Actualmente se están instalando veinte sensores de volumetría que irán torando por diferentes parques de la ciudad cada mes. Estos no graban imágenes ni sonidos, pero permiten extraer metadatos para saber qué pasa dentro de un área de juego estableciendo un rango de edad a partir de la medida de los usuarios. Además, registran la duración de la estancia y las franjas horarias de uso identificando los usos dentro de la instalación.

En Sant Martí, los sensores se colocarán en la Superisla del Poblenou. Asimismo, se incorporaran a otros distritos en la Plaza de Sant Miquel, de Ciutat Vella; los Jardines de la Industria, al Eixample o los Jardines del Mediterráneo, en Sants-Montjuïc, entre otros.

Diagnosis pionera

Previamente, se ha hecho una diagnosis amplia, pionera en el sur de Europa, con la instalación de termobotones en los elementos de juego para monitorear las temperaturas, el uso de pulseras en niños y casi 10.000 encuestas a usuarios y usuarias de estos espacios para complementar el trabajo de campo.

La primera diagnosis ha permitido concluir que las áreas de juego infantil son un elemento vertebrador y cohesionador del barrio: los niños pasan más de 30 minutos al día y se potencia la vida comunitaria. La media de edad de los niños y niñas que juegan es de los alrededores de 5 años.

Los elementos preferidos de los niños son la estructura multijuego, el columpio y el tobogán. Con respecto a los juegos deseados que no han encontrado, destacan los saltadores y las tirolinas. En aquellos espacios que sí que tienen, son elementos muy valorados. Tanto los niños como las familias prefieren que en los entornos de las áreas de juego haya vegetación y que estén tranquilas y alejadas del tráfico.