Buscaban papeles que les apeteciera interpretar, una historia en la que se sintieran identificadas y que quisieran subir al escenario. Y pensaron que nada mejor que hacerse unl vestido a medida. Así que Ariadna Cabiró, Núria Cuyàs, Laura López y Anna Romero contactaron con una dramaturga. Anna Maria Ricart, y una directora, Mònica Bofill, y juntas se adentraron en una historia que las llevó a viajar muchos y muchos años atrás, a unos tiempos, los de sus abuelas, bisabuelas y tatarabuelas, en que las mujeres estaban obligadas a llevar corsés y vivían encorsetadas

"Cuando nos vinieron a ver, a las actrices ya les rondaba por la cabeza la historia de la doctora Aleu. A partir de la historia de esta médica, que era antepasada de Núria Cuyàs, decidimos indagar en el pasado de otras mujeres de nuestras familias: qué habían hecho y qué no, qué era lo que las encarcelaba y por qué se las encarcelaba. Y como que la doctora hablaba en su tesis doctoral de los corsés que lucían las mujeres de su época y pedía que se dejaran de utilizar, decidimos hablar de los corsés de nuestras abuelas, pero también averiguar si nosotras también las tenemos aunque sean invisibles", explica Anna Maria Ricart, quién tejió todo este material en un espectáculo donde los textos -"algunos escritos por mí, pero también fragmentos de la tesis de la doctora, noticias y anuncios de la época"- casan con las músicas de Ariadna Cabiróy las coreografías de Anna Romero. "Todo creció simultáneamente. Fue un proceso creativo donde todas participamos", añade la dramaturga, quien también ha firmado las adaptaciones escénicas de grandes éxitos recientes como El médico de Lampedusa o Jane Eyre.

Un proceso creativo en el que todas han sido mujeres: las actrices, la directora, la dramaturga, la escenógrafa, la responsable del vestuario... "Nos juntamos un de mujeres a las que nos cuesta trabajar en teatro, porque las mujeres tienen más dificultades que los hombres para trabajar en el teatro: sólo hay que ver quién dirige los teatros de la ciudad y cuántos hombres y cuántas mujeres hay en sus programaciones. Así que decidimos darnos una oportunidad a nosotros mismas", apunta la dramaturga.

Pero, a pesar de que éste sea un espectáculo hecho por mujeres y que habla de mujeres, no es un espectáculo pensado para un público femenino: "Si hablamos de una película protagonizada por un hombre, no decimos que es para hombres, porque lo que explica nos remueve a todos. Entonces, ¿por qué, si las protagonistas son mujeres, tenemos que decir que es una película o una obra de teatro para mujeres? Las historias protagonizadas por mujeres son tan universales como las protagonizadas por hombres", concluye Anna Maria Ricart.