Autores que hacen latir la ciudad

Barcelona: títol provisional es un viaje por la Barcelona contemporánea a través de sus escritores. Andreu Gomila y Diego Piccininno han pedido a una docena de escritores y escritoras que hablen de aquellos colegas de profesión que han retratado la ciudad en los últimos 100 años.

“Una ciudad es un organismo vivo, inestable”. Leo esta frase en pleno confinamiento por la pandemia del coronavirus con la certeza de que cuando fue escrita no tenía la misma tonalidad que hoy, pero no por ello dejaba de ser cierta. La leo en la introducción de Barcelona: títol provisional, un viaje por la Barcelona contemporánea a través de sus escritores que acaba de editar el Ayuntamiento.

Andreu Gomila, crítico y autor de la ciudad, mallorquín de origen y barcelonés por méritos propios (es el periodista que ha dirigido la edición barcelonesa de Time Out durante más tiempo), se ha encargado de reunir a los escritores que nos guiarán a través de aquellos otros que han retratado la ciudad en los últimos 100 años. La elección parte del gusto. Carece de voluntad enciclopédica. Y eso se nota desde la primera línea: aquí encontramos a escritores que hablan intensamente de los colegas que han abierto camino. Se respira una sana y embriagadora subjetividad, de autor a autor, y un amor por la literatura que deja un cierto regusto a complicidad.

También hay una voluntad clara de pisar terreno. No en vano, quienes firman estas páginas lo hacen con la voluntad de crear mitos, que es una de las tareas del gremio de las letras. El libro se completa con fotografías, con descripciones destacadas, con un grafismo vivo de la mano de su otro editor, el argentinobarcelonés Diego Piccininno.

Este viaje lo inicia el propio Gomila, quien nos introduce en la ciudad del vicio, la que paradójicamente nos elevó a la categoría de gran ciudad literaria de Europa, proponiéndonos un recorrido que va desde Juli Vallmitjana a Mathias Énard, sin olvidarnos del Watsui de Casavella. Este inicio es toda una declaración de principios: agarraos, que vienen curvas.

Marta Pessarrodona desmonta muchas de las ideas que tenemos acerca de Mercè Rodoreda con un ejercicio de literatura comparada de primer nivel, como ya nos tiene acostumbrados. Así, hace brillar La Plaça del diamant junto a la Berlin Alexanderplatz de Döblin, el Ulises de Joyce y La señora Dalloway de Woolf. La traductora eslovena Simona Škrabec nos introduce en el territorio de Jaume Cabré y nos recuerda una de las constantes de este libro, que “un poeta que se toma su oficio seriamente se convierte en la conciencia de los lugares que habita”.

Sobre el boom latinoamericano nos habla, naturalmente, el periodista Xavier Ayén, y nos recuerda que pocas ciudades del mundo tienen una esquina en la que hayan vivido dos premios Nobel de Literatura: García Márquez y Vargas Llosa. Por cierto, el primero, en un cuento, habla de las palmeras del paseo de Gracia (nadie es perfecto). También tiene todo el sentido del mundo que sobre Manuel Vázquez Montalbán nos hable quien le ha tomado el relevo con la serie de Carvalho, Carlos Zanón. Carvalho es un personaje que anda buscando el mapa perdido de su sentimentalidad, como hace el propio Zanón en su obra narrativa y poética.

La novelista Teresa Solana se encarga de repasar el género negro, el cual goza en Barcelona de gran solera desde los años cincuenta y que tanto se ha avivado con el Festival Internacional BCNegra fundado por el librero Paco Camarasa en 2005. En otro extremo del organismo vivo, el crítico Ignacio Echevarría nos acerca a la figura del chileno de gran altura internacional Roberto Bolaño, quien inició su carrera literaria siendo un indocumentado por las calles del Distrito V y acabó como un escritor consagrado que cenaba en Il Giardinetto con la crema literaria de la ciudad.

El poeta, narrador y cronista David Castillo nos hace viajar con Juan Marsé, con quien comparte geografía literaria, y se declara más afín a los anarquistas de Si te dicen que caí que al Pijoaparte de Últimas tardes con Teresa. Quim Monzó logra cazar personajes, episodios y lugares de interés que, de no ser por su mirada, permanecerían escondidos en una ciudad indiferente. Lo dice el crítico Julià Guillamon.

De Montserrat Roig se encarga Irene Solà, quien se dispone a “leer la ciudad con los pies”, centrándose en un momento concreto con la certeza de que “al mirar una cosa pequeña, de hecho, las estás mirando todas”. Esta cosa pequeña es la noche de la boda de Encarna en El temps de les cireres. La poeta Blanca Llum Vidal recorre una Barcelona que “no es tierra ni escenario sino nervio, sustrato y latido”, la de Maria Mercè Marçal. Y, para terminar, Marina Espasa nos sitúa en la Barcelona que no existe, la que queda más allá de los ríos o la de quienes no tienen voz o la de quienes viven en los márgenes, la que retratan Pérez Andújar, Núria Cadenes, Javier Calvo… En este capítulo yace la prueba definitiva de que, al hablar de la Barcelona que no existe, sus escritores la han hecho existir, desde muchas miradas, rincones y voces, tal como merece un organismo complejo, cambiante, vivo.

Barcelona: títol provisional. Un viatge literari per la ciutat

Andreu Gomila y Diego Piccininno (Ed.)

Ajuntament de Barcelona, 142 páginas – Barcelona, 2020

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