La magia de la noche de San Juan: ordalías, sortilegios y el poder de las hierbas y del agua

La noche de San Juan es una noche mágica en que ocurren prodigios reservados solo a fechas clave y significativas del calendario, como Navidad o Fin de Año. Son aquellas fechas en las que el sentido de inicio, de cambio o de renovación del tiempo es más explícito. Sortilegios, ordalías y fórmulas nos han llegado hasta hoy gracias al espíritu recolector de los folcloristas de finales del XIX y hasta bien entrado el XX.

Ordalías
Una de las prácticas más frecuentes son las relacionadas con el mundo de la pareja y el matrimonio. Cabe decir que, dentro de esta clase de ordalías, la mayoría de las que hay referenciadas están realizadas por mujeres solteras que quieren saber determinados aspectos del futuro esposo: si será rico o pobre, cómo se llama, qué aspecto tiene, etcétera. Y eso se puede saber por medio de todo tipo de procedimientos: leyendo las formas caprichosas que toma una clara de huevo en un vaso de agua para saber el oficio, poniendo tres semillas de haba bajo la cama para descubrir el estado económico o escribiendo el nombre de los pretendientes en un papelito mojado para ver cuál se abre primero. Y si una chica quiere saber el aspecto físico del amante, solo debe colocarse desnuda frente al espejo al punto de la medianoche con dos cirios. Los juegos de luces, sombras y reflejos permitirán vislumbrar el rostro del futuro amado.

Las hierbas
Otros elementos de primer orden de la noche de San Juan son los vegetales. Hierbas, plantas, flores y árboles adquieren propiedades y potencialidades extraordinarias. Algunas recaen en el campo medicinal y de los remedios y otras plenamente en el terreno de la magia. Los vendedores de hierbas medicinales utilizaban como reclamo y garantía de efectividad el hecho de que habían sido recolectadas la noche de San Juan. Parece que esta efectividad tiene un fundamento astronómico, relacionado con las horas de insolación, que durante aquellos días se encuentra en el punto máximo.

Por la noche de San Juan, sobre todo se destacan siete variedades: la verbena, la salvia, la artemisa, la lavanda, el romero, la ruda y el hipérico —conocido también en algunos lugares como hierba de San Juan—. Este último es especialmente efectivo, porque por estas fechas tiene la flor en el momento de máxima concentración de principios activos. Con la flor del hipérico se elabora el oli de cop (aceite de golpe), denominado también aceite de San Juan. También existe la creencia de que por la noche de San Juan las esporas del helecho echan un polvo de oro que solo se puede recoger con un pañuelo blanco.

El agua
Por la noche de San Juan, el agua parece invitarnos a reiniciarnos. Entre las costumbres vinculadas al agua, muchas tienen relación con la salud o con la suerte, como tomar el rocío al despuntar el alba. En las zonas de montaña hay quien se revuelca, desnudo de los pies a la cabeza, en la hierba porque tiene muchas virtudes curadoras y profilácticas. Bañarse es otra costumbre muy extendida: los ríos, los estanques y el mar son lugares concurridos para hacer una inmersión ritual. Antiguamente también se hacían itinerarios para beber agua de fuentes diferentes. Joan Amades explica que en Barcelona era muy popular la fuente de la calle de la Avellana, actualmente desaparecida. También había quien lavaba ropa la noche de San Juan con el convencimiento de que así quedaba protegida de insectos y polillas todo el año.