‘Smart cities’, tecnología pensada para las personas

© Oriol Malet

En poco tiempo, el concepto de ciudad inteligente ha dejado de ser una fantasía tecnológica para ganar una dimensión social. Smart se ha convertido en el prefijo con que etiquetamos ámbitos concretos de nuestra vida, del transporte a la salud, pasando por la logística, la telefonía o la gestión de residuos. Smart city es hoy sinónimo de ciudad conectada, concebida para la sostenibilidad y el ahorro energético, pero también orientada a la eficacia en la transmisión del conocimiento. Barcelona, capital mundial del móvil y promotora del City Protocol, ya ocupa el cuarto lugar en la clasificación Smart City 2013 y es ejemplo de buenas prácticas en materia de inteligencia urbana.

El futuro de las ciudades será inevitablemente smart, pero no podemos ignorar el desconcierto que rodea a este nuevo mundo. La ciudad inteligente se alimenta de datos personales que convierten cada uno de nuestros gestos en información de valor. El cruce de estos datos abre nuevas posibilidades de gestión, pero también se podría convertir en una forma de control. A la vez que emergen políticas smart transversales, oímos voces críticas que reclaman un modelo democratizador en relación con las tecnologías inteligentes.

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