Un agente educativo permanente, plural y poliédrico

Hay que formar a las personas para que puedan adaptarse a la globalización, para facilitarles la intervención en la complejidad mundial y para permitirles mantener la autonomía ante una información desbordante y controlada por los poderes económicos y políticos.

El XII Congreso Internacional de Ciudades Educadoras renuió en Barcelona, entre los días 12 y 16 de noviembre, a representantes de 200 ciudades de 36 países agrupadas en el marco de la Asociación Internacional de Ciudades Educadoras (AICE). Los plenarios, las ponencias y los talleres del congreso giraron en torno al lema “Una ciudad educadora es una ciudad que incluye”.

La Asociación Internacional de Ciudades Educadoras se organiza en torno a redes territoriales, redes temáticas y congresos. El congreso se puso en marcha en Barcelona en el año 1990 con el lema “Ciudades educadoras para niños y jóvenes”. Desde entonces se ha celebrado con periodicidad bienal en Gotemburgo, Bolonia, Chicago, Jerusalén, Lisboa, Tampere, Génova, Lyon, São Paulo, Guadalajara (México) y Changwon, en la República de Corea. En el 2016 será el turno de Rosario, en Argentina. Los participantes del primer congreso recogieron en una carta fundacional los principios básicos para el impulso educativo de la ciudad. Partían del convencimiento de que el desarrollo de sus habitantes no se puede dejar al azar.

Hoy, más que nunca, la ciudad, ya sea grande o pequeña, es un sistema complejo y, al mismo tiempo, un agente educativo permanente, plural y poliédrico, capaz de contrarrestar los factores deseducativos. Como apunta Àngel Castiñeira en este mismo dossier, “la ciudad educadora del futuro se construye sobre tres modelos complementarios e integrados: la ciudad inclusiva, la ciudad participativa y la ciudad creativa”.

Estamos ante uno de los grandes retos del siglo xxi. En primer lugar, hay que invertir en educación en cada persona, de modo que sea cada vez más capaz de expresar, afirmar y desarrollar su propio potencial humano a través de su singularidad, su creatividad y su responsabilidad. En segundo lugar, se deben promover condiciones de plena igualdad para que todas las personas puedan sentirse respetadas y ser respetuosas, capaces de dialogar. Y, en tercer lugar, hemos de conjugar todos los factores posibles para que se pueda construir, ciudad a ciudad, una verdadera sociedad del conocimiento sin exclusiones, que garantice un acceso fácil de toda la población a las tecnologías de la información y de las comunicaciones.

La humanidad no está viviendo solo una época de cambios, sino un verdadero cambio de época. Como afirma Josep Maria Coll en el artículo que cierra el dossier, “la globalización ha facilitado el acceso al conocimiento, pero también ha reducido la educación a un instrumento del progreso material”. Hay que formar a las personas para que puedan adaptarse críticamente a los retos y a las posibilidades que se abren con la globalización de los procesos económicos y sociales, y para que puedan participar activamente en ellos; para facilitarles la intervención desde el mundo local en la complejidad mundial, y para permitirles mantener la autonomía ante una información desbordante y controlada por los centros de poder económico y político.

La diversidad es inherente a las ciudades actuales y se prevé que se incremente en el futuro. Por eso, uno de los retos de la ciudad educadora es promover el equilibrio y la armonía entre identidad y diversidad, teniendo presentes las aportaciones de las comunidades que la integran y el derecho de todas las personas que conviven en ella a sentirse reconocidas desde su propia identidad cultural. Vivimos en un mundo de incertidumbre que da la máxima importancia a la búsqueda de seguridad, que a menudo se expresa como negación del otro y con desconfianza mutua. “La educación, entendida integralmente, debe ser la guía del crecimiento humano, social y tecnológico si no quiere convertirse en esclava de las peores pulsiones individualistas, competitivas, tecnocráticas y autoritarias”, alerta Joan Manuel del Pozo en este mismo dosier.

Antònia Hernández Balada

Directora del XIII Congreso Internacional de Ciudades Educadoras

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