Por qué declaramos la emergencia climática

Imatge skyline de Barcelona amb muntanya en primer pla i mar al fons

El cambio climático es responsabilidad de todo el mundo

No estamos en el camino que nos llevará a lograr los objetivos

Estamos ante uno de los retos más importantes y complejos que jamás haya tenido que afrontar la humanidad. Según los últimos estudios del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), si no se producen cambios drásticos y se reducen las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), es “extremadamente improbable” cumplir el objetivo de no superar los 1,5 °C de temperatura media global de la Tierra marcado en París. 

De hecho, este aumento de la temperatura ya es observable en Cataluña, donde la temperatura media anual ha aumentado casi 1,2 °C en los últimos 65 años.

Si se sigue el ritmo actual de emisiones, es probable que la temperatura media del planeta pueda llegar a aumentar más de 3 °C a finales de siglo. 

Los retos son mayúsculos tanto en mitigación como en adaptación. Se necesita un replanteamiento de nuestro modelo de producción y consumo, nuestra cultura y nuestro estilo de vida. De hecho, las contribuciones nacionales comprometidas en el Acuerdo de París (2015) son insuficientes para lograr los objetivos marcados. Hay que aumentar la ambición y establecer los mecanismos e instrumentos necesarios para descarbonizar la economía y llegar, en el 2050, a ser neutros en carbono.

Aún estamos a tiempo

Tenemos 10 años para reducir las emisiones de GEI antropogénicas un 45 %, cosa que permitiría alcanzar la neutralidad en carbono en el 2050, si no queremos sobrepasar estos aumentos de temperatura y que sus efectos sean irreversibles. Es poco margen de tiempo para actuar. Por eso se necesitan medidas urgentes, contundentes y efectivas. Tenemos que actuar sin más dilaciones y con la implicación de la ciudadanía. 

Por responsabilidad global

Solo 5 países emiten casi el 60 % de las emisiones de gases de efecto invernadero mundiales. Por otra parte, solo 20 empresas multinacionales emiten el 35 %. La justicia climática tiene que ver con el hecho de que las personas que tienen más responsabilidad como causantes de la crisis climática sean las que más esfuerzos hagan para hacerle frente. En ningún caso se pueden descargar las responsabilidades sobre los que sufren las peores consecuencias y tienen menos opciones para adaptarse. Tiene que ver con el reparto injusto de impactos negativos entre países y regiones, entre generaciones, entre géneros y entre especies.En definitiva, tiene que ver con las desigualdades y con lo que condiciona nuestra capacidad de gestión y adaptación a la crisis climática..

Para reducir las desigualdades y velar por las personas que son vulnerables

La emergencia climática obliga a reconocer que somos vulnerables y radicalmente ecodependientes. Puesto que es un multiplicador de desigualdades sociales, más que nunca necesitamos cuidar de aquellas personas que o bien por su situación socioeconómica (en Barcelona se estima que un 10 % de la población está en situación de pobreza energética), o bien por su condición, salud o edad (personas mayores y bebés), sufren de forma más directa los efectos derivados del cambio climático. Por ejemplo, las mujeres son más vulnerables a los impactos de la crisis climática. El 80 % de las personas desplazadas por la crisis climática son mujeres y, a su vez, las mujeres son las principales cuidadoras. Para hacer frente a la emergencia climática, tenemos que transformar un modelo económico insostenible e injusto. Hay que defender los valores y las políticas guiadas por los cuidados compartidos y las relaciones fraternales hacia los otros seres humanos y hacia el resto de los seres vivos y ecosistemas, en los espacios privados, públicos y comunitarios. Además, es necesario que las medidas no exijan más esfuerzos de los sectores más vulnerables, sino de los más privilegiados.

Las ciudades tienen mucho que decir y que hacer

La revolución es claramente urbana. Las ciudades son grandes consumidoras de recursos y de energía (generan el 70 % de las emisiones de GEI mundiales), pero también tienen buena parte de la solución en sus manos. Las ciudades tienen un inmenso potencial y también una fuerte voluntad de cambio. 

El Ayuntamiento de Barcelona está firmemente comprometido a escala local con las políticas climáticas marcadas tanto en el ámbito europeo como en el internacional. Ha suscrito todos los acuerdos importantes, entre ellos, el Pacto de alcaldes y alcaldesas para la energía y el clima, y trabaja en red con otras ciudades para ir juntos hacia la transición energética.

Hay que unir fuerzas

Las evidencias científicas irrefutables y los efectos de la crisis climática que ya estamos sufriendo han creado un importante movimiento social en todo el mundo que reclama actuar de manera urgente y contundente. Esta demanda es una oportunidad para hacer los cambios necesarios en nuestras maneras de vivir. Se necesita la implicación de todas las personas para hacer frente al cambio. Hay que unir fuerzas con todos los agentes implicados.
 

Ahora... o nunca