Barcelona como impotencia

La ciutat interrompuda apareció en 2001 con este resumen: “De la ciudad torturada de los años 70 a la ciudad divertida de la posmodernidad, a la ciudad turística. Una crónica de la transformación de Barcelona a través de la literatura”. En esta edición, el volumen incorpora un segundo libro, nuevo: El gran novel·loide sobre Barcelona, que hace sumario de numerosas trazas literarias de las dos primeras décadas del siglo XXI.

En 2011, el Ayuntamiento barcelonés exige a un director de teatro canadiense que retire uno de los intérpretes de la obra que tenía que estrenarse en el Grec (en estreno mundial), por motivos no artísticos. El director de teatro se niega, y retira la obra. La Barcelona que en 2003 enviaba al mundo una imagen progresista con la manifestación contra la guerra de Irak, entonces, negaba a un exconvicto el derecho a la reinserción. Y censuraba una obra de teatro.

La respuesta, desde los “gestores” y “activistas” culturales barceloneses, fue de aprobación entusiasta o de silencio. En otra ciudad europea, una responsable teatral declaraba: "¿Quiénes somos nosotros para censurar un proyecto artístico? [...] Hemos informado que él sale. Y los espectadores, si no lo quieren ver, no vienen. Es muy sencillo." Pero en Barcelona no. (Y estalló el 15-M. Y centenares de miles de manifestantes reclamaron la independencia. Etcétera.)

Julià Guillamon, en 2019, se cuestiona: “Quizás el debate se desarrolla entre gestores y activistas y los creadores no tienen nada a decir, o unos y otros consideran que no tienen a nada a decir, o sencillamente no piensan que existan”.

Sobre Barcelona, no hay ningún libro comparable a La ciutat interrompuda (2001). Ni por calidad, ni por ambición: ni por la profusión tan generosa de información evaluada. Guillamon (1962) es un narrador insólito, un crítico competente, un cronista fino y, a menudo, como en este caso, un rebuscador cultural tenaz, hecho de curiosidad y preferencias.

La ciutat interrompuda apareció en 2001 con una cubierta de Enric Jardí: un plano del Eixample, con paradas de metro que se decían Bikini o Zeleste, o un parking Makoki. Y con un resumen: “De la ciudad torturada de los años 70 a la ciudad divertida de la posmodernidad, a la ciudad turística. Una crónica de la transformación de Barcelona a través de la literatura”. En concreto, aquella que referenciaba una contraimagen de la ciudad. Y, además, se trenzaba música, cine, televisión, cómic, diseño, arquitectura. Y todo se articulaba con ideas de los mejores ensayistas internacionales del último tercio del siglo xx.

Es un libro muy sólido. Muy valioso. Con dos tesis: la existencia de un desacuerdo entre la ciudad del poder y la ciudad de los escritores (que preferían una Barcelona sucia, conflictiva y dotada de memoria), y la infertilidad cultural de las posiciones colectivistas doctrinales (nacionalistas, marxistas) y del individualismo de masas.

En esta edición, el volumen incorpora un segundo libro, nuevo: El gran novel·loide sobre Barcelona, que hace sumario de numerosas trazas literarias de las dos primeras décadas del siglo xxi. Repasa temas y pretextos narrativos, y los conecta para componer un "paisaje". Como método, más de análisis de contenidos que hermenéutico, ofrece ganancias de comprensión, pero roza un cierto esquematismo, y suele subrayar más lo explicitable que no lo latente, y desatiende la calidad artística de las obras en favor de su relevo sociocultural. Y eso es así, y celebrémoslo, porque estos dos libros emanan de un aliento político: humanístico, libertario.

Guillamon constata una impotencia. Porque la resistencia literaria documenta gestos insuficientes. O heridas lamidas: desde el candor, o desde el cinismo. Cita palabras de Marina Garcés: “No sé hasta qué punto hemos luchado realmente. Tampoco sé hasta qué punto hemos perdido del todo. Sí que sé que las ideas y las formas de vida en que creo no triunfan, pero tampoco están vencidas.” Con voz propia, pero, Guillamon concluye: “Los escritores se sienten extranjeros en Barcelona”.

Ha habido una lucha por “ideas” y “formas de vida”, y algunos escritores han participado escribiendo. Y Guillamon ha hecho categoría de ello; valor.

La pregunta pendiente podría ser esta: ¿los “activistas” y “gestores” que defienden estas “ideas” y “formas de vida” liberadoras, validarán la interlocución de la literatura crítica y  defenderán la libertad radical, o la mantendrán subsidiaria, tematizada y censurable? En fin: ¿Barcelona continuará siendo, literariamente, una impotencia?

La ciutat interrompuda. El gran novel·loide sobre Barcelona (2001-2019), Julià Guillamon
— Anagrama, 507 páginas —
Barcelona, 2019

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