Galerisme a Barcelona 1877-2012: Descobrir, defensar, difondre l’art
Jaume Vidal i Oliveres
Ajuntament de Barcelona, Art Barcelona
Barcelona, 2013
307 páginas
Las primeras síntesis históricas que afectan a un tema concreto acostumbran a ser un acto fundacional que marca el futuro estudio del tema. Un gesto solemne y autocomplaciente. En el caso que nos ocupa, estamos ante un trabajo riguroso de documentación que se presenta como primera historia global de las galerías de arte en Barcelona. Un reto difícil y, a priori, poco conveniente. ¿Es esto lo que necesita el sector en estos momentos, cuando la pésima coyuntura económica tendría que obligarle a reinventarse?
En este sentido, hay que romper una lanza en favor de Jaume Vidal, autor de este Galerisme a Barcelona, obra premiada por la Associació Catalana de Crítics d’Art. En gran parte ha conseguido no ofrecer la temida imagen de escena que se celebra a sí misma. Además, su esfuerzo por traducir la investigación en una prosa ágil es encomiable, sobre todo porque le permite realizar una introducción histórica amena sobre la formación inicial del ámbito galerista en la ciudad.
Vidal revisa con solvencia los orígenes más remotos del formato de galería y destaca a sus protagonistas en Barcelona: la Sala Parés, las Galeries Laietanes, la Sala Gaspar o la René Metras, sin olvidar a figuras como Santiago Segura, Joaquim Sunyer, Montserrat Isern Rabascall, Josep Dalmau, Joan Merli o Juan Mas Zammit. Teniendo en cuenta que el libro se presenta como una primera recopilación, existe el riesgo de que todo contenido se vea como imprescindible, pero Vidal realiza un gran esfuerzo de síntesis para condensar una etapa histórica cimentadora en la introducción.
Por lo tanto, empezamos con una investigación histórica, sí. Pero cuando el volumen entra a repasar el boom de salas que aparecen desde los años ochenta, adquiere la forma de un catálogo razonado: el ritmo de galerías comentadas se dispara y abandona el sentido narrativo. Cada entidad aparece comentada como una pequeña cápsula según su localización en Barcelona. Vidal efectúa primero una exposición histórica de tipo narrativo, un “ejercicio de memoria y reconstrucción”, y después, otra geográfica y descriptiva, “cartografía urbana de salas de arte”. Galerisme a Barcelona quiere ser mapa y a la vez documento histórico.
Es precisamente a partir del capítulo “Un nuevo mapa de galerías”, cuando el autor tiene el acierto de incluir momentos de reflexión alejados de una sala en particular, cuando se cuelan los apuntes más críticos del texto. Vidal repasa el despropósito de políticas culturales en los años ochenta en el ámbito estatal o el carácter especulador del mercado artístico en esa misma época, con una inflación desmesurada de precios que dura hasta los noventa con la llegada de la crisis financiera global. Sin olvidar el controvertido “modelo Barcelona”, con estrategias de crecimiento urbano que no siempre contribuyen al desarrollo del tejido artístico por el territorio.
Lástima que el autor no se haya explayado un poco más en estos ejercicios críticos. Habría valido la pena, por ejemplo, analizar el debate sobre la presencia de una feria de arte en Barcelona, o los devastadores efectos de la crisis. Vidal extiende la neutralidad empleada al describir la formación de las galerías al resto del discurso. Sin duda, se trata de un libro de consensos. Pese a tener elementos críticos, está claro que Galerisme a Barcelona no es una historia crítica del sector. Y no es menos por ser algo distinto.