La gestión de los paisajes ordinarios, otro modo de planificar la ciudad

Descubrimos algunas acciones de mejora del paisaje de la ciudad, desde una nueva mirada al patrimonio cultural, a través de propuestas nacidas del Máster Internacional en Intervención del Paisaje y Gestión del Patrimonio.

Foto: Vicente Zambrano

La antigua térmica de Sant Adrià del Besòs.
Foto: Vicente Zambrano

El modo de entender el paisaje, de estudiarlo y gestionarlo, ha cambiado notablemente en la última década. A partir del año 2000, la aprobación del Convenio Europeo del Paisaje facilitó que los estados impulsasen políticas públicas de gestión del paisaje. En Cataluña se empezaron a desarrollar en 2005 con la creación del Observatori del Paisatge de Catalunya, organismo dependiente de la Generalitat que, por desgracia, solo es un organismo consultivo cuyas propuestas no son vinculantes.

Es desde el Observatori del Paisatge y desde otros organismos como los departamentos de geografía de la Universidad Autónoma de Barcelona y la Universidad de Girona desde donde se trabaja –a fondo y con nuevos paradigmas– el paisaje, entendido como la interrelación entre naturaleza y cultura. Uno de los cambios de modelo más interesantes incide en el análisis y la gestión del paisaje ordinario, aquel que las administraciones no consideran excepcional y que por eso no está protegido. El paisaje ordinario implica casi todos los lugares en los que vivimos la mayoría de las personas. Ciertamente, no se puede proteger todo el paisaje, pero sí gestionarlo. El preámbulo del Convenio Europeo del Paisaje lo dice claramente: las personas tenemos derecho al paisaje y es determinante para nuestra calidad de vida.

La mayoría de paisajes no son excepcionales, en el sentido clásico de contener un valor universal y único. Pero todos crean sentido del lugar y contienen unos valores. En algunos lugares estos valores se han perdido; en otros, desdibujados, hay que volverlos a identificar. Y también es necesaria una buena gestión del paisaje para rescatar estos valores y evitar que el paisaje se simplifique, se tematice o se museice y pierda identidad propia.

Desde esta perspectiva trabaja el geógrafo Francesc Muñoz, director del Máster Internacional en Intervención del Paisaje y Gestión del Patrimonio, impulsado por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y el Museo de Historia de la Ciudad (MUHBA). Muñoz explica: “En los paisajes ordinarios no hay nada a catalogar; no se trata de buscar elementos extraordinarios, sino más bien de hacer red, buscar asociaciones, de cultura y naturaleza, desde el rescate de los valores colectivos que contiene el paisaje. Es el empoderamiento de la población a escala local.”

A través de sus talleres internacionales, en los que participan equipos multidisciplinarios de diferentes universidades europeas integradas en la UNISCAPE (Red Europea de Universidades para la Implementación del Convenio Europeo del Paisaje), el máster ha realizado propuestas interesantes e innovadoras para recuperar los valores patrimoniales en diferentes lugares de Barcelona, planteando un nuevo uso del espacio que favorezca a los ciudadanos que los habitan y a la ciudad en su conjunto. Francesc Muñoz explica que, “ante la tendencia a la homogeneización que sufren las ciudades europeas, los talleres intentan reflexionar y contraponer modelos alternativos, que enfatizan las diferencias urbanas y entienden los valores propios de los lugares en cuanto a su carácter y sus peculiaridades”. Le hemos pedido que proponga una selección de talleres realizados en el máster en gestión del paisaje y el patrimonio de la UAB – MUHBA, en diferentes lugares de la ciudad de Barcelona, como ejemplos de estas reflexiones sobre la gestión y el uso de los paisajes ordinarios.

Los interiores de manzana del Eixample

Foto: Pepe Navarro

Los jardines de interior de manzana Ermessenda de Carcassona, en la calle de Comte d’Urgell 145.
Foto: Pepe Navarro

Los cuarenta y ocho interiores de manzana del Eixample, con cerca de cien mil metros cuadrados recuperados durante los últimos años, evidencian una oportunidad de repensar las cualidades del espacio público en la ciudad del siglo XXI. El taller planteó propuestas para establecer relaciones entre las manzanas con interior recuperado, empleando las tecnologías digitales o planteando nuevos diseños del espacio, en función de cuestiones como el cambio climático o la sensibilización ambiental ciudadana.

Los caminos escolares en Gràcia

Foto: Vicente Zambrano

Las rutas escolares de Gràcia.
Foto: Vicente Zambrano

El taller propuso introducir a los niños en el proceso de diagnosis y planificación de los espacios públicos urbanos para garantizar su empoderamiento como ciudadanos activos y su capacidad para sugerir ideas y propuestas. Se cartografiaron digitalmente los itinerarios familiares escuela-casa en horario de tarde a fin de detectar los lugares en que los niños pasan más tiempo y están más veces durante la semana. A partir de aquí, el trabajo coordinado con los niños permitió establecer sus preferencias visuales y paisajísticas y sugerir proyectos innovadores en cuanto al diseño de los espacios públicos. Entre 2013 y 2015 se pusieron en marcha cuatro nuevos caminos escolares en Gràcia y otros están en proyecto o se están replanteando.

Paisajes comunes: el eje Pere IV

Foto: Vicente Zambrano

La esquina de las calles Pere IV y Badajoz, en el Poblenou, donde se intenta potenciar el patrimonio urbano ordinario.
Foto: Vicente Zambrano

El taller internacional planteó la necesidad y la oportunidad de trabajar con los patrimonios urbanos ordinarios. En el caso de Poblenou, determinados elementos del paisaje como los pasajes, las medianeras, los elementos restantes de la antigua actividad fabril o incluso las escaleras de emergencia configuran toda una cartografía, en parte latente y en parte oculta, de valores de identidad; un verdadero “catálogo de patrimonio ordinario” que la intervención sobre el paisaje puede activar de modo claro, haciendo así del patrimonio ordinario una herramienta de planificación urbana nueva y prometedora en el contexto de la ciudad actual.

Los patrimonios del agua

Foto: Pepe Navarro

El Rec Comtal, el antiguo canal de aprovisionamiento de agua de la ciudad, de origen medieval.
Foto: Pepe Navarro

El rescate de la antigua identidad industrial de la ciudad no ha tenido en cuenta los elementos menores, como los relacionados con el agua: construcciones para almacenarla y conducirla, lavaderos, fuentes urbanas…, que hoy representan un patrimonio cultural (tangible o intangible, según los casos) aún por aprovechar. En el caso de los barrios de Trinitat Vella, con la Casa de l’Aigua, y Sant Andreu, con el Rec Comtal, el taller propuso el diseño de itinerarios paisajísticos con el fin de vincular a la ciudadanía con este patrimonio, entendido como reclamo de la identidad y la memoria industriales de Barcelona. En esta línea de revalorización del patrimonio ordinario, el Centre d’Estudis Ignasi Iglésias y otras entidades organizan actividades para difundir el conocimiento del Rec Comtal, como exposiciones e itinerarios.

El frente marítimo

Foto: HEMAV

El frente marítimo.
Foto: HEMAV

Desde la década de 1980, casi todos los puertos antiguos de las ciudades europeas se han transformado en nuevos espacios de ocio y entretenimiento, la mayoría muy similares. En el caso de Barcelona, además, la experiencia urbana del agua es mínima, pese a contar con una importante extensión territorial.

El taller planteó para el Moll de la Fusta iniciativas concretas y proyectos de rediseño de la fachada marítima para acercar el paisaje del agua a la ciudadanía y establecer, al mismo tiempo, relaciones nuevas entre diferentes espacios del sector portuario que podrían permitir devolverle su “derecho al paisaje” del agua.

Grandes espacios industriales: la térmica del Besòs

Foto: Vicente Zambrano

La antigua térmica de Sant Adrià del Besòs.
Foto: Vicente Zambrano

La central térmica de Sant Adrià de Besòs cerró en verano de 2010. Desde entonces se han organizado cinco talleres internacionales con el fin de elaborar propuestas para su reciclaje urbano y patrimonial. Un grupo de diez universidades europeas y americanas, representadas por unos doscientos cincuenta estudiantes y profesores, han trabajado para mantener el equipamiento como un hito paisajístico con un claro carácter metropolitano.

El próximo verano se organizará un sexto taller para resumir el trabajo previo. El hilo conductor de las diferentes propuestas radica en considerar el valor paisajístico y patrimonial de la térmica, entendida como catalizador de todo un nuevo paisaje en el litoral del Besòs, capaz de integrar diferentes tipos de usos económicos, sociales, culturales y patrimoniales. Un clúster activo de nuevas actividades y relaciones entre territorios, inspiradas por el valor estético y paisajístico de un icono metropolitano privilegiado.

Montse Serra

Periodista

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