Protocolos para desarrollar las nuevas ciudades

La City Protocol Society ya está en marcha. Después de poco más de un año de preparación, en octubre de 2013 quedó formalmente constituido en California el consorcio internacional que promueve el denominado City Protocol, un conjunto de acuerdos y estándares para avanzar en el desarrollo de las ciudades inteligentes. Barcelona tiene un papel destacado en el proceso.

© Oriol Malet

San Ramón es una pequeña ciudad situada a unos cuarenta kilómetros al este de San Francisco (California, Estados Unidos) y a unos cincuenta al norte del corazón del Silicon Valley. No es tan conocida como Palo Alto, Cupertino, San José o Menlo Park, pero quizás lo será a medio plazo, porque San Ramón es la sede oficial de la City Protocol Society, una organización sin ánimo de lucro que promueve la definición y la adopción de estándares globales para la transformación progresiva de las ciudades en lo que se conoce internacionalmente como smart city o ciudad inteligente.

La localidad californiana de San Ramón acoge la sede oficial de la City Protocol Society, pero buena parte del alma del proyecto se encuentra en Barcelona, la capital que acoge también, hoy por hoy, el secretariado de esta joven entidad (en el recinto modernista de Sant Pau, en concreto).

“El proyecto surgió de una reflexión sobre el futuro de las ciudades inteligentes y la necesidad de compartir experiencias y soluciones”, recuerda Manel Sanromà, gerente del Instituto Municipal de Informática del Ayuntamiento de Barcelona y, desde el pasado mes de octubre, presidente de la City Protocol Society. “Las empresas diseñan su tecnología para dar soluciones a los problemas de las diferentes ciudades, pero como todas las ciudades tienen problemas similares, el resultado es que se aportan soluciones similares pero sin mucha colaboración entre las ciudades y sin disponer de recomendaciones o estándares que permitan llegar a las soluciones de forma más eficiente y ágil”, detalla Sanromà.

Esta reflexión sobre la realidad de las ciudades inteligentes dejaba en evidencia la necesidad de poner en marcha un foro donde las ciudades, las empresas, el mundo académico, los centros de investigación y la sociedad civil participaran en el estudio de los problemas y la propuesta de recomendaciones o estándares de uso común.

Organizar un proceso de este tipo –con miles de ciudades, empresas e investigadores trabajando en paralelo– no parece demasiado fácil, pero la experiencia de internet ofrece una posible respuesta. “El milagro de internet es que diferentes empresas, fabricantes y usuarios acabamos trabajando con unos mismos estándares, unos estándares de facto que no han sido impuestos, sino que se han creado de abajo arriba”, recuerda Manel Sanromà, buen conocedor del proceso de creación del Internet Protocol y de la Internet Society.

La reflexión sobre la realidad de las smart cities en proceso de desarrollo y la experiencia de internet llevaron a proponer la creación de un City Protocol, mediante un proceso que lideraría la City Protocol Society. La propuesta empezó a elaborarse en Barcelona en un encuentro celebrado en verano de 2012 en el que participaron más de 200 expertos y representantes de 33 ciudades, 15 universidades y medio centenar de empresas e instituciones.

Después de un año de preparación y trabajos, el pasado mes de octubre la City Protocol Society quedó constituida formalmente con el apoyo de unas treinta ciudades, empresas y centros universitarios o de investigación.

Manel Sanromà destaca, aparte del acto fundacional, que la parte fundamental del proceso “empieza ahora con la creación de grupos de trabajo para abordar temas concretos en ámbitos como la energía, la movilidad, el medio ambiente o la tecnología. Esta task force empezará a elaborar las recomendaciones, los acuerdos y, en el futuro, posiblemente también los estándares comunes para el desarrollo de las ciudades”.

Una parte esencial de este proceso consiste en la definición de un proceso participativo que lleve a la adopción de acuerdos y protocolos a escala mundial. El City Protocol puede afectar a muchos aspectos o niveles de lo que se denomina smart city, pero, seguramente, las áreas donde es más fácil llegar a definir estándares comunes son las relacionadas con las tecnologías. “Estandarizar la gobernanza es una tarea que se prevé difícil, pero tenemos que contar, por ejemplo, con el open data, con un sistema estandarizado para publicar los datos de las ciudades. Es posible plantearse la definición de estándares mundiales”, afirma el gerente del Instituto Municipal de Informática.

En temas de actualidad y con mucho futuro, como la utilización de los vehículos eléctricos en las ciudades, el City Protocol puede servir para establecer estándares con respecto a las características de los sistemas y los puntos de recarga. “Sin duda encontraríamos muchos ejemplos prácticos, pero lo importante es que el City Protocol se puede extender a todas las áreas de lo que consideramos la anatomía de las ciudades –declara Sanromà–. En algunos casos llegaremos a acuerdos y en otros nos tendremos que limitar a apuntar recomendaciones, pero en absoluto cabe imponernos limitaciones porque el campo de trabajo es muy amplio”, explica Manel Sanromà.

Después de poner en marcha el proceso City Protocol y de la constitución legal de la City Protocol Society, el objetivo inmediato es “ir extendiendo la idea y el movimiento para conseguir sumar hasta un centenar de organizaciones este año 2014, incluyendo varias docenas de ciudades”, avanza Sanromà. De modo paralelo, la City Protocol Society continuará trabajando en la organización de su task force, grupos de personas de todos los sectores implicados que, en calidad de voluntarios, trabajan en la discusión de los problemas y en la preparación de propuestas y protocolos.

¿Qué es el City Protocol?
Se trata de un sistema de racionalización de la transformación de las ciudades basado en el diálogo y la búsqueda de informaciones, recomendaciones y estándares compartibles por todas las comunidades urbanas del mundo. La City Protocol Society (CPS), por su parte, es una organización internacional sin ánimo de lucro formada por ciudades, empresas, instituciones académicas y otras organizaciones sociales que tiene por objeto liderar la creación del City Protocol.

El City Protocol pretende trabajar en todas las áreas que afectan a la vida y al desarrollo de las ciudades y sus habitantes. Los grupos de trabajo encargados de elaborar las propuestas de acuerdos y estándares (City Protocol Task Force) se organizan en ocho áreas genéricas: medio ambiente (aire, tierra, agua), infraestructuras (información, agua, energía), edificios (hogares, edificaciones), espacios públicos (calles, plazas, parques), funciones (vivir, trabajo, salud), ciudadanos (personas, organizaciones), flujos de información (leyes, economía, metabolismos) y actuaciones (resiliencia, autosuficiencia, habitabilidad, seguridad e innovación).

Implicación de ciudades, entidades y empresas
“Barcelona ha promovido la idea y está decidida a seguir impulsando el proyecto con el máximo apoyo del alcalde Xavier Trias, pero hay muchas otras ciudades y entidades que están jugando muy fuerte en este proceso que ahora empieza y que habrá que ir extendiendo por todo el mundo”, destaca el presidente de la City Protocol Society.

La reunión constitutiva de la nueva sociedad se celebró el 31 de octubre del 2013 en Barcelona, y en su transcurso se designó una junta inicial formada por representantes de las ciudades de Ámsterdam, Barcelona y Quito, de las empresas Cisco y GDF Suez, del Instituto de Computación de la Universidad de Chicago y de la Academia de Ciencias de Nueva York. También son miembros las ciudades de Dublín, Génova y Moscú, así como las empresas y entidades Cast-Info, Cityzenith, Microsoft, Opticits Ingeniería Urbana, Schneider-Televent, el Instituto de Arquitectura Avanzada de Cataluña (IAAC) y la Universidad Rovira i Virgili (URV).

Joaquim Elcacho

Periodista especializado en ciencia y medioambiente

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