Mercedes Balcells: ¿funcionaria del MIT? ¡No!

© Pere Virgili
Mercedes Ballcels

“¿Quién ha dicho que las ingenierías no atraen a las chicas?” La ingeniera Mercedes Balcells, pionera de la biomecánica e investigadora de elite en el Massachusets Institute of Technology (MIT), se hace la pregunta y se señala a sí misma, porque ella es la prueba de que quien lo dice se equivoca.

Balcells ya destacaba junto con un puñado de jóvenes ingenieras en el Institut Químic de Sarrià (IQS). Otra de esas promesas de su promoción y ella misma se quedaron embarazadas al mismo tiempo, pero la bebé de su compañera nació sin una oreja. Por eso fundaron Regenear (un juego de palabras entre “regenerar” y “ear”, oreja en inglés).

Regenear es una start up concebida para comercializar prototipos biomecánicos y de tejidos y órganos humanos que la ingeniera Balcells y su equipo perfeccionan ahora entre el MIT y el IQS, entre Boston y Barcelona. Se trata de un puente biotecnológico que promete, puesto que también es el eje sobre el que gravita el convenio con el MIT para que jóvenes investigadores del país intercambien empresas y experiencias con los mejores científicos del prestigioso centro de investigación de Massachusets.

Fue la propia Balcells la que convenció a los directivos del MIT de que apostaran por Barcelona en sus proyectos de expansión: “Tuve que enfrentarme a los topicazos de siesta y fiesta española”, explica. Y consiguió superarlos por sus dotes dialécticas, pero también porque antes se había ganado la confianza de las autoridades académicas de Massachusets con un doctorado en Alemania (“fue la oportunidad para aprender alemán”) y un viaje relámpago a Boston con los últimos euros que le quedaban de su beca Fulbright de “la Caixa”.

“En el MIT estaban los héroes de la biomecánica, la especialidad que me fascinaba, así que cogí un avión en Alemania y me planté en Boston y fui llamando a las puertas de sus despachos sin cita previa ni secretarias de por medio. Simplemente, cuando llamaba, salían los mejores ingenieros del mundo; les decía quién era y quedábamos para otro día. Al final acabé totalmente fascinada por su trabajo. Alargué la visita hasta que conseguí una cita con el decano… Y ahora soy uno de ellos, una investigadora de plantilla”.

¿Funcionaria? “¡No! En el MIT no saben lo que es eso: cada año revisan tu rendimiento y tus planes y, si les interesan, te renuevan, y en caso contrario no recibes la carta del provost y entonces ya sabes que tienes que ir buscándote otro sitio. Pero eso no me preocupa, porque no tengo ninguna intención de dejar de seguir trabajando a tope con los mejores.”