Barcelona es, sintomáticamente, una de las ciudades de Europa que se han mostrado más receptivas ante el drama de los refugiados y a la vez uno de los polos de atracción de inmigración del sur de Europa. El crisol de comunidades extranjeras de todo el mundo que viven hoy en Barcelona es más grande y más diverso que nunca.
Comunidades extranjeras
Barcelona acoge hoy a más población extranjera que de otras zonas de España. La globalización ha alterado la fisonomía demográfica de una ciudad que ha sido polo de atracción de migraciones de todo el mundo en este cambio de siglo.
Barcelona ocupa un lugar privilegiado en el imaginario de los italianos, para quienes la ciudad es casi perfecta. Pero tras esta imagen se esconde una realidad que puede llegar a ser dura y difícil para muchos de ellos.
A diferencia de lo que pasó con otras comunidades migratorias, la crisis económica no hizo que los sufridos, ahorradores y laboriosos chinos de Barcelona volviesen a su país o partieran hacia nuevos destinos migratorios: muy mayoritariamente se quedaron. La crisis solo frenó su ritmo de llegada.
Tanto si compramos comida a deshora, como si cogemos un taxi o tomamos un shawarma en Ciutat Vella –acompañado con una lata de un vendedor ambulante–, es muy probable que entremos en contacto con miembros de la comunidad pakistaní. Pero, ¿qué sabemos de estos discretos nuevos barceloneses?
Desde 2006, cuando llegué a Montcada i Reixac, el número de mujeres pakistaníes residentes en Barcelona ha aumentado considerablemente, aunque los problemas a que se enfrentan no han cambiado mucho.
Los ciudadanos de origen marroquí forman un colectivo muy numeroso como consecuencia de los movimientos migratorios de los años sesenta. Marruecos se encuentra a tan solo una hora y media en avión, pero a veces parece mucho más lejano. Es una distancia imaginaria, causada, sin duda, por las diferencias culturales.
Los países latinoamericanos comparten una fuerte tendencia al asociacionismo, lo que se refleja en el gran número de entidades formadas por ciudadanos originarios del otro lado del Atlántico. La presencia femenina es muy importante: las mujeres latinoamericanas se han convertido en un colectivo clave para el mantenimiento del estado del bienestar autóctono.
A excepción de chinos e italianos, el volumen de inmigrantes en Barcelona se ha estabilizado, y son muchas las personas que –coincidiendo con la recesión y el encarecimiento de la vida– han optado por cambiar de municipio o volver a casa. En esta coyuntura se han hecho más visibles nacionalidades hasta ahora poco representadas como los bengalíes, los armenios o los hondureños.