Una ciudad olímpica palpitante y ambivalente

Amics per sempre
Autor: Lluís-Anton Baulenas
Edita: Bromera Edicions
344 páginas
Barcelona, 2016

Es la Barcelona de 1992, la ciudad simbolizada por la mascota Cobi, las plazas y las calles donde el escritor sitúa la historia de Ferran Simó, un joven que la guerra ha convertido, en palabras del narrador, en un perro. Pinceladas de realismo mágico vuelven nuevamente a estar presentes en esta novela de Baulenas.

El 1 de junio de 1992 una tormenta de verano cayó sobre Barcelona y también sobre los magnéticos protagonistas de la última obra de Lluís-Anton Baulenas, Amics per sempre. Ambientada en la ciudad que vivió los Juegos Olímpicos, los personajes de la novela –galardonada con el premio Ciutat d’Alzira 2016– oscilan entre el ambiente de euforia oficial que ha traído trabajo y proyección internacional a todo el país, por un lado, y la crudeza de la vida cotidiana, por otro. Son tres jóvenes que luchan por el futuro y, como no podía ser de otro modo, por la búsqueda de la felicidad.

Las vidas de un ingeniero industrial, una grafista y una archivera se entrecruzan por azar. El mismo azar que llevó al muchacho, Ferran Simó, a sufrir en propia carne el drama de la guerra en la antigua Yugoslavia. Su error fue encontrarse en el lugar y el momento equivocados, una situación que le cambiaría la vida y que le perseguiría incluso después de su liberación y regreso a la Barcelona de los Juegos Olímpicos de 1992.

Por las páginas de la novela desfilan voluntarias olímpicas, la pasión desacomplejada e incluso transgresora de quien quiere disfrutar de la sexualidad al margen de las convenciones sociales y, también, de la absurdidad de las guerras. Las guerras que, ya sean en una plaza de Puigcerdà durante la Guerra Civil, en Polonia durante la Segunda Guerra Mundial o en la población de Novo Mesto de Eslovenia durante el conflicto de los Balcanes, siempre tienen consecuencias funestas sobre los más débiles e indefensos, sobre la gente común inocente. “¿Me matarían solo por haber estado en el lugar incorrecto, en el momento incorrecto?”, reflexiona el protagonista. Preguntas sin respuesta que Baulenas explora con imaginación infinita y un dominio siempre sorprendente de la palabra y la trama.

Foto: AFB

Voluntarios olímpicos en un ensayo de la ceremonia de inauguración de los Juegos de 1992.
Foto: AFB

Mucho antes de que la denominada novela histórica estuviera de moda, Baulenas ya había encontrado su voz propia con una obra que siempre hace de Barcelona un territorio literario inédito y sorprendente. Esta vez, una pensión del Barrio Gótico, una tiendecita de tés y cafés de Santa Caterina, un parking de la calle Princesa, la oficina del paro cercana a la catedral, una mercería del Portal de l’Àngel, la rambla de Canaletes y el bar Zurich, la desaparecida Bodega Bohemia del Raval, la calle de Pere IV en el Poblenou, el Rec Comtal, el barrio barraquista de la Perona o el núcleo antiguo de Sant Andreu son algunos de los escenarios urbanos en que se ambienta la sorprendente trama literaria construida en torno a un triangulo erótico de tres barceloneses y un misterioso Volvo 940 de color crema y matrícula provisional que les persigue incansablemente. Es la Barcelona de 1992, la ciudad simbolizada por la mascota Cobi, las plazas y las calles donde el escritor sitúa la historia de Ferran Simó, un joven que la guerra ha convertido, en palabras del narrador, en un perro. Pinceladas de realismo mágico vuelven nuevamente a estar presentes en esta novela de Baulenas, como ya fue el caso, magistral, de La felicitat (2001).

Intriga, sexo y crónica histórica son algunos de los elementos que hacen de Amics per sempre una obra emocionante, página tras página, escena tras escena, que provoca palpitaciones inesperadas. Al llegar al final habrá lectores, con toda seguridad, que incluso se preguntarán si lo que han hecho es leer una novela o ir al cine a ver otra de las películas de Ventura Pons basadas en las obras de Baulenas.

“A veces quizás hay que hundirse del todo para empezar a salir adelante”, confiesa Baulenas. El autor adaptó para su novela el título de la canción de Andrew Lloyd Webber que popularizaron Josep Carreras y Los Manolos, un título convertido en lema para muchos barceloneses que vivieron aquellas jornadas entre el entusiasmo y las dificultades de la realidad de cada día.

Daniel Venteo

Historiador y museólogo

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