El ‘boom’ de la biomedicina en Barcelona

© Òscar Julve

De unos años a esta parte, Barcelona se ha convertido en un polo de atracción para científicos de alto nivel, que han encontrado aquí un lugar propicio para investigar, especialmente en los campos de la biotecnología y la biomedicina. Ello ha sido posible gracias a los fondos europeos, pero sobre todo a una voluntad política de blindar la investigación frente a los vaivenes partidistas y a la construcción de un sistema basado principalmente en criterios de excelencia científica. De este modo, la captación de talento se ha impuesto por encima de la jerarquía académica y se ha procurado que el abrumador entramado de la burocracia universitaria no interfiriera en la autonomía de los centros.

Barcelona es hoy en día un foco puntero de investigación, que dispone por lo menos de media docena de institutos y grandes instalaciones dedicadas a la biomedicina, la química, la nanotecnología y las ciencias fotónicas, centros que ya se han situado entre los mejores de Europa en el campo de las ciencias biomédicas. El programa ICREA (Institución Catalana de Investigaciones y Estudios Avanzados) da cobertura a un número respetable de investigadores que están realizando avances en el estudio del cáncer y del alzhéimer, enfermedad que probablemente constituirá la gran epidemia del siglo XXI.

Tras el prefijo bio se ocultan también otras disciplinas convocadas por los enigmas de la biología, como son la bioingeniería, la biomatemática o la bioinformática, que han dado pasos de gigante en los últimos años gracias al uso de los datos masivos o big data. Todos estos centros componen una red en que también se incluyen los institutos de investigación hospitalarios del Clínic, Bellvitge y la Vall d’Hebron.

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