Tras las huellas urbanas de Sant Jordi

Sant Jordi a Barcelona

  • Narcís Sayrach (textos), Consol Bancells (fotografies)
  • Ayuntamiento de Barcelona
  • Barcelona, 2014
  • 287 páginas

Sócrates convirtió la inscripción de la entrada del templo de Delfos –“Conócete a ti mismo”– en una de sus divisas filosóficas: si quieres entender y apreciar como es debido el mundo y todo lo que te rodea, lo primero que has de hacer es conocerte; si esta premisa cojea, también lo harán todas las apreciaciones que dependan de ella.

En estos tiempos nuestros en los que parece que se haya convertido en una necesidad ineludible de la modernidad viajar tan lejos como lo permita el bolsillo, y al lugar más remoto y exótico –donde nunca haya llegado ninguna de tus amistades, si es posible–, nada más oportuno que la publicación de libros que nos recuerden que Voltaire tenía razón cuando afirmaba: “Lo mejor es enemigo de lo bueno”. Dicho en otras palabras, que, demasiado a menudo, hemos visto de cerca la Gran Muralla china o el Machu Picchu, pero ignoramos dónde se encuentra la plaza de Sant Felip Neri o la estación de Magòria.

Por eso hay que recibir con los brazos abiertos Sant Jordi a Barcelona, creado a cuatro manos por Consol Bancells y Narcís Sayrach. Y digo, expresamente, “a cuatro manos” porque las fotografías de una y los textos del otro se complementan de un modo tan apropiado –casi diría perfecto– que da la impresión de que hayan nacido al unísono y que provengan de una misma voz o mirada.

Como bien indica Francesc Fontbona en su prólogo, el libro, que tiene la voluntad de establecer un detallado inventario de “la fuerte presencia de san Jorge en Barcelona”, alcanza con creces el propósito de la Dirección de Imagen y Servicios Editoriales del Ayuntamiento de la capital catalana: “Llevar al ciudadano los tesoros que normalmente quedan eclipsados” por otros atractivos turísticos o culturales de la ciudad mucho más conocidos.

Antes de iniciar el minucioso recorrido, Sayrach introduce la figura del “santo universal, tanto desde el punto de vista histórico –“La historicidad de san Jorge tiene su fundamento en el testimonio que dan de él las iglesias cristianas poco después de su muerte, en el mismo siglo IV”– como legendario –“Cuando se produce un vacío […] en la historia […] se mitifican los hechos y se mitifica el personaje […] Y cuanto mayor es la estima por el personaje, tanto más se aureolan y se magnifican las cosas, y así nacen las explicaciones legendarias”–, cuya combinación ha convertido al santo en uno de los símbolos (artísticos) de identidad de Cataluña y de su capital.

Acto seguido, acompañados por las enriquecedoras imágenes fotográficas de Bancells, iremos descubriendo paso a paso, entre sorprendidos y admirados, las “[más de doscientas] representaciones contabilizadas de san Jorge en la ciudad de Barcelona”.

Empezaremos por el Palau de la Generalitat – donde el gran número de imágenes de todo tipo del caballero de la espada y la rosa permiten hacerse una idea de su evolución iconográfica, desde el siglo XV a la actualidad–, continuaremos por otros edificios públicos institucionales (el Ayuntamiento, el Hospital de Sant Pau, Can Serra…), seguiremos el viaje de descubrimiento por los museos (el Nacional de Arte de Cataluña, el del Modernismo, el Diocesano…), lo proseguiremos en los diversos espacios de culto de la gran metrópoli mediterránea y lo terminaremos en los innumerables espacios públicos donde está presente: desde la calle de Casp a la plaza que recibe precisamente el nombre del santo, en Montjuïc.

Al acabar nuestra inesperada y atractiva peregrinación seguro que habremos hallado, entre tan variados espacios, uno donde hayamos sentido muy nuestros los versos de “Notes d’un viatger”, un fantástico poema de Joan Sales publicado en Viatge d’un moribund:

“Enamorat fidel de tot el que és estrany [Enamorado fiel de todo lo extraño],

en aquest port podria fer niu el teu afany [en este puerto podría hacer nido tu afán].

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