Miquel Serra i Pàmies, el héroe olvidado de 1939.
El hombre que evitó la destrucción de Barcelona

© Andreu

Cuando los franquistas cruzaron el Ebro todo el mundo daba por perdida la Guerra Civil. De acuerdo con la política de tierra quemada ordenada desde Moscú, los comunistas decidieron destruir todo lo que mantenían aún bajo control. En Barcelona proyectaron volar fábricas, vías de comunicación, túneles de metro, puntos de abastecimiento energético y conductos de agua potable: se preveía la destrucción de una cuarta parte de la ciudad, y un coste de centenares de vidas humanas que se estimaba “aceptable”. La ciudad se salvó in extremis porque el dirigente que debía llevar adelante el plan, Miquel Serra i Pàmies, fue capaz de sabotearlo.

De ideología marcadamente catalanista, el reusense Miquel Serra i Pàmies fue uno de los fundadores del PSUC y también vicesecretario y tesorero del partido, pero su independencia de criterio con respecto al PCE y al Komintern le acabaría llevando a los calabozos de Stalin.

Durante la Guerra Civil Española, la URSS y la Internacional Comunista destinaron muchos recursos y algunos de sus mejores hombres a España para intentar controlar el desarrollo del conflicto y conseguir hacer de ella un satélite comunista en el sur de Europa. Intranquilos con el rápido ascenso de Adolf Hitler, para la URSS era de vital importancia contar con un aliado de confianza en la Europa occidental.

El Partido Comunista de España ya estaba bajo el control del Komintern, que ejercía así una fuerte influencia sobre el Gobierno de la República, pero en Cataluña la situación política era más compleja. Aparte de Esquerra Republicana, con el presidente Companys al frente del gobierno de la Generalitat, la izquierda se la repartían una serie de pequeños partidos, lo que le dificultaba mucho al Komintern ser influyente en Cataluña. Además, desde Moscú se observaba con preocupación la creciente influencia del POUM y de la CNT-FAI, organizaciones que escapaban completamente del ideario soviético. El 23 de julio de 1936 la situación política pareció tomar un giro favorable a los intereses soviéticos. El Partido Comunista Catalán (PCC), la Unión Socialista de Cataluña (USC), el Partido Catalán Proletario (PCP) y la Federación Catalana del PSOE se unieron formando el Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC). Este nuevo partido cumplía las principales líneas ideológicas de la Internacional Comunista, que enseguida intentó convertirlo en una rama regional del PCE.

© Josep M. Sagarra / ANC
Reproducción de un retrato de Serra i Pàmies perteneciente al fondo del fotógrafo Josep M. Sagarra, depositado en el Arxiu Nacional de Catalunya. La fecha que aparece es la de presentación del gobierno de Lluís Companys  en que el joven dirigente del PSUC entró como consejero de Abastos.

Entre los dirigentes de la USC estaba Miquel Serra i Pàmies, nacido el 17 de enero de 1902 en Reus. Fue uno de los miembros fundadores del PSUC y también su vicesecretario y tesorero. Su ideología, marcadamente catalanista y con un fuerte sentimiento social, hizo que el presidente Companys depositara en él su confianza y lo nombrara consejero de Abastos el 29 de junio de 1937. Su cartera de competencias creció durante la Guerra Civil y ocupó también la consejería de Obras Públicas.

Varios miembros del PSUC encabezados por Serra i Pàmies se mostraron contrarios a que el partido perdiera su independencia y quedase sujeto a las órdenes de Moscú, pero aún les atraía menos la idea de someterse a la dirección del PCE. El ideal de los comunistas españoles era un estado centralista en que Cataluña no era más que una región a uniformizar, lo que chocaba frontalmente con el espíritu catalanista y el anhelo de independencia política que habían forjado al PSUC.

Pero a medida que avanzaba la guerra crecía el nerviosismo de los políticos republicanos. Algunos miembros del PSUC comenzaron a anteponer la supervivencia del partido a los ideales que lo habían hecho nacer. Pedían ceder a las pretensiones del Komintern y del PCE en un intento desesperado de recibir recursos y apoyo para preservar en el exilio la continuidad del PSUC, una vez Cataluña hubiera caído en manos de los nacionales. Serra i Pàmies se mostró firme defendiendo la independencia del partido, actitud que irritó a los agentes que la URSS y la Internacional Comunista habían enviado a España. A Moscú llegarían diversos informes calificándole de elemento peligroso para la consecución de los objetivos de los comunistas en Cataluña.

El Komintern ordena arrasar la ciudad

En cuanto las tropas franquistas cruzaron el río Ebro todo el mundo dio por perdida la Guerra Civil. Los máximos dirigentes políticos republicanos comenzaron a emprender el camino del exilio, pero en Barcelona se preparaba una defensa a ultranza y cada mañana salían camiones cargados de jóvenes y ancianos a cavar trincheras. Los líderes políticos y militares pronto vieron que la población, desanimada y exhausta por la falta de alimento, no respondería a las llamadas a la resistencia que hacía el presidente del Gobierno español, Negrín. La situación adoptó un giro dramático y, cegados por la rabia y por sus eslóganes de “victoria o muerte”, los comunistas decidieron destruir todo lo que no pudiesen mantener bajo control.

© Brangulí / ANC
Foto oficial del gobierno formado por Lluís Companys en junio de 1937. Serra i Pàmies aparece de pie, el primero por la izquierda.

Las órdenes que llegaron desde Moscú eran claras: tierra quemada. Se convocó una reunión de miembros del PCE y del PSUC con especialistas en demolición de la Brigada Líster para ejecutar los designios de la Internacional Comunista y de la URSS, en la que se diseñó el plan para destruir Barcelona. Se disponía de unos cuantos miles de toneladas de trilita y de grandes cantidades de munición de artilleria, suficientes para volar las principales fábricas de la ciudad, los puntos de suministro energético, los conductos de agua potable, las vías de comunicación y los túneles del metro. Se calculaba que así se destruiría una cuarta parte de Barcelona. También se hicieron cálculos sobre los centenares de muertos que las explosiones ocasionarían y se concluyó que eran daños colaterales aceptables.

Ninguno de los asistentes a la reunión se atrevió a cuestionar los planes presentados por los agentes del Komintern. Viendo que no serviría de nada oponerse a ello, Miquel Serra i Pàmies se ofreció a ser él quien acabase de ultimar los detalles y finalmente diera la fatídica orden de destruir Barcelona. Pero lejos de llevar a cabo la tarea encomendada, dedicó todos sus esfuerzos a evitar que el monstruoso proyecto llegase a buen puerto. Convocaba reuniones constantemente, inducía a confusiones en la hora y lugar de encuentro, facilitaba contactos erróneos y creaba todo tipo de dilaciones. Mientras él se jugaba la vida, Barcelona seguía intacta. Era una carrera contrarreloj esperando con ansia la entrada de los nacionales en Barcelona antes de que su sabotaje fuese descubierto.

El 25 de enero del 1939 el Gobierno de la República y el de la Generalitat ya habían marchado a Francia. Las baterías antiaéreas de Montjuïc habían sido desmontadas y los locales de los ministros y el resto de oficinas, desalojados. En el Hotel Ritz aún quedaban algunos miembros del PCE y del PSUC. Cuando supieron que las tropas franquistas estaban en Molins de Rei y avanzaban hacia Pedralbes se apresuraron a emprender el camino al exilio. Los dos últimos miembros del PCE que quedaban en la sala invitaron a los del PSUC a precederlos, explicando que debían quedarse para resolver un asunto. Miquel Serra i Pàmies le pidió a Abelard Tona i Nadalmai que se quedase con él, que no saliese de la sala. Abelard enseguida comprendió por qué su amigo y compañero de partido le hacía esta petición, pese al peligro que suponía para sus vidas. Los dos miembros del PCE tenían la orden de no abandonar la ciudad hasta que lo hubiera hecho el último del PSUC, porque así podrían denunciar ante los altos cargos de Moscú que el PSUC, en un acto de cobardía y de traición, había abandonado Barcelona y la había entregado a los franquistas, y exigir bajo este pretexto la disolución del partido catalán.

Los dos miembros del PCE y los dos del PSUC pasaron la noche en Barcelona esperando inquietos que alguien se decidiera a dar el primer paso hacia el exilio. La situación no se desencalló hasta la tarde del 26 de enero, cuando un camarero entró en la sala gritando que las tropas franquistas estaban desfilando por el paseo de Gràcia; el Hotel Ritz se encontraba a dos manzanas de allí. Los cuatro se levantaron de un salto y corrieron a los coches. Ya no importaba quién salía primero; lo único que tenían en mente era evitar ser capturados por el enemigo.

© Apic / Getty Images
Un grupo de mujeres confeccionando una pancarta para el PSUC, al principio de la guerra.

De Francia a los calabozos de Stalin

Miquel Serra i Pàmies pudo escapar de Barcelona en coche y se dirigió a la frontera francesa. Gracias a su estrategia dilatoria Barcelona seguía intacta. Los propios franquistas mostraron una gran sorpresa cuando se encontraron las obras de ingeniería civil y gran parte de las fábricas en buen estado, ya que sus informes de inteligencia preveían que los comunistas aplicarían la táctica de tierra quemada.

Una vez en Francia, Miquel Serra i Pàmies se reencontró con su mujer, Teresa Puig i Sitges, que ya hacía unos días que había dejado Barcelona. Primero se instalaron en París, pero en el exilio la situación tampoco era plácida: los servicios secretos franceses vigilaban todos los movimientos de los dirigentes políticos catalanes y españoles, y los servicios secretos franquistas también comenzaron a perseguir a los políticos exiliados, lo que obligó a la pareja a trasladarse a Orleans, donde estarían algo más seguros.

Joan Comorera viajó a Moscú en mayo de 1939 para reunirse con el Komintern. El secretario general del PSUC quería pedir que el partido catalán fuese reconocido como miembro de pleno derecho de la Internacional Comunista. Contra todo pronóstico, consiguió que el Komintern se aviniera a aceptar al PSUC, haciendo una excepción en su principio centralista. Evidentemente, esta decisión encendió los ánimos de los dirigentes del PCE, que, furiosos por haber perdido la oportunidad de eliminar al partido catalán, decidieron que aquellos que les habían plantado cara lo pagaran caro.

En julio de 1939 Joan Comorera pidió a Miquel Serra i Pàmies y a Josep del Barrio, otro dirigente del PSUC, que se treasladaran a Moscú. Les anunció que el Komintern requería su presencia como representantes del partido para acabar de cerrar su adhesión a la Internacional Comunista. Pese a que el secretario general les había dicho que se trataba de una mera formalidad y que en pocas semanas volverían a estar en casa, Serra i Pàmies escribió algunas cartas a sus amigos en forma de despedida. Era consciente de que quizás jamás volvería de Moscú.

Cuando los dos compañeros de partido llegaron a la capital soviética fueron arrestados. Serra i Pàmies fue conducido a los calabozos de la Lubianka, la sede de la NKVD, los servicios secretos estalinistas, tal como les pasó a Bukharin, Zinoviev, Radek y a tantos otros socialistas y comunistas víctimas de las purgas estalinistas. Mientras esperaba un juicio cuya sentencia hacía tiempo que se había dictado, Serra i Pàmies era sometido a brutales interrogatorios y torturas en los gélidos sótanos del edificio.

El proceso de Moscú

El juicio empezó el 14 de agosto de 1939. Entre el jurado figuraban altos miembros del secretariado del Komintern como Georgy Dimitrov, más tarde jefe de Gobierno de Bulgaria; Vasil Kolarov, futuro presidente del mismo país; Wilhelm Pieck, que al cabo de diez años accedería a la presidencia de la República Democrática Alemana, y Ernö Gerö, agente soviético destinado en España. También participaron Dolores Ibárruri, “la Pasionaria”, Jesús Hernández y José Díaz, miembros de la cúpula del PCE e instigadores del proceso. Acusaron a Miquel Serra i Pàmies de diversos cargos, algunos de los cuales eran realmente sorprendentes. Sentado en el banquillo de los acusados, Serra escuchó como lo acusaban de anticomunista, de trotskista y de masón; de ser el responsable de la pérdida de los archivos del PSUC; de incumplir las órdenes de volar Barcelona y de perder los fondos económicos del PSUC; de pertenecer a los servicios secretos franceses y, por último, de ser el principal culpable de la derrota republicana en la Guerra Civil Española. Al oír esta última y descabellada acusación, Serra i Pàmies, muy debilitado por las torturas a que había sido sometido, sufrió una crisis nerviosa que obligó a suspender la sesión. Las secuelas de este accidente le acompañarían durante el resto de su vida en forma de parálisis de la mitad derecha de la cara.

En las sesiones posteriores Serra i Pàmies tuvo oportunidad de defenderse. Sabía que nada de lo que dijera serviría para cambiar una sentencia que ya había sido dictada antes de que él llegase a Moscú. No obstante, decidió plantar cara a los asistentes argumentando durante más de tres horas seguidas en favor de su actuación de boicotear la estrategia de tierra quemada en Barcelona. La defensa fue tan emotiva que el jurado decidió consultar la cuestión directamente con Stalin. Finalmente, el Komintern consideró que destruir Barcelona habría comportado una matanza civil que habría provocado una condena internacional, gravemente perjudicial para la imagen del comunismo.

El 20 de agosto de 1939 se cerró el proceso. Miquel Serra i Pàmies fue exculpado de haber incumplido la orden de volar Barcelona, pero declarado culpable del resto de cargos, incluido el de ser el principal responsable de la derrota militar. Su compañero Josep del Barrio también fue declarado culpable, pero de delitos de menor gravedad.

En ruta hacia Siberia

En el momento en que se dictó la sentencia de condena los dos compañeros de partido quedaron totalmente desconcertados. Les ordenaban que viajasen a Chile para crear allí la sede del PSUC en el exilio. No se explicaban cómo les podían confiar esta misión a dos culpables de tantos delitos contra la causa comunista. Al cabo de poco tiempo empezaron a comprender lo que sucedía: la ruta que el Komintern había preparado para enviarlos a Chile se iniciaba con un viaje en tren en dirección a Siberia.

En la primera ocasión que se les presentó los catalanes abandonaron el tren burlando a los dos agentes secretos que les vigilaban. En un viaje duro y penoso lograron llegar por su cuenta a Vladivostok, el puerto más oriental de la URSS, desde donde pasaron a Japón para embarcarse hacia Los Ángeles.

© Pérez de Rozas / AFB
El hotel Colón de la plaza de Catalunya, donde se estableció la sede central del PSUC, en una imagen de noviembre de 1936.

Más tarde viajaron juntos a través del continente americano hasta Chile, donde ya residían diferentes amigos y miembros del PSUC exiliados. Pero Serra i Pàmies temía que su vida corriera peligro en aquel país y decidió desandar parte del camino para acabar instalándose en México, donde también se había instalado una importante colonia de exiliados de la Guerra Civil.

Poco después de que Serra i Pàmies partiera a Moscú, Teresa Puig había recibido una carta de la capital soviética en la que le explicaban que su marido había fallecido heroicamente luchando por la causa comunista. También Serra i Pàmies creía que su mujer y su hija, a la que aún no había conocido, estaban muertas. Leyó en un periódico que una bomba alemana había caído dentro del refugio antiaéreo del barrio francés en el que vivían y había provocado un enorme número de víctimas. Pese a las adversidades, los tres seguían vivos.

Exilio en México

Fue gracias a los programas de reagrupamiento de familias refugiadas impulsados por la Cruz Roja como la familia pudo finalmente recuperar el contacto. Pero el reencuentro no sería fácil: hasta seis veces los servicios secretos franquistas impidieron a Teresa y a su hija tomar un barco desde Francia en dirección a América; las estaban vigilando con la esperanza de que Serra i Pàmies volviese a Francia a buscarlas y así poder detenerle y procesarle. Finalmente consiguieron documentación falsa y pudieron abandonar Francia en barco con dirección a Nueva York. De allí llegaron a México en autobús, donde al cabo se reunieron con Miquel. La familia se instaló en Guadalajara, donde aún hoy siguen residiendo sus nietos y bisnietos.

Ya en México, Serra i Pàmies escribió una carta a su hermano donde manifestaba:

“¿Tú crees que si los barceloneses conocieran este episodio me mostrarían agradecimiento por ello? A mí, que podía perder la vida en Barcelona en mis dilaciones y contraórdenes primero y después en Moscú, en el proceso, ¿crees que alguno de los vecinos a quien le esperaba una muerte segura me daría las gracias? No, hermano Josep. Los pueblos se olvidan de los peligros que han pasado y viven el presente. Si algunas gestas recuerdan son las bárbaras, no las humanas […] A mi entender nadie puede afirmar haber cumplido con su deber, ni como catalán ni como hombre público. Todos, absolutamente todos, somos responsables de la tragedia de nuestro pueblo. Lo único que yo podría demostrar es que no he sido un cobarde.”

Miquel Serra i Pàmies no regresó nunca a Barcelona. Pasó el resto de su vida en México, donde murió de una neumonía el 14 de junio de 1968, a la edad de sesenta y seis años. Su historia no se difundió nunca. Aún hoy son muy pocos los que saben cuán cerca estuvo Barcelona de convertirse en una ciudad devastada. ¿Cuánto más difícil hubiera sido la posguerra en Barcelona sin suministros eléctricos, sin agua potable y sin tejido industrial? ¿Qué sería hoy Cataluña si su capital hubiera quedado reducida a ruinas? Gracias a los esfuerzos de un hombre a quien hemos olvidado, no conoceremos nunca las respuestas a unas preguntas tan estremecedoras.

Guillem Martí

Economista

39 pensamientos en “Miquel Serra i Pàmies, el héroe olvidado de 1939.
El hombre que evitó la destrucción de Barcelona

  1. Que caldria fer per dedicar no un carrer ni una plaça sino tot un monument (i dels que fa goig) en un lloc centric de la ciutat que va salvar? Per quan el reconeixement que es mereix aquest heroi?
    Us imagineu si s’hagues fet? Que haiuriem reconstruit els franquistes? Res! On seriem a hores d’ara? Una ciutat de 4a categoria… Sense vida ni industria ni tants habitants com ara…
    Es podria parlar amb tv3 perque en facin un documental que ens acosti aquesta figura a tots?

  2. Pingback: L’home que va evitar la destrucció de Barcelona | Núvol

  3. Desconeixia ,com molta altra gent, aquest autèntic heroi de Catalunya.
    N’ha ha per fer-ne una pel.lícula . No sé per què alguns s’entesten encara en no reconèixer Stalin com el más gran assassí de la història d’Europa , a la mateixa alçada de Hitler i Franco sens dubte.
    Els comunistes de Negrín volien fer-li la feina bruta als franquistes tot destruïnt Barcelona i Catalunya ,tal i com volia haver fet la FAI dos anys abans.
    “Pobra Catalunya , crucificada com el Crist entre dos lladres ” com preclarament havia escrit el gran escriptor Joan Sales , que va viure en primera persona els crims de tots els totalitarismes que volien cruspir-se el nostre país.

  4. Puc donar testimoniate d’una cas que guarda similitud. El meu avi, Miquel Gisbert Albertos, comissari de la CNT del parc d’artilleria de l’exècit de l’Ebre, tenia ordre d’Enrique Líster (PC) de volar, en la retirada, les caves Codorniu que havia servit d’infraestructura d’artilleria i on es guardaven peces, principalment en reparació. Miquel i els seus es van negar, perquè consideraven que les insta·lacions no eren estratègiques per garantir la retirada i perquè la població de Sant Sadurní no s’ho mereixia. Quan a Figueres, Líster se n’assabenta i condemana a mort el comissari i envia un escamot, quan la es trobaven prop de la frontera. Després d’auntar-se uns i altres, i danvant la situació, de pas immediat a l’exili, l’escamot comunista es va retirar.

  5. Es clar que aquest patriota mereix un carrer o un monumennt!.
    Peró pel que sembla, i per motius diversos, tan ell com el Samaranch esperaven amb candaletes l’ entrada dels nacionals per la diagonal… paradoxes de la vida, ja diuen allò de “los extremos…”) Franco i Stalin (com molts anys més tard varem descobrir) no eren pas “blat net” i els dos van ser o “eran”, un perill per Barcelona, el que passsa es que el segon perill s’ ha amagat massa., segurament perque el nostre heroi ho va evitar.

  6. voldria saber la llista dels 200 noms pendents d’assignar carrer. No voldria que es poses nom a persones de dubtosa moralitat, per molts altres merits que pugui tenir, i quedessin sense els dignes, com aquest. Si no, al final, pagant t’assignaran un nom, qui sap si per uns anys, i així anar fent i anar ingresant diners. El nomenclator pot tenir funció pedagògica.

  7. Tantes històries ens amaguen…!Entre els uns i els altres. Ens amaguen , menteixen i difamen la nostra HISTÒRIA.Molt sovint per interés, quasi sempre, a més per ignorància i també perquè, a vegades, alguns viuen bé instal.lats en l’autoengany Sembla que la situació límit en que estem ara al païs, ha fet obrir els ulls, l’interés, la intel.ligència i la consciència per saber la veritat,les veritats de la Història, de la economía i la política que ens mena.
    Llàstima que hagi sigut al preu de tanta devastació que haguem escoltat la veu dels savis i dels honrats de la nostra Terra.

  8. Caldria fer córrer aquest article i tota la informació que dóna perquè arribés a l’ajuntament i a qui correspongui fer justícia.
    I, certament, seria trist que el franquista Samaranch tingués un carrer a la ciutat i l’home que la va salvar del desastre arriscant la vida fos ignorat.

  9. Una prova més de com la guerra del 36 va ser una guerra declarada Espanya contra Catalunya, i els quintacolumnistes de la FAI perfectament equipats i dirigits pel govern republicà espanyol. I hom em contava: els republicans espanyols mataven catalans, i després el franquistes espanyols mataren més catalans.

    • Dir que la guerra de 1936-39 és una guerra d´Espanya contra Catalunya, Gustau, suposa, a banda d´una mentida grossa i una barbaritat, escopir sobre les tumbes dels combatents republicans a Terol, l´Ebre, Guadalajara i tants i tants llocs, que lluitaven contra el feixisme que pretenia destrossar la legalitat (que incloia l´Estatut de Núria) republicana.

      És a dir, dir això és una salvatjada. ¿Cal recordar que hi havia castellans franquistes i no franquistes, i catalans franquistes i no franquistes? Sisplau, mentides en assumptes tan seriosos, no!!

    • Com he sigut censurat en una resposta anterior a Gustau, ho diré amb altres paraules:
      El que afirma este home és directament MENTIDA. La guerra va ser entre esquerres i dretes, no entre castellans i catalans. Va haver franquistes castellans i catalans, i també esquerrans. I dir el que diu Gustau es escopir sobre les tombes dels republicans morts al Jarama, Terol, Guadarrama i l’Ebre.

      • Perdona, sí t’he ofès, però hauries de saber llegir i distingir entre govern i el poble que està governat. El govern espanyol republicà sí que va declarar (no obertament) la guerra a Catalunya i els catalans.
        Has de pensar que el colp d’estat va estar permès i el govern espanyol republicà era assabentat. El colp d’estat en un principi era només un efecte militar per a frenar la Generalitat de Catalunya que a poc a poc tenien més clar que el camí era la Independència, i per altra banda al País Valencià i al País Mallorquí, Galícia creixia l’anhel per obtenir també la federació.
        Poc es pensava el govern espanyol que el poble català i d’altres ciutats, els moviments populars van saber defensar-se. I a més a més, hem de pensar que els colpistes espanyols, dirigits per la dreta tradicional espanyola volien enderrocar la república per tornar al vell règim que tant agrada en Espanya.
        Perdona,s i t’he ofès, resulta, però jo no m’empasse el mite romàntic de la República espanyola.

      • El nacionalisme feixista espanyol ultra-catòlic i la república española anti-cristiana podien tenir moltes diferencies ideològiques però tenien una cosa en comú: un marcat nacionalisme español. En aixó ho tenien claríssim.

        Vàren venir primer els escamots anarquistes españols als pobles catalans dient: “SI HABLAN CATALÁN, SON BURGESES, fusilaremos a unos cuantos y les robaremos.”

        Després varen venir els feixistes als pobles catalans i van dir: “SI HABLAN CATALÁN, SON ROJOS y SEPARATISTAS fusilaremos a unos cuantos y les robaremos.”

        La república española es una falàcia.

  10. La desmemòria és vasta i mai és innocent, és més còmode silenciar la figura de Miquel Serra i Pàmies que no pas fer-la pública, perquè mostra els clarobscurs i les complexitats de la guerra civil i de la política internacional de la seva època, una història on no tot és blanc o negre. És colpidor com el mateix Serra i Pàmies és conscient que no serà recordat ni honorat, ja que es recorden “les gestes bàrbares, no les humanes” . Tota una lliçó sobre la història i la naturalesa humana.

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  14. se han preguntado alguna vez como le fue posible no cumplir las ordenes de destrucción.
    ¿ quien fué el capitán de ingenieros que, jugándose la vida, apoyó y tapó al Señor Serra? todo bajo la atenta mirada del temido Lazarev, qué pasó con el capitán que colocó cargas que no estallaron nunca?

  15. el sr. Martí en su libro indica que en la reunión en la que estaba el ruso, había un militar, capitán de ingenieros, quien, jugándose la vida, apoyó y consiguió engañar al temido ruso para poder llevar a cabo el plan, no destruir Barcelona.
    esta es una historia que no se ha contado nunca, no se por qué ha incomodado a mucha gente que, hasta ahora, nadie había indicado la verdad, los que la llevaron acabo el s_r. Serra y el capitán de ingenieros no quisieron que trascendiera, los dos pagaron después su desobediencia.

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