A PARTIR DE LOS 6 AÑOS

Moverse y removerlo todo. Ir y volver. Empujar y parar el golpe. Buscarse y no encontrarse. Buscarse y darse de bruces con el otro. Y trabajar juntos. Y colaborar. Y construir juntos. O no.

Lazuz o su equivalente, moverse, porque esto es el que quiere decir esta palabra hebrea, es lo que hacen sobrre el escenario un acróbata y un malabarista. Dos personajes que van y vienen, que se buscan y no se encuentran, que se acercan y se alejan, que se juntan y se separan, que buscan conectar y construir, que quizás podrán y quizás no, que no lo saben, pero que lo intentan... Este es el sentimiento que Itamar Glucksmann y Ron Beeri, los miembros de la compañía franco-sueca Lazuz, tuvieron cuando se pusieron a trabajar juntos para intentar casar las acrobacias y los malabares, sus dos disciplinas, en un espectáculo conjunto, y este fue también el leitmotiv sobre el que construyeron este espectáculo, la primera colaboración de estos dos artistas de origen israelí, que han continuado explorando las posibilidades de malabares y acrobacias en un segundo espectáculo, Baktana.

Tanto Itamar Glucksmann como Ron Beeri nacieron en Israel. El primero se formó como bailarín en Berlín y en las técnicas del circo en la escuela Le Lido de Tolosa; actualmente compatibiliza su trabajo en Lazuz con colaboraciones con otras compañías como Cie 111, de Aurelien Bory, o la Compagnie Dernière Minute, de Pierre Rigal. Ron Beeri centró su investigación en el mundo del circo en la disciplina de malabares y se formó a la Dance & Circus University (DOCH) de Estocolmo.