Fiestas y celebraciones

  • Festes i celebracions
  • Colección La ciutat del Born. Barcelona 1700
  • Albert Garcia Espuche (dirección)
  • Ajuntament de Barcelona. Museu d’Història de la Ciutat
  • Barcelona, 2010
  • 310 páginas

El volumen dedicado a fiestas y celebraciones (2010) de Barcelona 1700 incluye artículos de Albert Garcia Espuche, Henry Ettinghausen y Lluís Calvo con Josep Martí, que inciden en la tesis general de la colección: antes de 1700 Barcelona era una ciudad abierta y medianamente feliz, en la que la fiesta religiosa o profana (e incluso la fiesta de tipo más estrictamente político) era ocasión, paradójicamente, para reforzar los vínculos de convivencia y en la que la pugna política a menudo aprovechaba casi estratégicamente la celebración lúdica.

Es de sobra conocido en el ámbito de la antropología urbana que la fiesta, lejos de ser ocasión de desenfreno, constituye un testimonio muy pautado de la civilidad: la fiesta integra en la medida que permite una transversalidad social que el trabajo cotidiano niega. El artículo “Una ciutat de festes” [Una ciudad de fiestas], de Garcia Espuche, que dedica gran parte del texto al estudio del Carnaval, hace, no obstante, una afirmación de gran relevancia para el estudio de la red de relaciones urbanas. Si su tesis es correcta, sería el papel de los gremios y las cofradías como organizadores de las fiestas el elemento que les habría dado una significación propia, frenando la posibilidad de alborotos y bullas por parte de grupos supuestamente conflictivos. La autonomía de la ciudad era, al mismo tiempo, la garantía del orden. Al fin y al cabo, espacios como El Born no dejaban de ser “plazas mayores”, muy lejos de cualquier espacio aristocrático. Barcelona, ayer como hoy, tenía pocos espacios para la escenografía del poder.

Un tema significativo, abordado también por Ettinghausen en “Barcelona, centre mediàtic del segle XVII” [Barcelona, centro mediático del siglo XVII], es el de la pugna entre autoridad religiosa y autoridad civil por el control de la fiesta. Tanto las pequeñas publicaciones que se imprimían en ocasión de las fiestas de canonización o de las visitas de personajes significativos a la ciudad, como la normativa oficial de las cofradías (pero de ninguna manera su práctica) ponen de manifiesto que las fiestas en honor de los patrones tenían menos de religioso que de lúdico y las repetidas prohibiciones son en sí mismas una clara expresión del fracaso de la represión.

Ramon Alcoberro

Profesor de Ética en la Universitat de Girona

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