteras, también las interiores de una sociedad. El proyecto teatroDENTRO y el certamen literario Vivències buscan acercar la cultura y la palabra a lugares insólitos, como las prisiones.

teatroDENTRO
TeatroDENTRO offers constant dramatic training four hours a day at Quatre Camins prison to give its members more work opportunities once they recover their freedom.

Los entornos urbanos y cosmopolitas facilitan la inserción social de colectivos que están en riesgo de exclusión mediante el uso de diferentes herramientas educativas. La educación es un proceso vital mantenido en el tiempo que no consiste solamente en un aprendizaje reglado, sino que se dirige sobre todo a alcanzar el bienestar personal y una vida social de calidad. Si el ser humano es sociable por naturaleza, la ciudad como símbolo social es idónea para el desarrollo de acciones educadoras.

En este entorno ciudadano hay que situar los dos proyectos que se dan a conocer aquí, teatroDENTRO y el certamen literario Vivències, que muestran a Barcelona como un modelo de inclusión mediante la educación. Ambos tienen como objetivo acercar la cultura y la palabra a lugares inesperados, como son las prisiones de Barcelona. Y es que el arte puede atravesar fronteras.

La compañía teatroDENTRO, creada hace diez años, forma parte del proyecto transFORMAS, una asociación de profesionales que investiga la relación entre las artes escénicas y la transformación social. A diferencia de los demás  talleres, teatroDENTRO ofrece una formación artística constante de cuatro horas al día en la prisión de Quatre Camins para dar a sus integrantes más oportunidades de trabajo al salir en libertad. “En este proyecto los internos encuentran un oasis, un lugar donde poder expresarse tal y como son, e incluso algunos pueden descubrirse por primera vez a sí mismos”, asegura Eva García, directora de transFORMAS. El mundo de la prisión es maniqueo: la frontera entre el bien y el mal está tan delimitada que condiciona a los propios presos. El proyecto ha demostrado a la compañía que la cultura dispone de muchos espacios de expresión, aunque trabajar en una prisión es ya de por sí muy duro: “Hay que construir una relación de confianza sin olvidar dónde estás y qué haces”, concluye Eva.

Asimismo, la Institució de les Lletres Catalanes (ILC), conducida por Laura Borràs, ha puesto en marcha varios proyectos para difundir las letras entre distintos ámbitos y colectivos, incluso aquellos –como el de las prisiones– que, aunque a priori puedan no sentirlas próximas, con el tiempo pueden llegar a sentirse cautivados por ellas. La ILC quiere llevar la palabra a tantos lugares como sea posible, ya que la palabra ayuda a paliar el sufrimiento, a olvidar y a rencontrarnos.

© Noemí Roset
Una interna de Can Brians recitando un poema propio en el marco del concurso de poesía organizado por la Institució de les Lletres Catalanes.

Junto con los proyectos como el Cicle de Lletres i Salut (PINSAP) o las tertulias literarias en los trenes durante el día de Sant Jordi, la ILC suele programar anualmente, con la colaboración del poeta Carles Rebassa, un concurso de poesía y relatos de internos de las prisiones que acaban publicándose en un volumen titulado Vivències. Este año se ha presentado la tercera edición en Can Brians 1.

Es en este sentido de purificación y liberación de todas las vivencias anteriores, por lo tanto, en el que puede utilizarse el arte como herramienta de transformación, de catarsis. De este modo muchos pueden reencontrarse consigo mismos, creer en sí mismos, buscar su puesto en la sociedad y sentirse, definitivamente, incluidos en ella.

Nota

Vídeo del recital de poesía en Can Brians, 7 de mayo de 2014 (autora: Noemí Roset): http://vimeo.com/95132016.