Acerca de Oriol Rodríguez

Periodista

Aleix Saló, el trazo mordaz

Aleix Saló

© Carles Rodríguez
Aleix Saló

Explican que incluso José Luis Rodríguez Zapatero, en la última época de su etapa al frente de la Moncloa, visitó YouTube para ver Españistán. Este país se va a la mierda, el vídeo de animación (también existe la versión en papel de título homónimo publicada por el editorial Glenat) con el que el caricaturista Aleix Saló (Ripollet, 1983) explicaba haciendo uso de un estilo corrosivo e hiriente el origen de la crisis económica que ya hace demasiado que nos afecta. Todo un fenómeno en la red que lo consagró como una de las grandes figuras emergentes dentro del mundo del cómic y la ilustración catalanes. Un éxito que el joven creador, torrente constante de ideas, solo considera como el punto de partida de otros muchos proyectos: “Me apasiona mi trabajo. En los últimos años he tenido tantos problemas económicos que muchas veces casi no tenía dinero ni para comer, pero no puedo hacer nada más que dibujar”.

Dice que la suya es una generación de catacaldos, personas con intereses e inquietudes muy diversos, y que quizás por eso no creció pensando que quería ser dibujante: “Pero soy de un pueblo, Ripollet, que, aunque con unas infraestructuras culturales inexistentes, cuenta con un colectivo de gente muy potente que, entre otras muchas cosas, edita un semanario”. Fue en aquella publicación local donde, con apenas quince años, empezó a publicar unas primeras viñetas en las que ya reflejaba su gusto por analizar la actualidad con cierto tono satírico. Unas tiras que durante aquellos primeros años fue combinando con los estudios de arquitectura. “¡Tardé seis años en acabar tres cursos! –confiesa el dibujante, establecido desde hace años en Barcelona–. Era una carrera que me encantaba, pero has de dedicarle todo el tiempo, aunque no sea más complicada que otros estudios. Entonces yo vivía en Sabadell, trabajaba en Ripollet y estudiaba en Sant Cugat. No pude con todo”.

Sin embargo tuvo un golpe de suerte y ganó el concurso de tira cómica de Carnet Jove, lo que le permitió publicar su primer libro y dedicarse exclusivamente a dibujar. Tiempo después llegaría este Españistán, que describe como el hijo de un estado de ánimo, “de los ratos que pasé leyendo webs como meneame.net o burbuja.info, que te permiten comprender lo que piensa la gente. El término ‘Españistán’, se usa en los foros de internet más críticos para referirse a la necesidad que hemos tenido de demostrar que somos un país rico del primer mundo, algo que no es cierto”.

Manteniendo este trazo mordaz, Saló ha vuelto a apuntar y a disparar con ironía y acidez contra los que considera los responsables de la crisis en su nueva obra, Simiocracia. Crónica de la gran resaca económica (Debolsillo). ¿El dibujante de los indignados? “Es una etiqueta inmerecida. Lo único que hago es documentarme y dibujar cómics sobre la situación económica. Es más, aunque simpatizo con el movimiento, no pisé ni un solo día la acampada del 15-M en la plaza Catalunya, sino que estaba en casa trabajando. Y es que yo no quiero luchar contra el sistema, sino lograr que las cosas mejoren”.

Mar Coll, cumpliendo promesas

Mar Coll

© Carles Rodríguez
Mar Coll

Su carta de presentación dentro del mundo del celuloide, Tres días con la familia, cinta estrenada en 2010, la destacó como una de las grandes promesas del cine catalán. Una magnífica opera prima con la que la cineasta Mar Coll (Barcelona, 1981) se acostumbró a coleccionar críticas elogiosas y premios: el Gaudí a la mejor dirección, el Goya al mejor director novel y el Biznaga de plata a la mejor dirección en el Festival de Cine de Málaga… El amor por el séptimo arte se le despertó de muy pequeña, aunque, más que dirigir, lo que realmente deseaba entonces era situarse ante las cámaras y ser actriz: “No fue hasta unos años más tarde que me planteé seriamente dedicarme de una manera u otra a hacer películas. Lo veía como un trabajo no rutinario, en que cada día sería distinto y que me permitiría conocer a gente nueva continuamente. Un estilo de vida que me llenaría mucho más que ir a la oficina de nueve a tres”.

Surgida de aquella inagotable factoría de talento cinematográfico que es la ESCAC, fue al terminar el último curso de la carrera cuando se decidió a escribir un guión. Dio la casualidad que por aquella misma época la Escola Superior de Cinema i Audiovisuals de Catalunya estaba poniendo en marcha el proyecto Opera Prima para que directores principiantes pudiesen rodar su primer largometraje. Mar Coll se fue a México y durante un año estuvo trabajando en la historia. La escogieron a ella: “Tuve mucha suerte. Estaba en el lugar preciso y en el momento idóneo. Si no hubiese estado en la escuela y no hubiese surgido el proyecto Opera Prima me habría costado mucho más poder sacar adelante la película. Rodar puede llegar a ser una odisea, pero en mi caso solo tuve que presentar el guión”.

La película versa sobre la incomunicación familiar y tiene su punto de partida en una experiencia personal: “Cuando empezaba a buscar un tema murió mi abuelo. Me di cuenta de que podría ser un buen principio, ya que tenía la historia estructurada. La trama no era muy rocambolesca y era fácil de desarrollar, porque solo me tenía que centrar en los hechos vividos por una familia durante los tres días de vela. Tampoco es nada de nuevo; hay miles de películas con la trama basada en una boda o en un funeral”.

Eso sí, apunta que, aunque hay ciertas reminiscencias del entorno, los personajes y las situaciones que se narran en la película no son reales: “Quizás robé algún detalle de aquí o de allá, pero el objetivo no era realizar un retrato de mi familia, aunque sentían  curiosidad –e incluso miedo– por lo que pudiera explicar”.

La directora barcelonesa trabaja actualmente en su se­gundo largometraje, Geni, un film que protagonizará la actriz Nora Navas, ganadora del Goya por su trabajo en Pan negro, y en el que también aparecerán otros rostros conocidos del mundo de la interpretación catalana, como Clara Segura y Àgata Roca. La película nos descubrirá la historia de una mujer casada que se enfrenta a unos cambios en su vida que alterarán las relaciones que mantiene con el entorno familiar y con las amistades.

Estimulantes Bankrobber

Bankrobber

© Carles Rodríguez
Bankrobber

A Marçal Lladó (Girona, 1978) y Xavier Riembau (La Bisbal d’Empordà, 1975) se les recordará por haber creado la discográfica Bankrobber, uno de los sellos más estimulantes de la actual escena musical catalana. El sello, que acaba de celebrar su décimo aniversario, ha sido refugio de artistas como Mazoni, Sanjosex, El Petit de Cal Eril, Guillamino, Els Surfing Sirles, Le Petit Ramon…

Se conocieron en el local de ensayo del Red Orange, grupo en que militaban un tal Jaume Pla –que poco después pasaría a liderar a aquellos creadores de melodías exquisitas que eran Holland Park, y años más tarde se daría a conocer bajo el alias de Mazoni– y Miquel Abras, que también acabaría haciendo carrera musical. En aquel local de ensayo de La Bisbal d’Empordà nació la historia de Bankrobber. Tiempo después fue manager de Holland Park, y como nadie les quería sacar el disco se decidió a buscar a una persona de confianza que apreciase el grupo para montar la discográfica. Evidentemente fue Marçal: “Me dijo que sí, pero con la condición de que primero teníamos que buscar a alguien serio que se ocupase de las finanzas [ríe]. El elegido fue Jordi Pi, un amigo de Barcelona que había estudiado empresariales además de ser muy fan de Holland Park”.

El equipo fundacional se completó con Ramon Ponsatí para la parte gráfica y de diseño. “Todos procedemos de ámbitos distintos, pero compartimos una afición que es la música –explica Marçal–. Xavier se dedicaba al management de grupos, yo soy periodista y Jordi dominaba más la gestión empresarial –un ámbito que teníamos que asumir si queríamos que el proyecto tuviese futuro–, mientras que Ramon se encargó de la estética y la imagen”.

Al principio sus objetivos eran muy a corto plazo, pero sabían que debían ir más allá de aquella primera referencia de Holland Park y localizar a más grupos. Incorporaron a la familia a El Chico con la Espina en el Costado, después se quedaron alucinados con Guillamino, y más tarde vendrían Sanjosex, Espaldamaceta, Mazoni, Le Petit Ramon y otros.

Desde hace unos meses se han instalado en un local de Gràcia, con una sala diáfana para acoger las presentaciones de artistas y obras. Hoy en día no hay medio que deje de reseñar los discos con su sello, pero no fue siempre así. “Al principio teníamos la sensación de predicar en el desierto –recuerda Xavier–. Al concierto de presentación del sello solo vino un periodista”. El salto lo dieron cuando lograron que Guillamino presentase su primer disco en Sónar. El legendario locutor de radio británico John Peel estaba presente; le entregaron una copia del álbum y Peel lo pinchó en su programa cuando volvió a Ingla.

En un tiempo de crisis global, que se agudiza si nos referimos a la industria discográfica, tienen claro cuál es el secreto de su éxito: “El objetivo siempre ha sido editar buenos discos con la música que creemos que vale la pena y que, por los motivos que sea, no llega a los medios o no tiene las vías de difusión apropiadas. Tenemos una fórmula  bien definida de crecimiento en paralelo con el artista”.