El 14 de julio se vio una tortuga en la zona y un día más tarde se localizaron los huevos, que han estado vigilados las 24 horas por un equipo de voluntarios coordinado por el Ayuntamiento. Se trata del cuarto nido detectado en toda Cataluña en la temporada de nidificación de este año, que empieza en junio y termina en octubre.

De los 77 huevos, 17 se llevaron a la Fundación CRAM para la incubación artificial, desde donde se enviarán al Zoo de Barcelona y el Oceanogràfic de Valencia hasta que se pongan en libertad, dentro de uno o dos años, y 60 se dejaron en la playa. De estos huevos, excepto cuatro, que han resultado inviables, todos se han abierto prematuramente: en lugar de los 60 días de incubación habituales, han eclosionado después de 46 días a causa de las altas temperaturas. Se considera que la puesta ha tenido mucho éxito porque 56 crías han nacido de manera natural. Solo una de cada cien crías llega a la edad adulta.

En los últimos 15 años se ha incrementado el número de nidos de esta especie detectados en Cataluña, a una latitud más al norte de lo que es habitual. La hipótesis más probable es que, a causa del cambio climático, las madres hacen las puestas en lugares menos cálidos, con temperaturas más adecuadas para la especie.

Un equipo de expertos y universidades, la UB incluida, lideran un proyecto de investigación científica para la conservación de la nidificación de la tortuga boba, que se basa en el estudio de esta especie y la relación entre el calentamiento global y el cambio de ubicación de las nidificaciones, que ha traído a la tortuga boba hasta nuestras costas.