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Toda la escala del gris

15/02/2020
Teatro
La Pulpe Teatro emociona y entusiasma a los espectadores de Vil·la Urània con 'Negrata de merda'

La vida se escribe en grises. Nunca nada es blanco ni negro. Nunca es o todo o nada. Siempre oscilamos en una escala que a veces nos acerca al blanco y otros al negro, que a veces se acerca a la luz y otras, a la oscuridad. Y cuatro de los personajes de Negrata de merda, la obra de Denise Duncan que La Pulpe Teatro presenta por los escenarios de nuestro circuito, pasean sus discursos por toda la gradación de grises y no solo es así porque ellos vistan solo con tonos de gris sobre un escenario blanco que contrasta sobre un fondo negro.

Cuatro de los cinco personajes de Negrata de merda (el quinto es una periodista, mirada externa, pero tampoco objetiva) integran las dos parejas que son eje de la obra con su enfrentamiento a causa de sus hijos: la hija de uno de los matrimonios ha dicho al hijo de la otra 'negrata de mierda'. Y los cuatro, en la defensa de su criatura, nos enseñan aquello su mejor y su peor cara que es, de igual manera, la mejor y la peor cara que todos compartimos como sociedad. Y sus argumentos, escritos en escala de grises, son además leídos por un público que también está dibujado en este color. Y es, precisamente, la voluntad de la obra que el público sea consciente y se dé cuenta, al dar la razón a ratos a uno de los personajes a ratos a otro, al encontrar odioso a veces lo  que uno dice para segundos después entender y compartir su postura, que todos estamos hechos de contradicciones, que todos estamos tocados por los prejuicios, que ninguno de nosotros es libre de haber caído en el pecado del racismo (ni del machismo, ni de tantos otros).

Así que cuando, al final de la representación en el CC Villa Urània, cuando el coloquio con los actores ya se estaba acabando, una señora del público admitió que viendo la obra se había dado cuenta de sus comportamientos racistas, a los intérpretes se les plantó la sonrisa de satisfacción a la cara. Y no se les pudo marchar porque otra de las espectadoras les confesó que era la mejor obra que nunca había visto. Así que, ahora, fundido a negro.

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