La multirreligiosidad florece en Barcelona, donde hay 243 centros de culto católicos por 270 que no lo son. La inmigración iniciada en los años noventa es clave para entender la irrupción de religiones como, por ejemplo, el sijismo; pero sería un error creer que todos los no católicos son extranjeros. En el islam, en las religiones orientales y en todas las confesiones cristianas abundan los apellidos catalanes.
Diversidad religiosa
El trato jurídico que se le da a la diversidad religiosa en España y, por tanto, en la ciudad de Barcelona, es desigual. La aconfesionalidad del Estado, aunque recogida en la Carta Magna, es una entelequia para muchas comunidades que subsisten en unas condiciones precarias y apenas pueden llevar a cabo sus cultos.
El fenómeno de la precariedad de los lugares de culto es real, pero no endémico, y afecta a las comunidades más depauperadas. Es una cuestión de estratos sociales, no de religiones concretas. La demanda de espacios para uso religioso es cada vez mayor y la Administración estudia soluciones.
El Grupo de Trabajo Estable de Religiones, iniciativa que tiene su origen en el Fórum de las Culturas de 2004, reúne a dirigentes de las cinco tradiciones religiosas con más implantación en Cataluña.