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Carlota Subirós: “'La plaça del Diamant' siempre se ha relacionado con el pasado y quiero proyectarla hacia el presente”

Lun 05/06/2023 | 00:30 H

Por Andreu Gomila

Hace 41 años que 'La plaça del Diamant' no deja de transformarse, desde que Francesc Betriu la convirtió en película, con Mercè Rodoreda aún viva. Además, en los últimos años, la escena la ha abordado de una manera particular. En el año 2004, Joan Ollé hizo una versión y, en el 2008, Toni Casares la llevó al TNC, con versión de Josep Maria Benet i Jornet. Aquel mismo año, Carlota Subirós se acercó por primera vez a la autora con 'Rodoreda. Retrat imaginari'. 'Quanta, quanta guerra', 'Mirall trencat' y 'La mort i la primavera' son otros títulos de la escritora barcelonesa que han pasado por los teatros. Subirós tiene el reto de hacer 'La plaça del Diamant' de una manera propia. Y es curioso que sea la primera directora que se enfrenta a ello.

¿Cómo has pasado del cuento 'Paràlisi', centro de aquel 'Rodoreda. Retrat imaginari', a 'La plaça del Diamant'?
Son encargos. La solicitud de hacer 'La plaça del Diamant' me llega desde Carme Portaceli (TNC) y Francesc Casadesús (Grec). Dije que sí enseguida. En el 2008, 'Rodoreda. Retrat imaginari' ya fue un encargo del Grec para el centenario del nacimiento de la autora. Fue el descubrimiento de Rodoreda por mi parte. Había leído algunos cuentos, como 'Aloma', que leí siendo demasiado joven... No tenía un conocimiento real de su obra. Me zambullí de pleno, con todo el equipo de entonces, muchos de los cuales también están ahora: el escenógrafo Max Glaenzel, el ayudante de dirección Ferran Dordal, la actriz Alba Pujol, el diseñador de sonido Damien Bazin... Todos compartimos este descubrimiento. Me fascinó mucho ella como escritora, su recorrido biográfico. Fue un proceso de investigación que gravitaba en torno al cuento 'Paràlisi', pero utilizábamos entrevistas, sus cartas... Era un espectáculo sobre el exilio, Ginebra, el proceso creativo, el bloqueo, la soledad, la maternidad... Muchas cosas que después encontré en 'El cuaderno dorado', de Doris Lessing.

¿Por qué no has vuelto desde entonces?
Durante muchos años he ido más siguiendo impulsos y recibiendo encargos que proponiendo yo materiales. Ahora ha venido así también, en forma de un ofrecimiento precioso que me hace ir al tótem, no solo de Rodoreda, sino de la literatura catalana del siglo XX... Debo decir que, al principio, no lo veía. No el hecho de hacer la novela, sino que estuviera en el Teatre Grec y en la Sala Gran del Nacional, porque mi recuerdo de la novela era el de una historia de una vida muy oprimida, muy solitaria, en un piso de Gràcia, muy pequeño y oscuro. Todo eso iba muy en contra de un gran espacio. Me costó imaginarme cómo hacerlo... Ha sido un proceso de trabajo muy largo: hace más de un año que trabajo en él.

"Estamos buscando este movimiento doble: estar muy cerca del día a día, de los gestos de cada día, de la memoria de la vida cotidiana, y al mismo tiempo tensarlo muy formalmente"

¿Qué es para ti 'La plaça del Diamant'?
Es, justamente, un diamante. Es una condensación brutal de una joya, que tiene una gran nitidez y precisión. También dureza. Tiene una doble cara: parece que es una gran incursión, un gran retrato de la vida cotidiana de los años veinte, treinta y cuarenta que ha llevado a lecturas costumbristas, ya que todo el mundo puede encontrar la memoria de las generaciones anteriores; pero al mismo tiempo también es de una gran precisión y de una sofisticación que la hacen pasar a ser un artefacto muy esculpido, palabra a palabra, con un enorme impacto emocional y una gran contención formal. Es un prodigio literario. Estamos buscando este movimiento doble: estar muy cerca del día a día, de los gestos de cada día, de la memoria de la vida cotidiana, y al mismo tiempo tensarlo muy formalmente.

¿Eso es lo que la hace contemporánea?
El espectáculo será una caja de resonancia de la novela. Eso es fundamental, sobre todo desde que tomamos la decisión de seguir la voz de Natàlia. La novela es en primera persona, es la voz de esta mujer humilde de Gràcia que rememora su vida y que lo narra todo desde ella misma. De aquí vino la decisión de disponer de un equipo de actrices amplio que hacen resonar la voz de Natàlia. No quería contestar la pregunta: ¿quién es Colometa? Tenía que dar una respuesta del siglo XXI, desde la diversidad y la multiplicidad. Empezando por el hecho de que sea Natàlia y no Colometa, que es un nombre que le imponen. Nunca queda claro si lo disfruta o no... 'La plaça del Diamant' siempre se ha relacionado con el pasado y quería que esta mirada fuera hacia el presente. Entonces, surgió la idea del río de la vida, de estas mujeres que hace cien años iban al baile de fiesta mayor de Gràcia y las mujeres de ahora que también van y que tienen que leer la novela. La novela recoge todo un siglo y llega como un río a nuestros días.

"La grandeza de Rodoreda es haber construido un personaje con una sensibilidad increíble y muy desgarrador que nunca se nombra a sí misma, que nunca adjetiva"

¿Quién es Natàlia para ti?
Es interesante que Rodoreda nunca la describe físicamente. El icono de Sílvia Munt fue tan fuerte en un momento determinado gracias a la versión cinematográfica. Era interesante revisitar al personaje completamente, reconociendo el trabajo precioso que hicieron Munt y todo el reparto que la acompañaba. Era una piel de serpiente que se podía caer... Natàlia tampoco habla nunca de sus emociones o de sus sentimientos. Describe todo lo que ve. Es como si fuese una antena, un radar, que capta con un detalle increíble toda la vida que la rodea. Es un personaje al que le puedes poner pocos adjetivos. La grandeza de Rodoreda es haber construido un personaje con una sensibilidad increíble y muy desgarrador que nunca se nombra a sí misma, que nunca adjetiva. Lo que hace es describir lo que le rodea. Y nunca toma la palabra. Hasta el grito final donde pone voz a todo lo que quería nombrar.

¿Eso la hace diferente y especial con respecto a Doris Lessing, por ejemplo?
Natàlia no es una intelectual como la Anna Wulf de 'El cuaderno dorado'... Una de las cosas más fuertes de Natàlia y de la apuesta que hace Rodoreda es que coge a una mujer humilde, que ha aprendido a leer y a escribir, pero que es de clase trabajadora. No es nada intelectual ni retórica... Este artificio de construirla como una persona inocente, pura, ingenua, se ha interpretado mal.

¿Por qué has escogido a once actrices?
Quería un grupo muy numeroso y llegamos a once por intuición y circunstancias, y por la elección de las personas. Buscaba un equipo de intérpretes con las que quería conseguir muchas cosas: diversidad de edades, de recorridos, que todas ellas tuvieran un trabajo con el texto muy preciso y rico porque nos ceñimos a las palabras de Rodoreda... Al mismo tiempo, quería que pudieran viajar del texto a la musicalidad, lo que quería decir trabajar la voz. Todo eso, con el acompañamiento de Clara Aguilar en directo. Todo este camino llevaba a la elección de ciertas intérpretes que también son cantantes.

"Con Ferran Dordal hemos tenido claro que queríamos recoger la voz de Natàlia y la escritura de Rodoreda como joya"

¿De qué manera te han marcado los otros montajes que se han hecho de la novela y el hecho de ser la primera directora?
Me lo dijo Sílvia Munt, que nunca lo había hecho ninguna mujer. No había caído... Vi el montaje de Toni Casares. Aquí había una apuesta para dramatizar la novela, para reescribir las escenas y convertirlas en diálogos. Nosotros tuvimos claro que haríamos una operación totalmente diferente. Aquella quería ser literal en cuanto al hecho de recrear toda la fábula, con todos los personajes, todos los espacios. En la novela hay muy pocas réplicas... Con Ferran Dordal hemos tenido claro que queríamos recoger la voz de Natàlia y la escritura de Rodoreda como joya. Hemos hecho un gran destilado. Nunca hay reescritura... Quizás estamos más cerca de la versión de Joan Ollé, pero no la vi. Sé que había tres actrices que reflejaban las tres edades de Natàlia. Nosotros tampoco hacemos eso.

¿Qué otra novela de Rodoreda querrías hacer?
'La plaça del Diamant' es la que más me impactó en la primera lectura. Quizás porque soy de Gràcia. Me resuena profundamente. El mundo de Rodoreda es muy fascinante. Tengo la sensación de que las nuevas generaciones lo están descubriendo.

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