Poesia Contracultura Barcelona
Coordinadores: David Castillo y Marc Valls
Ayuntamiento de Barcelona
Barcelona, 2016
400 páginas

Gracias a las páginas de ‘Poesia Contracultura Barcelona’ podemos adentrarnos en un tiempo y en unas obras que lucharon contra todo, incluso fueron en su contra, y este es el riesgo de encararse con la poesía como forma de vida, como rabia, casi entendida como una inmolación.

La poesía, la auténtica, aquella que es indomable e indomesticable, siempre tiene que entenderse como un acto contracultural: cuando lo que se defiende a ultranza es una libertad salvaje, se alcanza una independencia moral y creativa que lucha contra las modas imperantes y contra lo que propugnan los más poderosos desde sus tribunas de mandarinato. Porque la poesía, queramos o no, siempre orbita alrededor de unos márgenes muy estrictos de trinchera, o sea,

de lucha lenta y oculta pero indestructible. De una manera u otra, es cierto lo que pregona el ya mítico verso de Hölderlin: “Lo que perdura lo fundan los poetas”.

Empieza a ser hora de que empecemos a revisar, revisitar, revalorizar y remover el legado de unos años no demasiado lejanos pero sí bastante desconocidos. Por eso tiene tanto valor una antología como Poesia Contracultura Barcelona, coordinada con eficiencia por David Castillo y Marc Valls y publicada con remarcable acierto por el Ayuntamiento de Barcelona. Gracias a estas páginas podemos adentrarnos en un tiempo y en unas obras que lucharon contra todo, incluso fueron en su contra, y este es el riesgo de encararse con la poesía como forma de vida, como rabia, casi entendida como una inmolación.

Porque estamos hablando de un sacrificio colectivo, o es de lo que hablan estas páginas de triste felicidad, páginas para expertos en historiografía literaria pero también para neófitos curiosos que quieran descubrir material nuevo, secreto, valioso, inencontrable sin este manual. Al epílogo que acompaña tal antología de bastiones definitivos, el emblemático Joan Vinuesa habla de estos autores que releemos, de los “atrevidos malditos”, de los “elegidos de los dioses”, de los “valientes inconscientes”, de los “delirantes voluntarios”… Formas diferentes, pero acertadas, de bautizar a unos ángeles de fuego que, en hilera, conforman una caravana prohibida de gritos particulares, seres que con su intensidad y brutalidad decidieron abrir los límites, hacerlos un poco más habitables y posibles para quienes vendrían después, todo a través de una poesía desafiante y vivísima, tanto que aún late y centellea. Porque no es de muerte de lo que habla el libro, sino de la vida y de su triunfo.

Ellos fueron, y aún son, Albert Subirats, Pau Maragall, Pepe Sales, Jordi Pope, Jaume Cuadreny, Pere Marcilla, Xavier Sabater, Roberto Bolaño, Raúl Núñez, Mònica Maragall, Leo Segura, Zane Speer, Jordi Carbó, Carlos Iguana, J. Daniel Vidal, Sebastià Roure, Piru Cirugeda y Genís Cano. Seres re-cor-dados por los que aún quedan, otra larga caravana de insignes colaboradores que han contribuido a amalgamar la titánica labor de recolección de poética memoria histórica que es Poesia Contracultura Barcelona: desde el ya citado Vinuesa hasta Enric Casasses, pasando por Lina Giralt, Lulu Martorell, Pau Riba o Jesús Lizano, que vuelve de entre los muertos una vez más para volver a constatar la curvatura del todo.

Lo único que se puede reprochar a este libro ya imprescindible –más que una serie de páginas, es el retrato histérico de una época– es que un volumen epifánico y memorable de estas características necesitaría el doble, o el triple, de espacio, porque la selección es esmerada, minuciosa, sensacional; tanto como para que revivamos algunas chispas de aquel gran fuego ritual que sigue quemando a fin de que entendamos de una vez que la poesía, la poderosa, la de veras, es esta fundación de nuevas eras, un eterno ataque contracultural que, poco a poco, irá consiguiendo hacerse su espacio necesario, a base de insistir, hasta que también la ceniza se vuelva de nuevo rescoldo.