Ignasi Cambra o tocar con los ojos cerrados

© Fabiola Llanos
El pianista Ignasi Cambra.

Cerrar los ojos es un movimiento reflejo que realizamos cuando oímos buena música ya que, de modo inconsciente, queremos desarrollar al máximo el sentido del oído. La ceguera de Ignasi Cambra lo ha hecho más próximo a las teclas y le ha imprimido un carácter temperamental que ha paseado por salas de toda Cataluña, España, Rusia, Japón y los Estados Unidos, donde ya hace siete años que se forma.

Su carrera empezó de la mano de Maria Lluïsa Alegre, en la Escola de Música de Barcelona. Más tarde tomó clases con Albert Attenelle, y a los diecisiete y dieciocho años marcha a Indiana para realizar cursos de verano y es aceptado en la Jacobs School of Music de la Universidad Bloomington, donde cursa la licenciatura en piano y, al mismo tiempo, administración de empresas en la Kelly School.

Después estudió, durante dos años, bajo la tutela de Alexander Toradze, en South Bend. Un programa para solo seis alumnos que lo acercó a la figura de Valery Gergiev. Y del frío y la soledad de South Bend, donde veía pasar los carruajes de los amish, viaja al epicentro cultural de los Estados Unidos para ingresar en la que se considera la mejor escuela de música del mundo, la Juilliard de artes escénicas de Nueva York, donde actualmente cursa un máster.

Cambra considera que ahora se encuentra en un momento muy interesante de su carrera, en la que se le presentan cada vez más retos profesionales que le suponen cambios rápidos de repertorio. Últimamente ha sido residente en La Pedrera y ha actuado en L’Auditori con Valery Gergiev; y, asegura, se está acostumbrando a la velocidad. Es el único pequeño obstáculo que le supone su ceguera, ya que su manera de estudiar solo puede tener dos vías, o bien el braille, o bien seguir el sonido de una grabación que le facilitan a menudo su maestra Maria Lluïsa Alegre o algún compañero. La música en braille es muy lenta de leer, ya que es una escritura muy lineal que dificulta la percepción vertical completa y el movimiento de las armonías.

Aunque de más joven participó en algunos concursos, Cambra es crítico con los certámenes en los que, últimamente, y por influencia asiática, se ha impuesto la pulcritud como criterio de juicio. Cambra considera que hay dos tipos de pianistas, los que priorizan la pulcritud, como Evgeny Kissin, y los que optan por la máxima expresividad, como Grigory Sokolov. Él se incluye en el segundo caso.

Aina Vega

Crítica musical

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