Inversiones y reformas

Il·lustració © Sonia Alins

Una década después de que la crisis financiera se convirtiera en una crisis económica global, sus secuelas todavía se dejan sentir. Ejemplo de ello son dos sectores, el de la investigación y el de la producción audiovisual, que en los años previos habían dado a la ciudad una proyección internacional notable. Barcelona tiene una masa crítica suficiente para atraer y exportar talento. Pero para mejorar posiciones son necesarias dos cosas: mayores inversiones y reformas.

Una década después de que la crisis financiera se convirtiera en una crisis económica global, sus secuelas todavía se dejan sentir. Ejemplo de ello son dos sectores, el de la investigación y el de la producción audiovisual, que en los años previos habían dado a la ciudad una proyección internacional notable, pero que hoy han perdido fuelle. La asfixia presupuestaria de las administraciones públicas y la parálisis institucional ocasionada por la crisis política repercuten de manera muy negativa, hasta el punto de hacer peligrar los adelantos logrados.

El declive presupuestario que ha sufrido TV3 ha afectado a todo el sector audiovisual, precisamente cuando tenía que afrontar las profundas transformaciones que conlleva la revolución digital. El éxodo de profesionales en busca de oportunidades fuera de Cataluña es un síntoma de la creciente debilidad de un sector clave, del cual depende la capacidad de proyección de nuestra cultura. Es necesaria más inversión pública para promover una producción propia de calidad. Pero no solo esto, también hay que repensar estructuras y crear sinergias con las nuevas plataformas de producción y difusión audiovisual, para aprovechar el capital de experiencia, sabiduría y talento joven emergente que afortunadamente tenemos.

En el ámbito de la biomedicina también se está llegando a una situación límite. Tal como explica el investigador Luis Serrano, director del Centro de Regulación Genómica de Barcelona, las carencias presupuestarias de los últimos años han llevado a los centros de investigación a una situación de precariedad crónica que impide alcanzar nuevos retos y además pone en peligro líneas de investigación ya consolidadas. Barcelona dispone de los elementos necesarios para convertirse en uno de los principales polos científicos de Europa. Tiene una masa crítica suficiente para atraer y exportar talento y también una cultura profesional exigente y capaz. Pero para mejorar posiciones son necesarias dos cosas: mayores inversiones y reformas que eliminen las trabas burocráticas que mantienen a los científicos atados de pies y manos.

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