Marta Tatjer

1986 - 1987

La primera directora del Grec había nacido en Barcelona en el año 1943 y había estudiado Bellas Artes antes de entrar a trabajar en el Ayuntamiento de su ciudad en los años previos a la democracia, en 1977. Allí empezó a colaborar en la preparación de grandes fiestas urbanas, en especial las verbenas de San Juan. Pronto recibió el encargo de centrar su actividad en las fiestas de la Mercè, unas celebraciones ciudadanas que, precisamente en aquellos años, se reinventaron para convertirse en las conocemos hoy. Con Rafael Pradas como concejal y Joan-Anton Benach como delegado de Cultura, Marta Tatjer se convirtió en jefa del Servicio de Fiestas y Tradiciones, desde donde emprendió una profunda remodelación de las fiestas. La llegada de los diablos de fuego y de los castellers a la fiesta de la ciudad o la invención brossiana del Correfoc son sólo una parte de la herencia que nos ha dejado aquel periodo durante el cual no sólo se puso al día la fiesta mayor de Barcelona sino que se impulsó el Carnaval, entre otras celebraciones populares.

En aquel periodo, Tatjer ya había tenido contactos con la organización del Grec gracias a la relación con un compañero del Ayuntamiento que entonces se encargaba del festival, Biel Moll (años 1980-1983), que a veces le pedía ayuda o consejo.

No es extraño, pues, que, vistos los éxitos conseguidos en la renovación de las fiestas de la Mercè, en las que Tatjer se había empeñado en programar grandes espectáculos contemporáneos, entre ellos algunos de Carles Santos, y el apoyo que ocasionalmente había ofrecido a Moll, en 1985 se le ofreciera la posibilidad de dirigir el Grec, cosa que hizo en las dos ediciones siguientes (1986 y 1987), después de la etapa bicéfala de Joan Maria Gual y Josep Anton Codina.

Con su dirección, el Grec consolidó su carácter de festival de verano, con propuestas que tenían como epicentro el Teatre Grec, reservado a los grandes espectáculos, pero que se extendían a la Casa de la Caritat, dedicada a las propuestas más alternativas e innovadoras, a la plaza del Rei, consagrada a la canción y el jazz, y al Poble Espanyol, dedicado a los grandes conciertos.

Víctor Blanes, Irma Coronilla, Pep Monasterio y muchos más integraban el equipo de Marta Tatjer en aquella época, parte de los cuales siguen o siguieron trabajando en el festival y en el Área de Cultura después de que Marta Tatjer decidiera en 1987 dejar el Ayuntamiento. Era el momento de emprender una nueva aventura al frente de su propia empresa, el Equipo Tatjer, dedicado a la organización y comunicación de grandes acontecimientos, algunos tan destacados como la llegada de la antorcha olímpica a Empúries y Barcelona para los Juegos Olímpicos del 92, además de actos para empresas privadas, siempre con un componente cultural.

Desde su jubilación, Tatjer dedica sus esfuerzos a colaborar con Amigos del Nepal, una ONG barcelonesa dedicada a proyectos de cooperación para el desarrollo, como la alfabetización de mujeres en Katmandú, la gestión de becas para niños o la consecución de mejoras en el campo de la sanidad.
 

Ediciones dirigidas

La primera directora del Grec había nacido en Barcelona en el año 1943 y había estudiado Bellas Artes antes de entrar a trabajar en el Ayuntamiento de su ciudad en los años previos a la democracia, en 1977. Allí empezó a colaborar en la preparación de grandes fiestas urbanas, en especial las verbenas de San Juan. Pronto recibió el encargo de centrar su actividad en las fiestas de la Mercè, unas celebraciones ciudadanas que, precisamente en aquellos años, se reinventaron para convertirse en las conocemos hoy. Con Rafael Pradas como concejal y Joan-Anton Benach como delegado de Cultura, Marta Tatjer se convirtió en jefa del Servicio de Fiestas y Tradiciones, desde donde emprendió una profunda remodelación de las fiestas. La llegada de los diablos de fuego y de los castellers a la fiesta de la ciudad o la invención brossiana del Correfoc son sólo una parte de la herencia que nos ha dejado aquel periodo durante el cual no sólo se puso al día la fiesta mayor de Barcelona sino que se impulsó el Carnaval, entre otras celebraciones populares.

En aquel periodo, Tatjer ya había tenido contactos con la organización del Grec gracias a la relación con un compañero del Ayuntamiento que entonces se encargaba del festival, Biel Moll (años 1980-1983), que a veces le pedía ayuda o consejo.

No es extraño, pues, que, vistos los éxitos conseguidos en la renovación de las fiestas de la Mercè, en las que Tatjer se había empeñado en programar grandes espectáculos contemporáneos, entre ellos algunos de Carles Santos, y el apoyo que ocasionalmente había ofrecido a Moll, en 1985 se le ofreciera la posibilidad de dirigir el Grec, cosa que hizo en las dos ediciones siguientes (1986 y 1987), después de la etapa bicéfala de Joan Maria Gual y Josep Anton Codina.

Con su dirección, el Grec consolidó su carácter de festival de verano, con propuestas que tenían como epicentro el Teatre Grec, reservado a los grandes espectáculos, pero que se extendían a la Casa de la Caritat, dedicada a las propuestas más alternativas e innovadoras, a la plaza del Rei, consagrada a la canción y el jazz, y al Poble Espanyol, dedicado a los grandes conciertos.

Víctor Blanes, Irma Coronilla, Pep Monasterio y muchos más integraban el equipo de Marta Tatjer en aquella época, parte de los cuales siguen o siguieron trabajando en el festival y en el Área de Cultura después de que Marta Tatjer decidiera en 1987 dejar el Ayuntamiento. Era el momento de emprender una nueva aventura al frente de su propia empresa, el Equipo Tatjer, dedicado a la organización y comunicación de grandes acontecimientos, algunos tan destacados como la llegada de la antorcha olímpica a Empúries y Barcelona para los Juegos Olímpicos del 92, además de actos para empresas privadas, siempre con un componente cultural.

Desde su jubilación, Tatjer dedica sus esfuerzos a colaborar con Amigos del Nepal, una ONG barcelonesa dedicada a proyectos de cooperación para el desarrollo, como la alfabetización de mujeres en Katmandú, la gestión de becas para niños o la consecución de mejoras en el campo de la sanidad.