Aina Huguet contempló la playa donde  estuvo el campo de concentración de Argelers al final de la Guerra Civil española. Y no encontró ningún rastro de las personas que habían sufrido allí. Y decidió que les quería devolver la voz y así recuperar un trozo de memoria que se está perdiendo. Que todos estamos perdiendo. Y de esta necesidad de luchar contra la desmemoria nació Rastres_Argelers, una obra que ha escrito, dirige y coprotagoniza.

-¿Por qué quisiste escribir un espectáculo de memoria histórica? ¿Y por qué sobre el campo de concentración de Argelers?
De entrada, cuando decidí que quería sacar adelante un proyecto teatral propio, no tenía ni idea de qué temática trataría. Fue a raíz de un viaje a la Catalunya Nord -pasé por diferentes lugares de la retirada y el exilio republicano, como la playa de Argelers- y de la lectura del libro Els vençuts, de Xavier Benguerel, que precisamente narraba este episodio de nuestra historia, que me di cuenta de que de todo aquello que leía, de todos aquellos campos de concentración de refugiados, de toda aquella barbarie que se  había vivido, prácticamente no  quedaba ningún rastro. Y eso me empujó a buscar más información sobre el tema y, finalmente, tuve claro que quería dar voz a todas estas víctimas silenciadas.

- ¿Crees necesario recordar el pasado para poder ser consecuentes con nuestro presente?
Sí. Es absolutamente necesario. De hecho, Rastres_Argelers, más allá de explicar un episodio de nuestra historia, apela precisamente a eto: al drama humanitario de las personas refugiadas, porque la historia se va repitiendo una y otra vez en todo el mundo.

- ¿Crees que padecemos de desmemoria?
Sí, totalmente. Pero la memoria colectiva se construye, y hay estados (el español, el francés...) que han hecho y hacen todo el posible para silenciar la memoria de los vencidos. Por eso, en este sentido, subscribo una por una las palabras de Manuel Vázquez Montalbán cuando decía: «Hay que hacer lo posible para salvar estos testimonios con el mismo afán con que se lucha para salvar un patrimonio de la humanidad. Hubiera sido irreparable que estas voces hubieran ido a parar a la fosa común del tiempo. Entonces el crimen hubiera sido perfecto.»

- ¿Qué es el que más te va sorprendió cuando hiciste tu investigación sobre loque había pasado a Argelers? ¿Y qué es lo que sabías antes de empezar a trabajar el tema?
Cuando empecé a investigar sobre el campo de concentración de Argelers, me sorprendió el gran desconocimiento que había sobre el tema, empezando por mí misma, que  sabía cosas generales pero  desconocía el verdadero alcance. Si preguntas por los campos nazis, todo el mundo, más o menos,  tiene una idea; pero de los campos de concentración franceses muy poca gente  conoce el alcance. También me impactó conocer tantos y tantos familiares de refugiados en Argelers que me abrieron las puertas a la memoria.

-¿Cómo trabajaste todo el material que encontraste en tu investigación para dotarlo de una dramaturgia?
Para escribir Rastres_Argelers me basé en múltiples tetstimonios orales y escritos de los campos de concentración franceses y creé una trama basada en dos personajes femeninos. La trama, pues, es inventada, pero todo el que  pasa parte de hechos reales. En este sentido hay una mirada documental que permite que, sin salir de la ficción teatral, el espectador pueda mirar la cruda realidad frente a frente.

-¿Cómo son las dos mujeres que subes al escenario? ¿Qué tienen de personajes reales?
Las dos mujeres son, de entrada, dos polos opuestos: una tiene convicciones políticas fuertes, la otra no; una sabe leer y escribir, la otra es analfabeta; una viene de un entorno urbano obrero muy politizado, la otra viene de un mundo rural...
Aunque los dos personajes sean inventados lo tienen todo de personajes reales; es decir, en cada una de estas mujeres -María y Lola- he vehiculado la experiencia real de tantas y tantas mujeres que fueron testigos del campo de concentración de Argelers.

- ¿Es difícil ser autora, directora y actriz? ¿Por qué lo quisiste hacerlo así?
Es difícil en el sentido de que tengo que tener la cabeza en todo. Así que es muy intenso y muy agotador a la vez. Pero lo quise hacer así porque este es un proyecto muy personal, que había nacido de mi necesidad de dar voz a toda esta gente silenciada, y me di cuenta que esto solo lo podía hacer desde mí, desde mi mirada.