De la libreta del capazo deshilachado de tanto deambular por la ciudad

Hay grandes capitales (Roma, París, ahora Nueva York, capitales del provincianismo), hay ciudades especialmente bonitas (Venecia) y hay ciudades con gancho (Marsella, Ámsterdam, Nueva Orleans), como si fuesen alguien. Una de estas era Barcelona. Y si seguimos como vamos, pronto la podremos borrar de la lista. Será triste como una Dublín cualquiera y sin Joyce.

“Il n’est pas donné à tout le monde d’aller à Barcelone.”

Ilustración: Júlia Solans.

1 SOMBRA SATURNIANA. El verano pasado empecé una libreta de prosas-con-haikus de ir por Barcelona observando esto y aquello, ciudad adentro. En ella decía que una de las primeras cosas que veo es que el fin-del-mundo es un no parar de fines-del-mundo uno detrás del otro, y en Barcelona en agosto se nota mucho.

¿La mercería

ha cerrado por vacaciones

o para siempre?

Me ofende y me hiere la sustitución sistemática de los plátanos del Eixample por almeces. No sé si lo hacen por vicio o por bisnis. Pero en nuestra ciudad los plátanos son importantísimos: los plátanos, cuando llega la época del calor, dan sombra y dan claridad. La gente y los artistas los aman. Los plátanos de Barcelona es título de novela. “Plàtans de l’acera donen verd a l’aire” [“Plátanos de la acera verdean el aire”] (Vinyoli).  [“El sol se había tapado. El verde de los plátanos, con menos luz, adquiría un esmeralda especialísimo”] (Vila Casas). “La paciència dels plàtans de l’Eixample. Em són exemple i em fan companyia” [“La paciencia de los plátanos del Eixample. Son para mí ejemplo y me hacen compañía”] (Bauçà).

El almez en una placita o en un jardín (el almez del patio) me gusta mucho. Ahora bien, dos hileras paralelas de almeces en una calle recta hasta perderse de vista forman un túnel de sombra negra y lo oscurecen todo. El barrio se vuelve triste. Desde abajo casi no se ve el cielo, y los de los pisos altos no vemos nada de abajo. En el Eixample, con almeces, se hace de noche media hora antes. Barcelona, así, pierde (desperdicia) otro de los puntos fuertes de su encanto. Los turistas seguirán viniendo por inercia, pero ya no entenderán por qué. Y poco a poco… bien, etcétera. Y entonces escribí este haiku:

Retirando los plátanos

y plantando almeces

el ensanche se estrecha.

2 MÁS ALLÁ DE BARCELONA. Barcelona, la gran hechicera de Maragall (o la “Barcelona es poderosa” de Peret) tiene o ha tenido carácter y personalidad. Los dos últimos siglos han sido el crisol de invenciones atrevidísimas, dignas herederas de una cultura que viene de las desmesuras de Llull y de March. En 1938 y 1939 la ciudad (como tal y como capital de Cataluña) recibió un batacazo tan fuerte que cincuenta y tres años después, cuando apenas empezaba a medio levantarse para tomar aire, vio pasar al demonio con un asunto goloso y sus gobernantes le vendieron el alma a precio de saldo olímpico. Y la cosa ya no ha tenido remedio. La supuesta personalidad barcelonesa, si aún existe, se mueve bajo tierra o se queda en casa. No tiene ni bancos para sentarse en las plazas.

Hay grandes capitales (Roma, París, ahora Nueva York, capitales del provincianismo), hay ciudades especialmente bonitas (Venecia) y hay ciudades con gancho (Marsella, Ámsterdam, Nueva Orleans), como si fuesen alguien. Una de estas era Barcelona. Que si seguimos como vamos, pronto la podremos  borrar de la lista. Será triste como una Dublín cualquiera y sin Joyce. Barcelona podría tener más de veinte, pero sus escritores no figuran a nivel mundial, por el mero hecho de ser de una cultura que no sale en los mapas. Francesc Pujols, por ejemplo, que como escritor y como personaje es mucho mas interesante que el famoso dublinés, no cuenta en el mercado internacional, no está admitido por el que cuenta (el dinero).

3 INTERLUDIO EN CAMP DE L’ARPA. Al Arpa del Camp, o sea, en términos de Pujols, la Sagrada Familia, cuantas más cosas se le añaden más pequeña se vuelve. Y no es que la parte gaudiniana se encoja, es que la tapan. Ya no es ningún templo en el sentido que explica Pujols en La visió artística i religiosa de Gaudí, ni tan solo un “templo sin templo” en el sentido de Manganelli en su punzante libro A e B, es una simple iglesia pseudogótica más, y el dios que se adora en ella viene en autocar. La familia ya no se gusta. Barcelona ha tapiado su portal del Nacimiento.

4 EN CONCRETO PROPONGO. Propongo maneras de minimizar el daño y de hacer la vida más interesante mientras no viene el cambio de organización de la sociedad que a la larga o a la corta ha de venir, porque, si no, vamos al desastre catalán, europeo y planetario. De momento puedo adelantar que se abolirá el dinero pero no hay que preocuparse, se montarán campañas de ayuda para los miles de ladrones que se quedarán sin trabajo.

Propongo, pues, mientras tanto (son ejemplos, la lista completa es mucho más larga):

–Demoler la Sagrada Familia posgaudiniana.

–Recuperar los plátanos.

–Poner bancos normales en las plazas.

–Confiscar los grandes hoteles modernos y habilitar en ellos dormitorios para los sin techo.

–No cerrar, por las noches, parques ni jardines.

–No poner anuncios gigantes en las fachadas que se restauran o se limpian.

–Retirar la publicidad de los espacios públicos (paradas de autobús y de metro, etc.) y ofrecer dichos espacios a la expresión libre y gratuita de quien quiera.

–A los jardines de Joan Vinyoli, por respeto al poeta y a la poesía, llamarlos Domini màgic, o bien Jardins del Callat.

–Retirar el supuesto monumento a Macià y devolver la diosa de Clarà a su sitio, mirando hacia la Rambla (ahora está de espaldas). Que la diosa de Clarà estuviera donde estaba había sido un triunfo de los sectores avanzados de Barcelona sobre los beatos que estuvieron a punto de impedir que aquella desvergonzada se instalase en la plaza Que-s’allunya [que se aleja], quiero decir, Catalunya.

–En la avenida Pau Casals, eliminar la estatuilla del músico sentado con el violoncelo, porque ya está, 50 metros más arriba, en la entrada del Turó Park, la gran obra que le dedicó Apel·les Fenosa, escultura que cuando llueve es de las más bonitas de Barcelona.

–Deshinchar el gato de Pedro Botero que hay en la “rambla” del Raval y regalárselo a alguna ciudad china o a una república bananera.

–Ofrecer la fachada del Liceu a un grafitero fino del área metropolitana.

–Desmantelar la Zona Franca y plantar alcachofas y tomates: el delta del Llobregat es la parte más fértil de toda Cataluña.

–A la que lleva la ridícula denominación de plaza de la Vila de Gràcia, devolverle su nombre de origen de plaza de Orient (en la torre de la campana que está en medio de la plaza hay un friso con los signos del zodiaco).

–Eliminar los monumentos y nombres de calle dedicados a Antonio López, “marqués” de Comillas, negrero insigne.

–Príncep d’Astúries se llamará Riera de Cassoles. La estación “apitxada” del Putxet se llamará correctamente Joaquim Folguera.

–El espectacular monumento al doctor Robert no se ve desde ningún lado. Tal como está, tras la barandilla y los árboles de la plaza de Tetuan, solo se vería entero desde el centro de la Gran Via y yendo en coche, pero la caja del ascensor del metro lo tapa (el ascensor sale al centro de la Gran Via).

–La Mujer y pájaro del parque del Escorxador (de Joan Miró) va quedando oculta por los árboles… y ahora también por el cuartel provisional de los bomberos. El cuartel viejo de la calle de Provença se derribó hace pocos años porque era un precioso edificio de ladrillo rojo de aire londinense.

–En la plaza de Espanya las farolas y los semáforos están mal colocados. Tienen que cambiarse todos. Los mandó poner alguien que no se había fijado que en el medio de la plaza hay un monumento.

–La escultura móvil de Clavé en la Ciutadella, con ruedas dentadas y engranajes que giran, la tienen parada con alguna excusa. Tratan bien al gato hinchado y dejan que el Clavé se desclave y que el Miró no se pueda mirar.

Y el Sideroploide embarrancado.

5 FINAL. La frase de Picabia que encabeza este escrito, la vi el otro día en el metro en la camiseta de un(a) turista.

Paseando por Barcelona, igual que en cualquier otra ciudad, por muy buen rollo que por otro lado pueda haber, se respira una hostilidad sorda propia de la sociedad moderna desde Confucio, una agresión constante y tozuda contra los impulsos humanos positivos. Si todos o casi todos queremos vivir con estima libertad amistad alegría gozo o serenidad, ¿por qué tenemos que bregar todo el rato con esta brutalidad que no para y que solo cree en el precio? La cual, si no protestas, si no protestas fuerte, hace ver que no es. Deja entender que las cosas van así por la fuerza de las cosas, por leyes de vida. Pero la puta brutalidad actúa. Domina. Es una religión y su evangelio es la publicidad. Este verano le había hecho este “haiku de todo el año”.

La guerra sorda
que si le plantas cara
entonces arma ruido.

Enric Casasses

Poeta

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