La ciudad en la nueva hornada de series catalanas

El mercado, el refinamiento de la audiencia y el talento creativo forman nuevos equilibrios que empiezan a hacer más visible a Barcelona.

La primera vez que oí nombrar Barcelona en una serie americana de culto fue en The Sopranos. La hija del gánster que cambió la historia de la televisión, una chica que estudiaba en una de les mejores universidades del mundo, se había metido entre ceja y ceja ir a estudiar un año a Barcelona. Obra elogiada por su realismo y su tono extremadamente crítico, dibujaba Barcelona como el lugar soñado por una joven de la elite económica e intelectual: una ciudad idealizada por encima de las tópicas París, Londres o Roma. The Sopranos, en cambio, hacía un retrato extremadamente crítico de su entorno metropolitano más próximo. La mítica careta, que mostraba el recorrido en coche de Nueva York a Nueva Jersey al son de Born Under a Bad Sign, ponía el foco en la importancia del espacio urbano en la construcción del relato. La degradación social era indesligable de la urbana. Pero ¿cómo se ha explicado Barcelona a través de las series catalanas?

Hacer televisión es muy caro. Hacer películas, también; pero, hasta hace cuatro días, el cine era un arte, y la televisión, la caja tonta. A nadie se le ocurriría pedir a un film de Ventura Pons o de Albert Serra un resultado económico que justificase las subvenciones. ¿Y las series? Telenovelas de medio pelo, comedias banales para desconectar. Y lo que no es alta cultura, necesita audiencia. Esta concepción ha condicionado por entero el proceso creativo y ha impuesto una ley de mínimos, es decir, intentar gustar a todo el mundo. No molestemos a nadie, no vaya a ser que apaguen las pantallas. Y en Cataluña, hablar honestamente de Barcelona es arriesgarse a irritar a mucha gente.

Hasta que la progresiva introducción de plataformas  de televisión a la carta ha traído a Cataluña la tercera edad de oro de las series . Y con ello las expectativas del espectador han cambiado para siempre. Tras hacernos fans de The Wire, Louie o Mr. Robot, nos hemos acostumbrado a una ficción televisiva que elabora un discurso extremadamente impactante sobre la realidad urbana, y que hace de la ciudad un protagonista más. He aquí tres ejemplos de la nueva hornada de series catalanas ambientadas en Barcelona para ilustrar en qué medida se ha respondido a este cambio.

Escenas de la serie Cites (Citas).

‘Cites’. La Barcelona de Instagram

Cites marcó un antes y un después. Suena extraño, porque la serie no ha dejado una huella generacional tan profunda como otras. Joel Joan es una fuerza innovadora mucho más grabada en el imaginario colectivo, pero las memorables Plats bruts y Porca misèria forman parte de un pasado ingenuo en cuanto al tratamiento de la ciudad. En cambio, la obra de Pau Freixa –adaptación de la británica Dates– ha sido la primera de un nuevo paradigma. El tono atrevido, la realización elegante y las interpretaciones cuidadas han impreso un sello cinematográfico a una serie que no se había visto nunca en TV3. Y cuando la televisión se ha acercado al cine, la ciudad ha entrado en primer plano.

Cites nos presenta una Barcelona aspiracional, un concepto del marketing que sostiene que a la gente le gusta ver anunciado lo que quisiera que fuese real y no lo que lo es de hecho. Convertir la ciudad en una cuenta de Instagram. Esta representación de la ciudad habría encajado en los años de la burbuja inmobiliaria y la Barcelona que se “ponía guapa”. Hoy, la distancia que hemos tomado los ciudadanos-espectadores respecto a aquel mito es demasiado grande para tragárnoslo de manera acrítica. Cites construye una ciudad de cartón piedra no apta para diabéticos, porque intenta contrapesar su apuesta interesante en cuanto al formato ocultando el conservadorismo en la imagen urbana. El hecho es que el prime time catalán empezó a tomar conciencia de la ciudad, aunque fuese a través de un filtro preciosista.

Fotogramas de la serie Nit i dia (Noche y día).

‘Nit i dia’. La ciudad y el género negro

Nit i dia es la mejor serie dramática que se ha producido hasta ahora en Cataluña; la culminación de esta secuencia que ha combinado éxito de audiencias y excelencia técnica que empezó con la mencionada Cites y está dando series como Merlí o El crac. La obra de Jordi Galceran y Lluís Alcarazo teje una historia redonda y sirve para ver cómo los criterios narrativos y estéticos pueden imponerse. Y cómo mejora una serie cuando se interesa por el espacio en el que transcurre el relato.

El film noir siempre ha tenido la ciudad en el punto de mira. Sus personajes inmorales no salían de la nada, sino que se reproducían en el ecosistema de los bajos fondos. Y Nit i dia se sirve de los códigos del género para mostrar una Barcelona con dos caras. La casa lujosa del tiburón de las finanzas que vive en Pe­dralbes intercalada con calles inhóspitas de Nou Barris. Nit i dia se atreve a retratar el lado oscuro en lugar de intentar esterilizarlo, y el contraste entre las luces y las sombras sociales engrandece el guión aún más.

Venga Monjas. Ridiculizar Barcelona

Los dos ejemplos de superproducciones reclaman un contraste radical, que encontramos con Venga Monjas, la pareja creativa de webseries más gamberra e interesante del panorama youtubesco actual. Una producción independiente y de costes irrisorios que consigue centenares de miles de visitas y que ha llevado a sus creadores, Xavi Daura y Esteban Navarro, a colarse con una sección fija en el APM de TV3. Constatamos cómo, cuando la producción se realiza al margen del circuito de la industria políticamente controlable, aparece una Barcelona fea que no se puede hallar en la televisión convencional.

A través de la miniserie Conoce tu ciudad, los Venga Monjas pasean con humoristas de la talla de Raúl Cimas o Berto Romero por despropósitos urbanísticos y espacios que caen por su propio peso gracias al sarcasmo de los protagonistas. Escenas sobre el kitsch de la cafetería de El Corte Inglés, o el absurdo cubo de Poble-sec, joyas del posthumor que ridiculizan espacios impensables en una ficción del políticamente correcto mainstream. En esta y en todas las series de su canal, desde la libertad que da YouTube, Daura y Navarro se burlan de la marca Barcelona y hacen troncharse de risa.

Barcelona necesita su ‘The Wire’

Hasta la revalorización crítica que han conseguido las series gracias al boom de HBO, Netflix y compañía, las series catalanas siguen una inercia cómoda: difuminar la presencia de la ciudad y crear la ilusión de neutralidad en los personajes. La acción habría podido pasar en cualquier lugar del mundo y no se habría notado ninguna diferencia. Hemos repasado tres ejemplos de cómo esto está cambiando. De cómo las intersecciones entre mercado, el refinamiento de la audiencia y el talento de los creadores forman nuevos equilibrios que empiezan a hacer más visible la ciudad.

La conclusión: no hay televisión compleja y de calidad sin un reconocimiento del espacio urbano, sin explicar un relato en un sentido u otro. La tendencia hacia este modelo de televisión hará que el discurso sobre la ciudad gane un espacio cada vez más importante. Y el día en que se pueda mostrar la realidad del puerto de Barcelona con la mitad de la crudeza con la que The Wire nos muestra el de Baltimore, nos habremos hecho mayores.

Joan Burdeus

Comunicador y filósofo

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