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Hacer pilates, dejar Instagram, ir más al teatro

Ahora que ya estamos en febrero y conviene refrescar las siempre optimistas listas de objetivos por alcanzar, le hemos pedido a la periodista Laura Serra que nos reafirme el compromiso con las artes escénicas. Como leerás, afirma que el 2025 será uno de los mejores años del teatro catalán. Te invitamos a revisar, con ella, toda la oferta genuina y ambiciosa de teatro internacional y de espectáculos de kilómetro cero que nos espera este año, antes y después del Grec.
Por Laura Serra
Hay propósitos que no están hechos para ser cumplidos. Debería establecerse una norma: si un propósito aparece más de tres años seguidos en la lista de año nuevo, debería saltar y ser invalidado automáticamente por los dioses de los propósitos —¿quién, si no, controla las resoluciones que nos fijamos en secreto?—. No hay nada más triste que un deseo tan poco deseado que no eres ni capaz de empezar. Creo que iría bien que los propósitos tuvieran fecha de caducidad. Sería la manera de que no quedaran en la recámara hasta convertirse en gran reserva. Es lo que pasa en el teatro, que si no te aplicas para hacer cumplir el deseo —ver tal artista, tal obra— se esfuma y solo queda la añoranza de lo que pudo ser y te has perdido: que si Peter Brook, Pina Bausch, Camí de nit, Àngels a Amèrica. Si no te pones manos a la obra te arrepentirás.
Es febrero, los descuentos del gimnasio ya se han terminado y ni siquiera te has apuntado. Déjalo para otro día porque los teatros están cambiando la programación navideña y llegan las grandes y arriesgadas apuestas. Cuatro nombres de este mes como ejemplo. En el Lliure, L’herència, de Matthew López, dirigida por Josep Maria Mestres, seis horas de teatro para vivir cómo era ser homosexual en la Nueva York posterior a la epidemia del sida entre un grupo de jóvenes (Carlos Cuevas, Albert Salazar, Ferran Vilajosana, Francesc Cuéllar). En el Teatre Nacional, L’aranya, de Àngel Guimerà, un clásico trasladado a la época de la Transición, por Jordi Prat i Coll a ritmo de El general Bum-Bum. En el Teatro Goya, Un Déu salvatge, de Yasmina Reza, dirigida por Pere Arquillué: gran texto, grandes actores y no se necesita nada más. Y una gamberrada para ver cómo va: Macbeth en versión cabaret inglés. Oriol Broggi ha fichado a la banda The Tiger Lillies, sus acordeones y ukeleles para cantar Shakespeare y su desdicha en la Biblioteca de Cataluña.
En marzo pretendes hacer zumba, pero decides cambiarlo por el festival Dansa Metropolitana. Si buscas movimiento impecable, tienes a la pandilla de Humanhood en el Teatre Nacional. Si eres fan de Rodrigo Cuevas y buscas la raíz llevada al hoy, tienes a Kukai Dantza en el Teatro Sagarra de Santa Coloma o al bailaor de vanguardia Israel Galván, que consagrará la primavera en Granollers. Si quieres moverte, mira siempre qué hacen en el Mercat.
En abril ya has descartado algunos nuevos propósitos que eran Everests inútiles (además, los catalanes odiamos las colas), pero, en cambio, puedes disfrutar de unas rutas panorámicas y de altura para ver un puñado de estrenos de nuestros dramaturgos. Una especie de GR del teatro de texto catalán. Chirucas y vamos. Parada 1. Pau Miró vuelve al teatro con Expulsió (Sala Beckett), uno de sus textos ásperos y de aire Chéjoviano. Comienza la historia con el reencuentro de tres hermanos que deben venderse la casa de veraneo familiar. Parada 2. Tras incendiar el mundo con L’oreneta y Emma Vilarasau, Guillem Clua escribe el final de la vida de un actor famoso en Mort d’un comediant, un montaje que promete un Jordi Bosch en estado de gracia (Teatro Romea). Parada 3. Imperdible ver el nuevo espectáculo de Clàudia Cedó y el equipo de Escenaris Especials con Fantàstic Ramon (Teatre Lliure), una comedia de género sobre cómo es tener un hijo con discapacidad.
También tendremos en cartel un póquer de ases de la comedia. Parada 4. El teatro cotidiano y profundo, divertido y humano de Cristina Clemente aterriza en La Villarroel con una historia sobre tres mujeres que coinciden en la radio… terapia. Parada 5. Marta Buchaca y sus comedias redondas y espumantes sobre los grandes cracs vitales: el enamoramiento y la paternidad son la excusa de Kramig (Teatro Texas). Parada 6. Otro dramaturgo prolífico de comedias inesperadas como Jordi Casanovas expone, en Un menú tancat, qué piensan estos hombres que se sienten en peligro por si el feminismo saca sus trapos sucios del armario… porque los tienen (La Villarroel). Parada 7. Ocasión única de ver a Ramon Madaula en la distancia corta, explorando el conflicto generacional con la hija en Loop (Sala Flyhard). Parada 8. Hay que ver todo lo que haga La Calòrica, la mejor compañía en activo del país. En La brama del cérvol parece que coincidirán en el bosque con personajes que intentan escapar del vacío existencial a base de colonias, tríos, negocios turbios, ayahuasca y otras experiencias similares.
Entre mayo y junio se acaba el curso y, si quieres esprintar, aprovecha la repesca, que vas tarde. Es un buen momento para ponerse al día esperando al Grec. Sí, es hora de comprar las últimas entradas de Mar i cel porque las velas se desinflarán tarde o temprano. También vuelven la premiada L’imperatiu categòric, de Victoria Szpunberg, El favor, de Susanna Garachana, y Oriol Pla, con su familia en Travy, un espectáculo que podría durar para siempre, una maravilla hecha de amor al teatro artesanal.
En julio llega el Grec y, con el ritmo frenético del festival, es imposible que ese mes te quede tiempo para más extraescolares. Hasta que no sigamos bajo el cielo estrellado con la nueva programación (aún secreta) de la directora Leticia Martín Ruiz, podemos disfrutar de algunos de los nombres internacionales que, como el Grec, nos abren el cerebro (o nos lo trinchan): Vudú (3318) Blixen, de Angélica Liddell (Teatre Nacional) o Tiago Rodrigues y Cor dels amants (Teatre Lliure). ¿Cuáles van a ser los nuevos fichajes del Grec?
Dejado el lastre de los propósitos de año nuevo, eres libre: aprovecha las vacaciones para planificar teatro, porque en septiembre la temporada levanta el telón —este año, con previsibles cifras récord— y toma impulso a partir de FiraTàrrega, epicentro mundial de las artes de calle. La Mercè y su oferta escénica representa el pistoletazo de salida oficial del curso. Los teatros recuperan la actividad y se retoma el ciclo BCN Districte Cultural, en el que el año pasado vi el espectáculo Ma solitud, de Guillem Albà, que no para de girar por medio mundo, y en Barcelona solo se ha podido cazar en esta temporada paralela que organizan los centros cívicos.
En otoño, toca respirar aire fresco. Cosas nuevas, inesperadas, regeneradoras. El festival Escena Poblenou y “Viu Montjuïc” siempre tienen perlas escondidas más allá de los espacios habituales. También se celebra el nuevo Cruïlla Comèdia, que llena de humor El Molino y el Paral·lel. Se ha convertido en un referente en los últimos años el festival RBLS, con programación especialmente pensada para un público joven, exigente y con ganas de vivir experiencias fuertes. El año pasado programaron historias oscuras como Dirrrty Boys o el monólogo Boja. Los teatros tienen preparada la traca final para diciembre, todo son greatest hits pensados para la temporada alta de la taquilla, y es cuando llegan imperdibles como el Circo de Invierno del Ateneu 9 Barris y la programación escénica navideña a plaza de Catalunya, que son tan clásicos como los propósitos del nuevo año que ya parpadean en tu cabeza por esta época.
Si has seguido estos consejos, quizás no habrás hecho suficiente pilates, quizás Duolingo no habrá triunfado, quizás deberás hacer examen de conciencia, pero habrás ejercitado la endorfina de mala manera, con tanto placer teatral. Como dicen los expertos, más de 21 días haciendo algo es un hábito, así que ir al teatro ya no es una excepción, sino una rutina. ¡Propósito cumplido!
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