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Barcelona cultura

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Recordando el Grec-76, entre la memoria y la reivindicación

Mié 05/03/2025 | 12:15 H
Imagen de la exposición 'Una explosión teatral en tiempo de cambios. El Grec-76 y la Asamblea de Actores y Directores'

ARTÍCULO

A las puertas de los 50 años del Grec —en 2026— es inevitable mirar atrás y maravillarse por la forma en que nació. Quienes pueden decir “yo estuve” lo describen como un “sueño”, como una “primavera”, como una revelación de lo que puede ser el teatro. Nostálgicos, desmemoriados, jóvenes... todos tenemos una oportunidad magnífica para rememorar aquel contexto de efervescencia social, política y cultural que engendró el festival. Lo recoge una exposición que se puede visitar hasta el 25 de abril en el Institut del Teatre. Su comisario, Martí Alós López, nos cuenta un poco. 

Por Martí Alós López

La cultura, y el teatro en especial, tiene la capacidad de generar espacios donde el arte, la reivindicación y la lucha se encuentran y propician una sensación de comunidad. Nos situamos en el año 1975. La huelga del sector del espectáculo de aquel año y su continuidad con las manifestaciones del año siguiente tuvieron un efecto aglutinador que concluyó con la creación de la Asamblea de Actores y Directores (AAD). La AAD nació como una plataforma heterogénea que, por primera vez, conseguía unir el sector teatral con la voluntad de luchar por un futuro más democrático.

Una de sus apuestas fue precisamente organizar el Grec-76 (origen del actual Grec), una temporada de verano asamblearia y autogestionada. La AAD quería demostrar que el sector teatral unido era “capaz de hacer esto y mucho más aún”, como defendía Rosa Maria Sardà en 1976. Aquel primer Grec destacaba por la movilización, por la apuesta autogestionada y horizontal (más o menos exitosa), por la vitalidad y la energía vividas en Montjuïc y por la entrega de los hombres y mujeres que lo encarnaron, una unión que, según Carme Sansa, “demostró que nuestra profesión es una profesión de pasión”.

Un Grec ligado a la época
Hay que entender el contexto político de este hito. Todo esto tenía lugar en el verano de 1976, con Franco ya fallecido, pero lejos todavía de la Constitución que se aprobó dos años más tarde, y de las primeras elecciones democráticas. El teatro quería conquistar espacios de libertad siguiendo el impulso de todas las personas que habían formado parte de los grupos de Teatro Independiente.

Aquellos años se vivía con la sensación de que todo era posible, las esperanzas contenidas se encontraban con un panorama por construir, y la profesión buscaba liderar este cambio. El teatro ocupó espacios públicos y se manifestó, de la misma manera que lo hacían estudiantes, catalanistas, obreros, vecindario, y muchos otros.

Dora Santacreu, ese mismo año, expresaba con ilusión la fuerza del entorno en la celebración del primer Grec, en el que convivían diferentes movimientos populares, anarquistas, gente del PSUC, maoístas, etc. Una larga fila de siglas que se encontraban en la explanada montando puestos y reivindicando sus propósitos, como hacían las asociaciones de vecinos, que reclamaban guarderías. Alfred Lucchetti hablaba de un público que “subía caliente”, que podría haber ido antes a una manifestación y venía con ese espíritu. “Por un teatro al servicio del pueblo” era el lema del Grec-76, pero era también una manera de entender el hecho teatral, como explica Xavier Fàbregas, y situar el teatro como un granito de arena por el cambio social.

Un sueño, una primavera
Además de las reivindicaciones políticas, laborales o sectoriales, el Grec-76 ha pervivido en la memoria de mucha gente del sector como un momento mágico, mítico. Y es en esta tarea de recuperación de la memoria y de sus testigos donde podemos recorrer su cara más emotiva. Jesusa Andany se refería a ello años más tarde como “un jardín lleno de flores”, y Gonzalo Pérez de Olaguer como un “sueño”, una imagen de fiesta, de explosión, de utopía que buscaba hacerse realidad. También se refería a ello así la cantautora Marina Rossell: “Lo recuerdo como unos días de alegría, como si fuera una primavera continua”.

Para muchas personas, como Rosa Novell o Mingo Ràfols, el Grec-76 supuso el inicio de una carrera. Es el caso también de Xavier Capdet, que nos decía: “¡Yo tenía diecinueve años y estaba encantado y flipando con todo ese mundo!”. O el de Pep Anton Muñoz, que comentaba que aquel verano pensó: “¡Ostras, el teatro es esto!”. A todos estos artistas, la vitalidad y el impulso del primer Grec los ha acompañado durante años.

En el Grec-76, sin embargo, además de teatro, también se vivió mucha música, hecho que ha continuado a lo largo de los años. Los músicos, coincidiendo con el auge de la “Nova Cançó”, llenaron las gradas. Raimon, Lluís Llach o Maria del Mar Bonet compartieron programación con Comediants o con los montajes de la AAD.

Tantos aprendizajes
Sin embargo, el proyecto tuvo un final abrupto. El debate sobre la adhesión del colectivo a la Asamblea de Cataluña acabó con la escisión de un sector que formó la Assemblea de Treballadors de l’Espectacle una vez terminada la primera edición del Grec. No podemos, sin embargo, reducir el conflicto a razones políticas o al debate sobre la adhesión, ya que como explica Guillem-Jordi Graells, “la ideología que hay detrás de todos estos sectores comporta formas de planteamiento y de funcionamiento diferentes” que chocaron a lo largo del verano.

El Grec-76 supuso, pues, una toma de conciencia, pero también un gran aprendizaje en muchos sentidos, no solo teatral. La apuesta por la autogestión, las larguísimas asambleas, el encuentro, el intercambio, las disputas, el compromiso y la dedicación al proyecto demostraron la capacidad de la profesión y marcaron la futura carrera de muchos profesionales y, por tanto, de nuestro sector teatral.

Un compromiso que perdura
El hecho de que para el teatro catalán el Grec de 1976 fue un momento casi fundacional, vivo e intenso, se pudo captar durante la inauguración de la muestra Una explosión teatral en tiempo de cambios. El Grec-76 y la Asamblea de Actores y Directores, que he comisariado con el Museo de las Artes Escénicas, gracias al impulso del Premio Teresa Cunillé. Hasta el 25 de abril la podéis visitar en el vestíbulo del Institut del Teatre.

Si el teatro destaca por la vinculación directa con el público, el caso del Grec-76 es un gran ejemplo. La nueva directora del Festival Grec, Leticia Martín Ruiz, apuntaba la voluntad de recuperar el “compromiso entre los artistas y el público”, una realidad que se encuentra en la base de aquel Grec autogestionario que en 1979 empezó a organizar el Ayuntamiento de Barcelona con un funcionamiento muy diferente.

Ahora que se acerca el quincuagésimo aniversario de aquel verano tan intenso, las protagonistas, instituciones, público, investigadoras, profesionales de las artes escénicas y ciudadanía en general, tenemos la oportunidad de reivindicar el legado de proyectos como este. Una apuesta para situar el teatro en el centro de la vida en la ciudad y para implicarnos en las demandas, no solo del sector teatral, sino de la búsqueda de un panorama democrático: “Un teatro al servicio del pueblo”.

SIGUE LEYENDO: Vídeo que forma parte de la exposición. Fuente: Escena Digital de Catalunya. MAE. Institut del Teatre