Acerca de Júlia Bacardit

Periodista

Nutrición consciente, la medicina preventiva

Una alimentación consciente para conseguir una vida sana: tal es el principio que guía a estos tres nutricionistas. Marc Vergés, Marta Castells y Consol Rodríguez sufrieron enfermedades o afecciones crónicas y han podido hacerlas retroceder gracias a cambios en la alimentación.

Foto: Dani Codina.
Marc Vergés.

A Marc Vergés le diagnosticaron una enfermedad autoinmune crónica con solo diecisiete años. La medicación le causaba efectos secundarios y nadie le ofrecía alternativas. Escogió la carrera de Nutrición, pero la formación universitaria le decepcionó. Se decantó por la nutrición oriental, la tibetana y la china y por la medicina naturista. No está seguro de haber superado la enfermedad, pero sí los síntomas, y la salud le ha mejorado mucho. Los ingredientes de su fórmula del éxito han sido descanso, ejercicio y una dieta saludable.

Durante una época se hizo vegetariano, pero tuvo que dejarlo. Es partidario de la dieta paleolítica, pero insiste en que trata a cada paciente con una dieta personalizada. A largo plazo, su objetivo es conseguir que sus pacientes tomen el mínimo posible de medicamentos: “Es incomprensible que a los sesenta años el 65-70% de las personas estén polimedicadas”, considera.

Preparados para no comer

“No quemamos tantas calorías como nuestros ancestros, porque no nos cuesta tanto ganarnos el alimento”, explica Vergés. Una buena estrategia para combatir la sobrealimentación generalizada y alinearnos con los humanos del Paleolítico es depurar el cuerpo a base de triturados y de verde: “Genéticamente estamos preparados para no comer, somos una especie que aguanta bien el ayuno. La mala dieta se paga con ansiedad, depresión y procesos inflamatorios”. Vergés sostiene que la medicina alopática (que palía los síntomas) y la integrativa (que va a la raíz) deben combinarse en lugar de excluirse. Es partidario de alternar proteína animal con alimentación viva (fruta y verduras crudas o poco cocinadas), pero advierte: “No es factible establecer una alimentación estándar. No puedo asegurar que la dieta paleolítica valga igual para todo el mundo.”

Vergés es un defensor del producto ecológico y carga contra los transgénicos, que tenían que servir para erradicar el hambre y combatir las plagas, pero se han convertido en el negocio de unos cuantos. Ante la probable aplicación del acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y los Estados Unidos (Transatlantic Trade and Investment Partnership, TTIP), Vergés afirma que los alimentos y productos americanos no son saludables: “Si no se adecuan a nuestras normas, tendrían que vender sus productos a precios muy altos”, señala.

Foto: Dani Codina.
Marta Castells.

Veganismo inclusivo

Marta Castells es profesora de yoga y nutrición en el Club David Lloyd y ha publicado Vegana i catalana (Viena Edicions, 2016). El interés por la alimentación se le despertó en el viaje de final de curso de COU. “Veía que todo el mundo digería bien y yo no. Tenía dolor de estómago, sufría estreñimiento”, recuerda. Dejó el embutido y se pasó al pan integral. Aprendió a cocinar y a disfrutar en la cocina. A los veinte años se inició en la macrobiótica y el yoga. Marta siempre pregunta a sus alumnos si suelen tener frío o calor. “Si no sabes esto, ¿de qué te sirve que te diga que los alimentos yin aportan frío y el resto calor?”

Lo ideal es empezar por hábitos simples: “Si intentas empezar con una dieta demasiado estricta, lo más probable es que abandones pronto”, explica. A ella, los cambios en la alimentación no le dieron resultado hasta que aceptó hacerse adulta. “Creía que podía cambiar el mundo solita y me estrellé. Más que curarme la homeopatía, me curé yo misma”. Insiste en que no hay seguridades ni alimentos fantásticos y relaciona los alimentos con las emociones. “Tenemos la cultura, el poso de lo que hemos comido toda la vida: las croquetas de la abuela, los canelones de mamá. Eso también lo queremos”. Sus recetas son veganas, pero las elabora “con la voluntad de incluir a todo el mundo”.

“Si te rompes un brazo, ve y que te lo enyesen: la acupuntura no te servirá de nada”, afirma Marta, convencida de que hay que combinar la medicina alopática con las medicinas alternativas, aunque los intereses económicos de las farmacéuticas no lo ponen nada fácil. Su fórmula es fortalecer a la persona, hacerla más consciente de su cuerpo y sus deseos sin caer en la obsesión por la estética. “Nunca me he acabado de creer eso de los rayos UVA –declara–. Y tampoco las proezas de las cremas antiarrugas.”

Marta es soltera sin hijos y está harta de las mujeres, –algunas, alumnas suyas– que se quejan de la edad y quieren parecer jóvenes. “El cuerpo es un organismo que, si lo mantienes sano y equilibrado mental y emocionalmente, lo aguanta casi todo”, asegura.

Foto: Dani Codina.
Consol Rodríguez.

Buscar el estilo de vida correcto

Consol Rodríguez es artista visual y nutricionista autodidacta. Le detectaron un lupus en la piel cuando era muy joven, y poco después su padre moría de cáncer. Optó por la homeopatía y aprendió a cocinar bajo el lema: “¿Qué puedo hacer en la cocina que mejore mi vida?”. Es autora de Raw Food Anti-aging (Ediciones Urano, 2016). “Tenía la boca llena de herpes y la cara escamosa, era doloroso –recuerda–. Ahora estoy bien”. Califica la medicina alopática como “medicina de emergencias”, y reivindica la importancia de síntomas como la fiebre. Cree que los problemas autoinmunes derivan de un estilo de vida incorrecto y que, con una buena alimentación integrada a tiempo, la incidencia de la mayoría de enfermedades que ahora son pandemia (cáncer, diabetes, obesidad) bajaría muchísimo: “El cuerpo que genera una enfermedad autoinmune ya no es capaz de curarse. Hay que prevenir las enfermedades antes de llegar a estos extremos”. Cuando le diagnosticaron el lupus visitó a una oncóloga de medicina integrativa que le recetó una terapia a base de zumos, omega 3 y flores de Bach, que le ayudó a reducir el estrés y cambiar de vida.

“No somos superhombres y no podemos rendir continuamente, tenemos que comprendernos y descubrir qué falla –afirma Consol Rodríguez–. Somos lo que comemos y lo que respiramos, somos todo lo que hacemos”. De niña renunció a la carne y ahora al marisco, las legumbres y las semillas. Es vegana por ética e insiste en que “tenemos que escuchar a nuestro cuerpo”.

Se hizo crudivegana a raíz de una recaída en la enfermedad mientras seguía los consejos de un libro de recetas vegetarianas, que aconsejaba mucha proteína vegetal y evitar los alimentos crudos. “La base de la alimentación humana han de ser los frutos secos y los vegetales crudos, para aprovechar al máximo las propiedades y preservar nuestras enzimas”, considera. Sus recetas se basan en vegetales, fruta y germinados; es alimentación viva –y variada, porque es partidaria de una alimentación intuitiva que incluya todos los colores del arco iris. “Los colores responden a la química de los alimentos: el betacaroteno lo pinta todo de color amarillo anaranjado, la enoteína de color morado, la clorofila es verde…”