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Rafael Bonachela: "No intento decirle a la gente cómo debe pensar ni qué debe sentir"

Vie 01/03/2019 | 18:00 H

Por Andreu Gomila

Si hay un catalán que conoce bien Australia, este es Rafael Bonachela, director de la Sydney Dance Company, una de las compañías de danza con más prestigio y recorrido del mundo. Durante una década ha hecho de puente entre el Mediterráneo y las antípodas, con un trabajo físico muy duro con los bailarines y una musicalidad muy específica en las coreografías.

Hace diez años que estás en Sydney. ¿Puedes mirar atrás y explicar dónde estabas entonces y donde estás ahora?
Antes de trasladarme a Sydney viví en Londres, donde tuve mi base veinte años; primero como bailarín, y luego como coreógrafo. Fui artista residente en el South Bank Centre de Londres, y también creé obras y las giré con mi propio proyecto, la Bonachela Dance Company.
En 2008, la Sydney Dance Company me pidió ser el coreógrafo invitado. Diez años más tarde, aquí estoy, como director artístico, trabajando con la gente con más talento y más comprometida que nunca me he encontrado.
Cuando llegué a Sydney, la compañía vivía un periodo de transición, yo estaba mirando el futuro y estaba preparado para un cambio. En los últimos diez años me he centrado en llevar una perspectiva fresca y estimulante de la danza a Australia.
Creo en la danza contemporánea y en lo que hacemos como una de las experiencias más excitantes, emotivas y transformadoras que el público puede tener hoy en día. Con esto en mente, mi misión ha sido crear obras que permitan al público beneficiarse de esta experiencia, no sólo aquí en Australia sino también a nivel internacional.
Creamos piezas que son colaboraciones multidisciplinares con artistas influyentes y consagrados en diferentes campos: siempre conectados a una fuente de estimulación continua. Abrazando la interdisciplinariedad con multitud de formas desde la tecnología, el cine, las artes visuales, el diseño, la moda, el movimiento, el sonido al teatro, el texto y la voz.
Nos hemos situado como la más importante compañía australiana de danza contemporánea y como una voz destacada internacional en el mundo de la danza. Veo la Sydney Dance Company como una compañía vibrante, dinámica y carismática.

¿Cuál ha sido tu contribución a la historia de la Sydney Dance Company?
En estos diez años desde que me trasladé a Sydney me he centrado en mostrar lo mejor de la coreografía contemporánea al público australiano. Estoy comprometido en encargar y crear obra nueva, invitando algunos de los coreógrafos más interesantes de la industria a trabajar con la compañía, de Australia o de donde sean. Esta estrategia artísticamente ha representado un gran cambio para la compañía.
Tengo la suerte de tener un equipo de dieciséis bailarines increíblemente talentosos y comprometidos, que son capaces de abrazar y encarnar diferentes estilos e influencias con un sorprendente nivel de disciplina, tenacidad y gracia. Esto ha sido fundamental a la hora de permitirnos representar algunas de las obras clave que hemos hecho en los últimos años, entre las que se encuentra la obra maestra de William Forsythe, 'Quintett', gracias a la cual la compañía ha sido reconocida con varios premios de danza. Otros prestigiosos coreógrafos que han trabajado con la compañía son: Alexander Ekman, con 'Cacti', Gabrielle Nankivell con 'Wildebeest', Emanuel Gat con 'Satisfying Musical Moments', Jacopo Godani con 'Raw Models', Melanie Lane con 'WOOF', y Cheng Tsung-lung con 'Full Moon'.
Desde que llegué también he trabajado muy cerca con el consejo y la gerencia de la Sydney Dance Company, para extender nuestra acción a nuevos públicos a través de Australia y a nivel internacional. Esto ha supuesto sobre todo expandir nuestras giras e introducir una serie de iniciativas educativas para nutrir la próxima generación de bailarines y público de danza.

¿Qué podríamos aprender en Barcelona de un proyecto como el de la Sydney Dance Company?
La Sydney Dance Company es algo especial en Australia. Como única compañía creativa de danza con dieciséis bailarines a tiempo completo que giran a nivel nacional e internacional, jugamos un papel importante exhibiendo danza contemporánea para público australiano en todo el país.
Como director artístico y coreógrafo residente, me aproximo a esto de diferentes maneras. Me apasiona crear nuevas piezas para dar una firma a nuestra compañía que permita desarrollar una identidad y una estética que sea solo nuestra. También me he centrado en introducir coreógrafos en Australia por primera vez. En los últimos años, me he dedicado a dar más apoyo al talento local, porque siento que es muy importante exhibir grandes coreógrafos australianos cuando viajamos fuera. Esto es lo que nos hace únicos. Además, ahora tenemos un programa de compromiso con la comunidad del que me siento muy orgulloso. También colaboramos con orquestas, otras compañías de danza, galerías de arte y ponemos estudios a disposición de coreógrafos de fuera de la compañía.

¿Y como ha cambiado tu obra desde que estás en Sydney?
Como artista, intento mantenerme siempre abierto y curioso, así que no paro de aprender cosas y así mi obra puede evolucionar. En los últimos diez años he disfrutado de la oportunidad increíble de contar con un grupo de bailarines a tiempo completo con el que he decidido trabajar cada día. Esto es un privilegio que no he subestimado. Hemos crecido juntos los unos junto a los otros y artísticamente eso me ha permitido experimentar, explorar territorios desconocidos y asumir riesgos.
Decidí trabajar con un grupo de bailarines que son físicamente muy diferentes entre ellos, han tenido educaciones diferentes y aportan algo muy única en la mezcla. Debido a esto, creo que mi estilo y estética está siempre evolucionando tanto cuando creamos como cuando bailamos en escena y damos vida a la danza.
La colaboración está en el núcleo de mi creatividad. Confío en los demás y involucro gente en el proceso de creación, desafiándome constantemente y situándome fuera de mi zona de confort, para seguir motivado e inspirado.
Mis fundamentos para crear siempre han sido los mismos: mis emociones son siempre el punto de partida y desde ahí me muevo adelante creativamente. Mis instintos naturales también juegan un papel importante en mi creatividad e inspiración. Cada nueva pieza está siempre inspirada en ideas y conceptos diferentes. Lo que siempre queda es el poder del movimiento como la fuerza primaria que hay detrás de cada creación y que mi obra nunca es narrativa de manera directa. No intento decirle a la gente cómo debe pensar ni qué debe sentir.

¿Cómo de importante es la música en tus piezas? ¿Y el trabajo con los músicos?
Encargar música nueva para danza siempre ha sido una parte importante de mi trabajo. Me gusta involucrarme en el proceso de creación con el compositor desde el principio de todo, a menudo encontrando el concepto y las ideas de la obra juntos. Asimismo el compositor es bienvenido al estudio para observar, hacer aportaciones y encontrar respuestas al proceso.
Siempre que sea posible intento que la música sea en directo. En Australia tengo mucha suerte porque hemos colaborado con conjuntos impresionantes como la Australian Chamber Orchestra, la Australian String Quartet y la Sydney Symphony, y también con artistas independientes como Katie Noonan y Sarah Blasco.
A lo largo de mi carrera, he tenido la oportunidad de trabajar con un amplio abanico de músicos. Y he tenido la suerte de cambiar entre el mundo de la cultura pop y el mundo de la danza contemporánea. Me siento igual de cómodo coreografiando una canción pop de Kylie Minogue o Tina Turner como haciéndolo con una pieza de música sinfónica, ya que todo depende del contexto. Cada colaboración, para mí, es una aventura importante y significativa.
Pero hay algunos músicos con los que he trabajado de manera continuada a lo largo de los años. Por ejemplo, el extraordinario compositor Nick Wales. Tenemos una relación tan orgánica. Hemos trabajado juntos en nueve piezas, lo que significa que hemos desarrollado un lenguaje hecho de confianza y entendimiento entre ambos.
La próxima colaboración que haré será con una composición electrónica-clásica de Bryce Dessner, de la banda de rock The National, y el Australian String Quartet, que tocarán en directo.

¿Qué libertad tienen los bailarines en la sala de ensayo?
Los bailarines hacen grandes contribuciones en el proceso de creación. Improvisamos, experimentamos, y hacemos mucho trabajo para generar el lenguaje de movimiento que habitará la obra. Me gustan los bailarines que tienen mentes propias que disfrutan involucrándose en el proceso creativo. Es importante para mí porque se puede establecer un diálogo que abre las puertas al cambio y al descubrimiento, para encontrar nuevas vías de comunicación.
Como contraste a la apertura y la libertad en el estudio, es muy importante que los bailarines sean disciplinados y responsables respecto al entrenamiento diario y bienestar. Entrenamos a la vez técnicas contemporáneas y clásicas sin privilegiar ninguna. También hacen yoga, pilates y circuitos de ejercicio para mantenerse en forma. Todos tienen su programa individual para evitar lesiones, que modificamos semana a semana a partir de lo que pide el repertorio que estamos ensayando.

¿Puedo afirmar que tus piezas son una celebración?
Como coreógrafo, cuando creo una obra, mis intereses están en el cuerpo, su fisicalidad, los mecanismos del movimiento en el tiempo y el espacio, la 'finesse' de la línea y la técnica. Me encanta la forma en que un cuerpo puede ir de la dulzura a la velocidad y la potencia. Pero también me interesa la capacidad del cuerpo para verbalizar estados emocionales y psicológicos. Me imagino que podrías decir que mi obra es una celebración del poder del movimiento y la gran capacidad que tiene el cuerpo para expresarse y comunicarse como ninguna cosa lo puede hacer.

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