“Desigualdad, precariedad, invisibilidad, pobreza. Todas estas palabras se escriben en femenino y lucen también rostro de mujeres en nuestra sociedad”. Así comienza uno de los artículos que Barabara Educació ha publicado en relación a la puesta en marcha de su proyecto “Mujeres contra la precariedad laboral”. Entrevistamos a la presidenta de esta cooperativa de iniciativa social, Raquel León, para que nos explique sus objetivos y qué impacto esperan.
¿Qué es Barabara Educació y qué tipo de proyectos desarrolla?
Barabara Educació es una cooperativa de trabajo asociado, de iniciativa social y sin ánimo de lucro que nace a finales del 2013. Barabara significa camino, y es un camino que iniciamos con la voluntad de contribuir a la transformación social a través de la formación y desarrollo de las competencias y habilidades sociales de las personas, potenciando el espíritu crítico, solidario, profesional y comprometido con la comunidad. Somos un equipo de profesionales con una trayectoria y experiencia de más de 25 años en el ámbito de la gestión, la formación y el desarrollo de proyectos.
Desarrollamos proyectos de formación, programas de orientación profesional para personas en paro, igualdad, elaboración de materiales pedagógicos y propuestas pedagógicas, asesoramiento y consultoría, propuestas educativas en aprendizaje cooperativo y proyectos de acompañamiento a mujeres en situación de paro de larga duración .
Recientemente, se ha puesto en marcha Mujeres contra la precariedad. ¿Qué situaciones habéis detectado a través de vuestro trabajo diario que explican la necesidad de impulsar este proyecto?
El proyecto Mujeres contra la precariedad, con el apoyo del Ayuntamiento de Barcelona, es un programa en el que las mujeres participantes son las protagonistas de su proceso, tanto en el diseño y la implementación como en la evaluación. Desde los inicios de la cooperativa, en Barabara Educació trabajamos con grupos de mujeres para facilitar procesos de empoderamiento para que las participantes (en situación desempleo de larga duración y muchas de ellas, mayores de 45 años) sean siempre agentes activas de su futuro. Partimos de la exploración vital del pasado y el presente; exploramos el entorno para identificar los elementos clave del contexto vital y social; recuperamos recursos, a partir de identificar capacidades y competencias personales y profesional; y acompañamos a las mujeres para definir su propio proyecto vital y profesional como estrategia de proyección, experimentación y toma de decisiones. El resultado a lo largo de estos años ha sido muy positivo con resultados de inserción, re-orientaciones profesionales, procesos de emprendimiento, etc.
Es necesario un replanteamiento de los proyectos de inserción sociolaboral y de las políticas activas de empleo que, aparte de no tener una perspectiva de género implementada ni en su diseño ni en la intervención ni la evaluación, perpetúan roles y modelos productivos basados en la precarización.
¿Qué objetivos os marcáis?
Nuestro objetivo es conformar un espacio de reflexión en torno a la precariedad laboral de las mujeres, con diferentes entidades, asociaciones, grupos de mujeres formales o informales del territorio, con representantes de entidades de la ESS y con mujeres a título individual que trabajamos con la inserción y/o orientación sociolaboral de mujeres.
Queremos ser un espacio donde generar ideas y reflexiones sobre el contexto actual, afrontar retos, cuestionar el modelo actual de inserción laboral de las mujeres, mejorar nuestras estrategias de trabajo, generar propuestas conjuntas que transformen la calidad de vida de las mujeres en el ámbito laboral y contribuir a la lucha contra la precariedad laboral.
Mujeres contra la precariedad pone especial énfasis en la necesidad de formar redes y sumar voces diferentes. ¿Con qué organizaciones estáis colaborando y por qué considerais prioritario este camino compartido?
Hemos creado un espacio de reflexión que hemos llamado grupo de mujeres referente, y en el que han participado o bien a título personal o en nombre de entidades como: Lola no estás sola, ACAF, Infinita dona, Associació Fita, Fundació Formació i Treball, Hèlia, CatNova, Sabors de Dona , Mujeres P’alante, etc.
A pesar de haber coincidido con la pandemia, el espacio construido se ha valorado como positivo. Un espacio de mujeres donde se habla de mujeres. Nos hemos acompañado en las sesiones por streaming durante el confinamiento, por la situación que nos ha tocado vivir. Pero se ha hecho mucho trabajo en este proceso. Y como dicen en la valoración final: En este proceso hemos construido muchas cosas, hemos hecho buen trabajo. Aunque nos ha faltado el componente presencial. Esto solo ha hecho que empezar, ahora es necesario que se ponga en marcha la prueba piloto para acompañar a mujeres a partir del la herramienta metodológica que se ha construido entre todas. Después, habrá que ver si los resultados esperados se han conseguido.
¿Qué impacto ha tenido la crisis de la Covid19 en esta precariedad laboral? La ha intensificado, lo ha visibilizado?
Las mujeres hemos asumido gran parte de la crisis del COVID19. El trabajo de cuidados que, de forma naturalizada, que no natural, desarrollamos es ahora el centro. Los trabajos más precarios, a menudo muy feminizados, son en la primera línea de la gestión de la crisis: trabajadoras de la limpieza, cajeras de supermercados, trabajadoras en residencias de ancianos, sanitarias, trabajadoras en el sector de cuidados internas … Empleos que son básicos para mover el mundo, no sólo en esta crisis; trabajos de cuidado no considerados trabajo, invisibles y realizados de forma mayoritaria por mujeres. La precariedad ya estaba antes de la pandemia, el virus ha empeorado la situación y ha encontrado una sociedad con muchas carencias estructurales. El coronavirus ha empeorado lo que ya era muy precario y ha evidenciado aún más las desigualdades y la necesidad de cambios en la gestión política que ponga en el centro las personas y no los beneficios económicos, que incorporen verdaderamente una mirada de género, con el fin de enderezar las desigualdades, en lugar de agravarlas.
En un mundo cambiante y en constante movimiento como el nuestro, ¿cuáles son los nuevos retos que plantea esta lucha contra la precariedad laboral de las mujeres?
El paro de larga duración tiene numerosos impactos en las personas y en varios niveles, tiene impactos en la salud, en la estructuración del tiempo, en las relaciones personales, en la salud mental, en las adicciones, etc. La construcción social que desde la revolución industrial se ha gestado en torno a la posición laboral del individuo, como centro de su mundo social, se ve afectada cuando esta posición sufre una situación de vulnerabilidad en que todo se hunde. Así, hoy en día, podemos hablar de un cambio de paradigma en la conceptualización del mercado laboral, los valores del modelo tradicional decaen y esto afecta a la identidad de las personas, con el hecho de tener un lugar social reconocido en el mundo. De esta manera la identidad construida a partir del trabajo se diluye y se vuelve volátil e inestable.
Hay que potenciar que las personas adquieran y desarrollen competencias profesionales y personales que puedan dotarse de más herramientas y recursos que les permita gestionar la situación de un mercado laboral en constante cambio. Las dinámicas de desestructuración y descalificación que sufren las personas que llevan mucho tiempo en paro dificultan aún más su reinserción en el mercado laboral. Si encima se añadan dinámicas de desafiliación y exclusión típicas de la falta de recursos económicos, en todos los ámbitos, lo que se genera es una población cada vez más excluida con situaciones que pueden saltar fácilmente de generación.
Es indiscutible la necesidad de que las instituciones y las empresas trabajen para proporcionar oportunidades de acceso y mantenimiento en el mercado laboral. La cultura sexista crea barreras organizativas que obstaculizan el acceso, la permanencia y promoción de las mujeres en las empresas como empleadas y como titulares o miembros de las mismas. La empresa actúa como agente de socialización, produciendo y reproduciendo las desigualdades. Por este motivo es importante trabajar por un cambio en la cultura empresarial convencional y así fomentar la economía social y solidaria que no sólo no busca deconstruir las desigualdades existentes sino que pretende eliminar la división sexual de la gobernanza y del trabajo, cambiando las relaciones de poder.