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El dios no abandonó a Antonio. Ocho artistas griegos que tendrías que conocer de los siglos XX y XXI

Mié 07/06/2017 | 17:30 H
Por Andreu Gomila, periodista y escritor.
Se puede vivir con un pasado tan glorioso detrás? Cuando en tu lengua nació el teatro, los mitos, la democracia? Esta pregunta esencial es la que se hacen desde hace décadas los artistas griegos, los antecesores de los que escribieron la Odisa, El banquete, esculpieron los frisos del Partenón e invadieron Troya con un caballo de madera. Ha llovido mucho desde la batalla de Queronea (338 a.C.) y Grecia o el mundo griego, como le tendríamos que continuar diciendo ha sido capaz de hacer grandes aportaciones a la cultura occidental en el último siglo, siempre a partir de tres ejes fundamentales: la belleza de la decadencia, el pasado glorioso y el exilio.

1. Constantino Kavafis (1863-1933). No podríamos empezar a hablar de la Grecia moderna sin hacer mención a Kavafis, nacido y muerto fuera del que hoy entendemos por Grecia, en Alejandría (norte de Egipto). Vivió a caballo de los siglo xix y xx y es, sin duda, uno de los grandes poetas universales del último siglo. Es el poeta de la carne y del cuerpo, pero también quien más bellamente ha descrito la decadencia helénica, con poemas tan famosos como Itaca, Jónica, Esperando a los bárbaros o El dios abandona a Antonio. En Barcelona, en los anos sesenta, las traducciones de Carles Riba a instancias de Gabriel Ferrater tuvieron un gran impacto, así como lo han tenido, más modernamente, las traducciones del gran discípulo de Kavafis, Giorgos Seferis, Premio Nobel de literatura de 1963 y continuador de la gran línea de poetas griegos que va de Píndaro a Yannis Ritsos.

2. Petros Márkaris (1937). Después de Nikos Kazantzakis, el autor de Zorba, el griego, el escritor nacido en Estambul el 1937 otro griego de la diáspora es el más famoso novelista griego entre nosotros. No en balde, en 2012 recibió el Premio Pepe Carvalho de novela negra, un galardón a la trayectoria conseguido gracias a la serie protagonizada por el inspector ateniense Kostas Kharitos, un detective brechtiano. Siempre ha dicho que Manuel Vázquez Montalbán le enseñó cómo introducir los problemas políticos y sociales en las historias de policías y ladrones. Quizás no hay mejor manera de entrar en lo que le ha pasado a Grecia en los últimos tiempos que leyendo Con el agua al cuello (Tusquets). Un desconocido decide asesinar a banqueros...
3. Yorgos Lanthimos (1973). Aquí, quizás tendríamos que hablar de clásicos contemporáneos como Constantin Costa-Gavras o Theo Angelopoulos, pero lo haremos de una de las grandes sorpresas que nos ha dado el cine contemporáneo europeo, un hombre nacido en Atenas hace 44 años este sí. En 2009, dejó a todo el mundo estremecido con Canino, que se llevó el premio Un Certain Regard del Festival de Cannes, al que volvió en 2015 para recoger el premio especial del jurado después de rodar su primer film en inglés, The lobster. Si entonces cerró a una familia en una casa sin tener contacto con el exterior, aquí creó una distopía en la que los solteros tienen 45 días para encontrar pareja si no quieren convertirse, por ejemplo, en cigalas.
4. Yannis Xenakis (1922-2001): Fue resistente contra los nazis, miembro del Ejército de Liberación del Pueblo Griego durante la guerra civil griega de los años cuarante, discípulo de Le Corbusier y de Messianen... Un hombre total que vivió buena parte de su vida en París y que acabó como gran pionero en el uso de los ordenadores para hacer música. Tanto cuando hacía edificios como cuando hacía música, Xenakis empleó el mismo sistema algorítmico, extraído de sus experiencias a la hora de escuchar a la gente, bien durante sus paseos en bici de la niñez, bien en medio de una multitud, bien mientras estaba en la guerrilla. Llegó a la cumbre con Metastasis (1954), trascendió a los serialistas y se opuso a la indeterminación aleatoria de John Cage.

5. Dimitris Papaioannou (1964). Lleva más de 30 años que el director, dibujante, coreógrafo e intérprete griego está levantando una carrera sólida, con los puntos álgidos en la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Atenas de 2004, o el espectáculo Still life (2014), que lo lanzaron a la escena europea. Formado en bellas artes, Papaioannou explora el destino del hombre, sus miedos y su entorno, como pocos. Sus espectáculos tienen una gran plasticidad, siempre más cerca de la danza contemporánea, de la performance, que del teatro clásico y nos hace recordar la grandeza de un Alain Platel, por ejemplo.

6. Jannis Kounellis (1936-2017). Miembro fundador del Arte Povera, Kounellis es otro producto de la diáspora griega. Se trasladó a Roma con 20 años, se quedó allí y se hizo un nombre como uno de los grandes patriarcas del arte contemporáneo de la segunda mitad del siglo xx, como demuestra la retrospectiva que le dedicó la Tate Modern de Londres en 2009. Su obra es dramática, austera, kafkiana. Decía que lo que quería era presentar, no representar. Y consiguió poner encima la mesa la historia contemporánea de Europa, con abrigos, trozos de hierro, botellas vacías y todo tipo de objetos alegóricos.
7. Dimitris Dimitriadis (1944). Los teatreros recordarán al dramaturgo griego por culpa de la gran interpretación de Màrcia Cisteró en Moro como país (TNC, 2014), en la que una mujer describe la devastación humana y cultural de un país que ya solo sirve para destruir a sus miembros con batallas inútiles. En Francia, país donde es muy conocido, su primera obra, El precio de la revuelta en el mercado negro, fue dirigida en 1968 por nada más y nada menos que por Patrice Chérau. Dimitriadis ha escrito más de 30 obras, novelas, ensayos, y ha traducido al griego Tennessee Williams, Samuel Beckett y Marguerite Duras. Albert Arribas, que ya montó aquella pieza en el TNC, está preparando el estreno mundial de Licaón.
8. Evripidis and His Tragedies. Si hablamos de música, quizás tendríamos que ceñirnos a los grandes, a Georges Moustaki, Mikis Theodorakis, Demis Roussos, pero podemos bajar a la calle y ver que en Barcelona tenemos una banda de pop liderada por un músico griego, Evripidis Sabatis, que ha desarrollado una carrera sólida gracias a temas melódicos basados en el piano sobre el amor, la pérdida y la lujuria, muy cerca de Stephin Merritt. Veteranos de la escena pop local han publicado tres discos de estudio, el último de los cuales es Futile games in space and time.

 

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