Acerca de Meri Torras

Grupo de investigación Cuerpo y Textualidad. UAB

Jack Halberstam y el trans. El género, una encarnación movible

El ciclo de conferencias “Políticas del deseo”, del CCCB, invitaba a pensar la sexualidad como posible resistencia frente a la heteronormatividad. El pasado mes de febrero, su protagonista fue Jack Halberstam, que habló de los “Cuerpos trans*”.

Foto: Albert Armengol

El pensador americano en el vestíbulo de acceso al CCCB.
Foto: Albert Armengol

Vinculado a la exposición 1.000 m2 de deseo, comisariada por Adélaïde de Caters y Rosa Ferré, que se proponía revisar desde la modernidad las arquitecturas y los diseños espaciales occidentales en relación con el sexo, el ciclo de conferencias titulado “Políticas del deseo”, del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB), nos invitaba a pensar la sexualidad como posible articulación resistente (o no) ante las prescripciones y el control de la heteronormatividad. En el marco de este ciclo, el pasado mes de febrero escuchamos a Jack Halberstam (1961), catedrático de Estudios Americanos y Etnicidad, Estudios de Género y Literatura Comparada en la Universidad del Sur de California (USC), que nos habló sobre los “Cuerpos trans*”.

La respuesta fue clamorosa, pese a no ser alguien que haya obtenido especial difusión en Cataluña y en España. De Judith/Jack Halberstam solo se ha traducido al castellano el libro Female Masculinity (1998), bajo el título de Masculinidad femenina (2008). En 2004 yo misma traduje “The Transgender Look” [La mirada transgenérica] para el dossier “Cossos, gèneres, tecnologies” [Cuerpos, géneros, tecnologías], aparecido en el número 10 de Lectora. Revista de dones i textualitat, donde analiza el tratamiento fílmico de los sujetos trans en la década de los noventa.

Podemos aventurar que el público conoce a Halberstam por estas traducciones o a través de otros medios, o bien que lo que le atrajo masivamente al CCCB es el tema que trata. Jack Halberstam es un teórico queer, trans, que ha trabajado en la variabilidad del género, encarnada en unos cuerpos diversos o disconformes (desde el monstruo hasta Lady Gaga, pasando por las butches, las personas trans o los animales y otras criaturas de los filmes de animación pretendidamente destinados a un público infantil).

La manera en que pensamos el fenómeno en la actualidad está en deuda con su reflexión. Uno de los rasgos que hacen más atractiva su teorización radica en una visión crítica, reticente a las fijaciones complacientes; un recelo que se mantiene incluso ante la carga “positiva” que parece atri­buirse últimamente a la corporalidad trans en cuanto futuro del género o como signo de la revolución ya en proceso. Añadiría otros dos elementos que hacen más actuales y sugerentes las propuestas de este pensador queer: por un lado, un lenguaje directo y su capacidad como lector de productos de la cultura de masas, con los que es hábil a la hora de desa­rrollar análisis y propuestas ambiciosas, al mismo tiempo que desmonta las barreras que en el mundo académico se establecen (¡todavía!) entre la alta y la baja cultura.

La manera de concebir el género ha cambiado, y a esta transformación ha contribuido Halberstam. Actualmente manejamos un concepto de género-sexo distinto del que era habitual en los años setenta, ligado a la biología y la genitalidad del cuerpo anatómico.

La construcción del cuerpo monstruoso

Judith Halberstam se estrena en 1995 con un ensayo dedicado a sus progenitores, Skin Shows. Gothic Horror and the Technology of Monsters, en el que se centra en la construcción del cuerpo monstruoso y su representación, partiendo de relatos decimonónicos como el Frankenstein de Mary Shelley o incluso de filmes contemporáneos como El silencio de los corderos (Demme, 1991). De estos monstruos, nada ajenos a ciertas corporalidades queer, aprendemos que la condición monstruosa brota de un discurso colapsado ante a un cuerpo-corpus resistente que solo puede ser tildado de monstruoso. El terreno de la representación, por tanto, es el campo de batalla.

Foto: Albert Armengol

En Female Masculinity, su segundo libro, Halberstam define lo que se conoce como el “problema del lavabo”, el sistema binario de género –entendiendo hombre y mujer como dos categorías excluyentes y complementarias– que se materializa cotidianamente en las dos puertas del lavabo.
Foto: Albert Armengol

Tres años más tarde publica Female Masculinity, donde establece una documentada genealogía de bio-mujeres masculinas o, dicho de otro modo, cómo se ha encarnado la masculinidad desde un cuerpo sexuado como hembra. Halberstam pone de manifiesto que estas mujeres existieron antes bajo un paraguas de variaciones de género, y al propio tiempo muestra el lugar subordinado que ocupa esta masculinidad sin hombres no solo en el mundo de los bio-hombres, sino también en el campo del feminismo y las reivindicaciones lesbianas, desde los que, según señala, se han ignorado y menospreciado a estos cuerpos en la medida en que encarnan el estereotipo de marimacho.

En la introducción Halberstam define lo que se conoce como “problema del lavabo”, esto es, el sistema binario de género, entendidos hombre y mujer como dos categorías excluyentes y complementarias, que se materializa cotidianamente en las dos puertas de los lavabos, solo una de las cuales supuestamente nos es propia y apropiada. Esta es una falsa elección (innecesaria, pero disciplinaria) para todo el mundo, y para alguien trans a menudo implica un riesgo y la exposición a posibles violencias. Sobre todo, es una prueba de cómo asumimos dócilmente (y se nos hace asumir), como evidente y necesario, el dualismo discriminador.

En 2005 Halberstam publica In a Queer Time and Place: Transgender Bodies, Subcultural Lives (de donde proviene el texto traducido en Lectora). El ensayo va en busca de un tiempo y un espacio queer que funcionen de manera resistente ante las instituciones que parecen dispuestas a domesticar las vidas trans (como la heteronormatividad, la familia y la reproducción). Siguiendo el rastro de Foucault, postula una manera de vivir queer, constituida por una red de relaciones disidentes, alianzas alternativas y corporalidades trans en relación con las encarnaciones performativas del género. Halberstam desliga la actuación queer-trans del ámbito de la política de identidad, y apuesta por una imaginación-reinvención crítica desarticuladora y transformadora.

Esta línea adquiere su máxima expresión en su siguien­te libro, The Queer Art of Failure (2011), un ensayo sobre el fracaso como arte queer de disfuncionalidad indócil con determinadas exigencias de un sistema basado en el triunfo y el éxito. Indisciplinas creadoras que Halberstam detecta en filmes infantiles –como Toy Story (1995), Chicken Run (2000) o Monsters, Inc. (2001)–, pero también en la obra artística de Cabello/Carceller, entre otros. Tomado de Stuart Hall, Halberstam propone el término “low theory”, definible como el atrevimiento de perderse para encontrar, de hacer un camino lleno de rodeos y abierto a las sorpresas. Los mundos sociales que habitamos, concluye, no son inevitables; en el proceso de producirse esta realidad, muchas otras han quedado al margen.

El uso de la cultura popular como territorio de pensamiento crítico se encuentra presente en Gaga Feminism: Sex Gender and the End of Normal (2012), el primero que firma como Jack. Halberstam usa a Lady Gaga como símbolo de la expresión feminista del sexo-género en el siglo XXI (con esto no quiero decir que Lady Gaga sea feminista, sino que soporta y permite lecturas feministas). En su performance de la fluidez sexual, genera unas narrativas que colapsan la norma y la normalidad. “No soy real. Soy teatro”, afirma este monstruo mediático mientras desestabiliza los límites empujándolos cada vez más allá.

Foto: Albert Armengol

Jack Halberstam durante su conferencia en el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB), el mes de febrero pasado.
Foto: Albert Armengol

El último libro de Jack Halberstam salió en febrero pasado. Se titula Trans*. A Quick and Quirky Account of Gender Variability, donde insiste en el análisis del fenómeno trans como variabilidad de género y examina las representaciones y encarnaciones de otras posibilidades de generar (en ambos sentidos del término) cuerpos.

Judith/Jack Halberstam nos invita a pensar el sexo-género como fenómeno que no solo implica el cuerpo, sino que incluye toda una dimensión cultural-afectiva. Más acá y más allá de quién eres, se trata de cómo vives o cómo intentas vivir, cómo puedes articularte políticamente en tu día a día desde una resistencia queer que, lejos de suponer una garantía estabilizadora de la identidad, implica más bien lo contrario, una constante puesta en duda de las etiquetas clasificadoras, una incomodidad ante la autoevidencia complaciente y la alerta de lo que ello supone (como en el caso de los niños trans). Necesitamos otros contextos, trans-queer, que no reescriban la narrativa del binomio de género; otras narrativas que se hagan cargo del género como encarnación movible, sin pretender resolver nada.