Los efectos de la COVID-19 en el ámbito de la emergencia climática

La detención provocada por la COVID-19 ha tenido un impacto ambiental directo en todo el mundo. La emisión de gases de efecto invernadero ha disminuido un 8 % con respecto a los datos del año 2019. El informe de seguimiento de la Declaración de emergencia climática en Barcelona muestra la experiencia y los aprendizajes proporcionados por el confinamiento para poder tomar medidas y hacer frente a la crisis climática.

16/07/2020 19:03 h

Ajuntament de Barcelona

Se calcula que la reducción de gases de efecto invernadero en la ciudad desde el comienzo del estado de alarma ha sido de 290.840 toneladas de CO2 equivalente. Según los objetivos de la Declaración de emergencia climática, este es el valor que tendríamos que ahorrar cada año y hasta el 2030 para alcanzar una reducción del 50 % de las emisiones de gases de efecto invernadero con respecto al año 1992.

La reducción drástica de la actividad en los últimos meses ha supuesto que se produzcan cerca del 90 % de las emisiones que se habrían producido sin la pandemia. La reactivación de la actividad en la ciudad puede provocar un aumento de las emisiones.

Puedes consultar el informe de seguimiento de la emergencia climática aquí.

Más olas de calor y más episodios extremos de precipitaciones

Las proyecciones climáticas realizadas en el marco del proyecto europeo RESCCUE (Resilience to Cope with Climate Change in Urban Areas) prevén diferentes escenarios posibles.

A mediados del siglo XXI se prevé un incremento de la temperatura de entre 2 y 6 grados centígrados según el nivel de compromiso para frenar el cambio climático. Se espera, además, un aumento de las olas de calor, que se producirán con más frecuencia y serán más largas. Los días cálidos se pueden triplicar y las noches tórridas se pueden cuadruplicar en los próximos 80 años.

Con respecto a las precipitaciones, se espera que la cantidad de lluvia anual en la ciudad se mantenga, pero con un reparto diferente: los episodios extremos de lluvia aumentarán, así como el riesgo de inundaciones.

A finales de siglo, el nivel del mar puede haber subido entre 25 y 50 centímetros, según si se sigue una actitud comprometida o pasiva.

Una ciudad comprometida con la emergencia climática

El cambio climático afecta a la salud de los vecinos y las vecinas desde muchas vertientes. El calor excesivo y sostenido comporta que aumenten la mortalidad y la morbilidad, sobre todo en los grupos de población más vulnerables. Desde el año 1992 hasta el 2015, el calor extremo provocó la muerte de 150 personas cada año, en total, 980 hombres y 2.729 mujeres.

La contaminación del aire también tiene una incidencia directa en la salud de la ciudadanía. Por este motivo, la ciudad apuesta por mejorar la calidad del aire y sigue trabajando para desarrollar los acuerdos recogidos en la Declaración de emergencia climática y el plan Clima, con cuatro ejes principales:

  • Fomentar la movilidad activa y sostenible en la ciudad, a través de la mejora de las conexiones metropolitanas en transporte público, la transformación del espacio público y la introducción de más verde.
  • Promover y consumir energías alternativas, con la rehabilitación energética de viviendas y equipamientos y una red de distribución lo más limpia posible.
  • Apostar por la economía local, el empleo verde y la alimentación ecológica de proximidad.

Para adaptar la ciudad a los impactos del cambio climático, como el aumento de olas de calor o las lluvias torrenciales, se han establecido tres líneas de trabajo:

Exposición itinerante: «Barcelona responde a la emergencia climática»

Además, se ha elaborado una exposición itinerante interactiva para dar a conocer de manera pedagógica la realidad de la emergencia climática en Barcelona.

Noticias relacionadas